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Ensayo guerra de balaclava.

Enviado por   •  2 de Abril de 2018  •  2.380 Palabras (10 Páginas)  •  614 Visitas

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Los franceses y los británicos comprendieron de inmediato que, sí no se detenía la avanzada rusa, su preponderancia en el Mar Mediterráneo, en el Oriente Medio y en sus nuevas colonias africanas se perdería para dar paso a un control ruso total en estas aguas. Decididos a impedir semejante situación, tanto el Emperador Napoleón III Bonaparte (1808 – 1873) de Francia, como la Reina Victoria del Reino Unido (1819 – 1901), apoyaron al Sultán Turco y emprendieron acciones diplomáticas para hacer retirar las tropas rusas del territorio otomano.

El Zar Nicolás, seguro de su triunfo por las victorias obtenidas en el campo de batalla, hizo caso omiso de las solicitudes y posteriores amenazas de los franceses y británicos; en vista de lo anterior, ambas potencias europeas declararon la guerra a Rusia y, para inicios del año 1854 La Guerra de Crimea había dado inicio en su real forma.

ANÁLISIS DE LA BATALLA DE BALACLAVA

El gobierno ruso, al ver que las potencias se reunían en su contra, trató de evitar la guerra al tratar de retirarse de Moldavia y Valaquia, pero era demasiado tarde; Francia e Inglaterra ya habían detectado la grave amenaza que implicaba Rusia y, naturalmente, iban a evitar que lo siguiera siendo.

En un primer intento, bombardearon la ciudad rusa de Odesa (10 de abril de 1854) pero no pudieron desembarcar y tomarla; luego se dirigieron, vía marítima, a la ciudad de Sebastopol con la intención de acabar con la flota rusa que se apostaba en la zona. Los rusos obviamente, habían reforzado sus posiciones y los esperaban.

En este punto es preciso indicar la composición de las tropas que se encontraban dispuestas a enfrentarse en la batalla, así:

- Ejército aliado (Británico, Francés y Turco): 20.000 soldados británicos acompañados de 41 cañones; 6.000 soldados franceses y 1.000 soldados turcos, para un total de 27.000 efectivos en pie de lucha.

Este ejército estaba comandado por hombre mayores de edad que desconocían las nuevas normas de la guerra industrializada y, tampoco, tenía muchos conocimientos del orden de batalla en sí; por ejemplo, el Comandante en Jefe de las tropas aliadas, el Mariscal de Campo FitzRoy James Henry Somerset, Primer Barón Raglan (1788 – 1855), había sido secretario militar del Duque de Wellington (1769 – 1852) en su lucha contra el Emperador Napoleón I Bonaparte (1769 – 1821), pero nunca había dirigido tropas ni, tampoco, manejado logísticas en verdaderos campos de batalla.

Por su parte, el comandante de la Brigada Ligera de Caballería Británica, James Thomas Brudenell, 7º Earl de Cardigan (1797 – 1868), […] hizo un uso extensivo del sistema de “Venta de Nombramientos que estaba aún en activo en el Ejército Británico, comprando los rangos de teniente en enero de 1825, capitán en junio de 1826, mayor en agosto de 1830 y teniente coronel en diciembre de 1830 […]”[2] lo que, en realidad significaba, que tenía nulo o escaso conocimiento de la vida militar, pues esta solamente puede darla la experiencia.

- Ejército ruso: 25.000 soldados acompañados de 78 cañones.

El orden de la batalla se dio en cuatro fases desarrolladas de la siguiente manera:

- Caída de los reductos rusos: las tropas rusas, a pesar de encontrarse bien organizadas, apertrechadas y protegidas en Sebastopol, no tuvieron la capacidad de organizar y, por cada bastión de defensa y tropas apostadas en los mismos, estos fueron cayendo uno a uno ante unas tropas aliadas que se encontraban desorganizadas, hambrientas, sedientas y cansadas por el deambular en zonas cenagosas y desconocidas para ellas.

- La “Delgada Línea Roja”: esta fue la más heroica y efectiva de todas las acciones de la Batalla de Balaclava; en las horas de la mañana la caballería rusa trato de hacer un ataque desesperado contra las tropas británicas con el fin, primordial, de romper el cerco aliado y atacar el puerto.

Siguiendo las órdenes de su comandante directo, pues las comunicaciones con el Alto Mando estaban impedidas y eran ambiguas, el Regimiento 93 de Highlanders, junto con unos cuantos Marines Reales y algunos soldados turcos otomanos, se formó

en dos líneas de fondo, la conocida delgada línea roja. Lo convencional era formar a los hombres en cuatro filas o en cuadrado (cuadro), ya que se consideraba que una línea de sólo dos filas era incapaz de frenar una carga de caballería. […] el 93º realizó hasta tres descargas de munición a 730, 460 y 320 metros, y no un único disparo a quemarropa. Sin embargo, la densidad de fuego era baja, por lo que, a pesar de algunas bajas infligidas a los rusos, éstos continuaban cabalgando hacia la línea británica; pero afortunadamente el general ruso, viendo lo delgada que era la línea de infantería que se les enfrentaba (considerada generalmente incapaz de frenar una carga de caballería), dedujo que eran sólo una trampa y que les aguardaba tras esa fila de soldados una fuerza mucho mayor. Por ello ordenó la retirada.[3]

- La carga de la brigada pesada: la caballería británica tenía como parte de su misión el destrozar la moral de los soldados rusos en el fragor de la batalla y hacerlos retroceder para, de esta manera, ganar más terreno.

Esta misión fue un éxito absoluto, pues tan solo en ocho minutos la caballería realizó su descarga y solo tuvo 87 bajas de sus filas mientras que las tropas rusas, desconcertadas y a la huida, contaron 270 muertos; esta nueva fase provocó una fuerte desmoralización entre las tropas rusas lo que era, precisamente, lo que las tropas aliadas buscaban.

- La carga de la Brigada Ligera: este fue el verdadero punto desastroso en la parte estratégica de la batalla, pues más de 100 hombres, pertenecientes a la caballería británica, fueron enviados hacia la muerte en medio del humo y las balas de los cañones rusos.

Las ordenes fueron mal impartidas; los responsables de hacer atravesar por un nido de cañones a la caballería británica no entendieron que se les indicaba y se les introdujo en una trampa mortal.

Durante la cabalgada la Brigada quedó tan expuesta al fuego cruzado de granadas y mosquetería que las bajas producidas fueron terribles en hombres y caballos. No obstante, la Brigada mantuvo la serenidad cumpliendo a rajatabla con la orden encomendada y siguiendo fielmente el reglamento de caballería, que marcaba cuidadosamente el paso a mantener a las monturas en función de la distancia al objetivo (paso, trote y galope), no sonando el toque de "a la carga" hasta los últimos metros

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