¿Estados Fallidos? México y Venezuela Francisco Olguín Uribe

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Ya a principios de febrero de 2014 Leopoldo López y otros opositores al régimen de Maduro habían convocado a una marcha de protesta. El 14 del mismo mes, otra manifestación terminó en muertes, saqueos y heridos. El gobierno acusó y encarceló a Leopoldo López (quien actualmente cumple su condena en prisión domiciliaria por razones de salud).

Hasta ahora Maduro no ha ofrecido soluciones para resolver la crisis que vive su país. Culpa a gobiernos extranjeros, detiene a líderes opositores y reprime manifestaciones. En 2015 la oposición ganó la mayoría en las elecciones parlamentarias y en 2016 el nuevo congreso decidió recabar firmas para un referendo revocatorio, pero fue bloqueado por supuesto fraude. Ante ello, y aludiendo a la incapacidad de enfrentar sus retos como jefe del Poder Ejecutivo, los legisladores declararon al presidente en “abandono de cargo”. A instancias de Maduro, intervino el Tribunal Supremo de Justicia, que decidió asumir las competencias del parlamento, lo que fue visto como un “golpe de Estado”.

La crisis se sigue agudizando, aumentan las protestas que han costado la vida a ya varias decenas de manifestantes. Con una popularidad del 20 por ciento, según varias fuentes, Maduro convocó a una asamblea nacional integrada por 500 delegados provenientes de sus grupos de apoyo, para redactar una nueva constitución. La oposición ha decidido seguir adelante con el referéndum que se había propuesto: las posiciones se alejan y arrecia la confrontación entre el gobierno y sus opositores.

La negativa de Caracas a escuchar los llamados de la OEA ante actos que contravienen la Carta Democrática Americana adoptada por aclamación en 2001, muchos países miembros propusieron suspender la membresía de Venezuela de este organismo regional. Maduro decidió renunciar a la OEA, hecho sin precedentes, antes que sufrir esa afrenta.

Pero lo que vive Venezuela es una crisis humanitaria. Se requiere la cooperación regional para atender la situación social, rescatar la economía y evitar que el país derive hacia una revolución o una dictadura. Más que sanciones urgen soluciones constructivas en términos que pueda aceptar el gobierno venezolano. Diseñar esas soluciones es el reto de la diplomacia de la región, México incluido. Tal vez nuestro país tendría mayor éxito con una labor diplomática discreta como la que ha realizado en otros momentos (la Cuba de Fidel Castro, por ejemplo).

¿Y Estados Unidos? La relación bilateral con Venezuela fue cordial antes de Chávez, la Unión Americana es el destino ideal del petróleo venezolano y algunas de sus refinerías están diseñadas para procesar el crudo de Venezuela. Rex Tillerson era presidente y CEO de ExxonMobil en 2007 cuando la petrolera venezolana (PDVSA) adquirió control mayoritario de sus acciones en ese país. Tras un arbitraje del Banco Mundial, el hoy Secretario de Estado tuvo que aceptar un monto diez veces inferior al demandado. Pero hasta ahora Washington parece haber optado por la indiferencia ante la situación que se vive en el hermano país.