Evolucion de victimologia
Enviado por John0099 • 8 de Abril de 2018 • 18.457 Palabras (74 Páginas) • 298 Visitas
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Muchas, presunciones sugieren la explicación de estas in¬consistencias. Ovbiamente, aun en los casos en que los compo¬nentes instintivos dominantes son los mismos, como con el sa¬dismo anal del neurótico delincuente y obsesivo, la elección entre las dos soluciones patológicas opuestas depende de la interacción con las actitudes del yo y éstas varían en el curso de los procesos de—maduración y desarrollo. Los deseos de muerte, agresión, deshonestidad que son aceptables para e) in¬dividuo en un determinado nivel del yo y del superyó, están condenados y existen defensas contra ellos en el siguiente; de aquí el cambio de rasgos delictivos a compulsivos. De otra manera, de nuevo con la maduración del yo, las defensas contra la ansiedad que utilizan el sistema motor tal como la con¬versión somática y las retiradas fóbicas cambian por meca¬nismos de defensa en los procesos del pensamiento tales como contar, las fórmulas mágicas, deshacer, aislar; esto explica el paso de la sintomatología histérica a la obsesiva. Las mezclas de síntomas histéricos y obsesivos pueden explicarse simple¬mente: los niños que producen trastornos histéricos de carácter permanente adquieren no obstante adicionalmente un número transitorio de síntomas compulsivos mientras pasan a través de la fase sádico-anal, para los cuales están adecuados; en otros, en quienes se está desarrollando una neurosis obsesiva perma¬nente, las ansiedades libres flotantes, las fobias y los síntomas histéricos persisten como residuos del nivel de desarrollo que Les ha precedido. En los obsesivos más pequeños, los conflictos ambivalentes y las compulsiones pueden considerarse como signos ominosos tempranos de escisiones y desarmonías dentro de la estructura, suficientemente serias como para conducir en etapa posterior a una total desintegración psicótica de la per-sonalidad.
Otro hallazgo que todos los analistas pueden confirmar en el servicio diagnóstico de las clínicas de niños es que el campo de las alteraciones mentales en la infancia es más extenso de lo esperado de acuerdo con la experiencia de la psicopatologia del adulto. Entre todo este material clínico, se encuentra por supues¬to el núcleo de todas las formas típicas de compulsiones, ceremo¬niales.rituales, ataques de ansiedad, fobias, trasturnos de origen traumático y psicosomático, inhibiciones y deformaciones del carácter, que se pueden agrupar dentro del capítulo de las neu¬rosis infantiles; o los serios retraimientos del mundo objetal y el enajenamiento de la realidad que se clasifica dentro del capítulo de las psicosis infantiles. Pero esto no constituye de ninguna manera la mayoría. Habría que agregar las alteraciones (no or¬gánicas) de las necesidades vitales del organismo, por ejemplo los trastornos de la alimentación y del sueño del infante; las excesivas demoras (no orgánicas) en la adquisición de ciertas capacidades vitales tales como el control de la motricidad, del habla, de los hábitos higiénicos, del aprendizaje; los trastornos primarios del narcisismo 2 y de las relaciones objétales; los estados originados por tendencias destructivas y la destrucción de sí mismo de naturaleza incontrolable, o por derivados incontrola¬bles de los impulsos sexuales y agresivos; las personalidades in¬fantiles y con retardos. Algunos de estos niños nunca llegan a la fase fálico-edípica, que constituye el verdadero punto" de partida de las neurosis infantiles. En algunos la organización defensiva está poco desarrollada, es primitiva y defectuosa con el resultado de que sus síntomas corresponden a irrupciones del ello más que a formaciones de compromiso entre el ello y el yo. En algunos casos, la formación del superyó es tan incompleta que los juicios morales, la culpabilidad y los conflictos internos faltan como fuerzas internas de control.
Hasta el presente sólo existen formulaciones descriptivas y no dinámicas suficientemente detalladas para explicar la enor¬me variedad de cuadros clínicos que existen en este campo. Qui¬zás algunos de los trastornos que sobrevienen en los primeros años de la vida representan los preestadios del desarrollo neuró¬tico que serán transformados en una neurosis específica con los avances adecuados del yo y el superyó en la estructuración. Otros pueden representar neurosis abortivas, es decir, intentos falli¬dos, incompletos y a corto plazo, de las acciones del yo para co¬rresponder a los impulsos y modificarlos.
LOS TRASTORNOS DEL DESARROLLO
Como mencionamos anteriormente, los trastornos mentales son numéricamente más frecuentes y más variados en los niños que en los adultos. Su frecuencia aumenta por una parte debido a las circunstancias creadas por la dependencia del niño y, por otra parte, a los esfuerzos y tensiones relacionados con los pro¬cesos del desarrollo en sí.
Tensiones externas
Debido a la incapacidad de cuidarse a sí mismos, los niños tienen que aceptar el tipo de cuidado que se les brinda. Cuando este no es extremadamente sensitivo origina un número de tras¬tornos, los más tempranos de los cuales están ligados con el sueño, la alimentación, la evacuación y el deseo de estar acom¬pañado.
En estos cuatro campos las inclinaciones naturales propias del niño no están en armonía con muchos de los hábitos cultu¬rales y sociales de la actualidad. El niño tiene su propio ritmo de .sueño, pero éste generalmente no coincide con la hora, durante el día o la noche, ni con el tiempo que la madre desea que duer¬ma, de acuerdo con las necesidades de su horario. El niño tiene sus propios métodos para hacer la transición del estado de vi¬gilia al sueño por medio de'actividades autoeróticas tales como chuparse el dedo, masturbarse o abrazar los objetos de transición (Winnicott, 1953), pero sólo puede hacerlo libremente con la indulgencia de la madre, que por otra parte a menudo interfiere. Es una necesidad primitiva del niño el contacto estrecho y cálido de la piel de otra persona mientras se queda dormido, pero esto contraría las reglas de higiene que exigen que el niño duerma en su propia cama sin compartir la de sus padres. Los alimentos que el niño apetece, la hora en que quiere ingerirlos o la can¬tidad, raramente dependen de su propia decisión (excepto en el método de alimentación por solicitud de los infantes) , con el resultado de que se le imponen penosos períodos de espera al hambre que padece o se lo alimenta cuando no lo desea. Excepto en los tipos más modernos de crianza, el entrenamiento del con¬trol de esfínteres comienza demasiado pronto, es decir, cuando aún ni el primitivo control muscular ni los progresos de la per¬sonalidad hacia el manejo corporal están preparados
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