Introducción al Desarrollo Sustentable
Enviado por mondoro • 20 de Diciembre de 2018 • 1.382 Palabras (6 Páginas) • 292 Visitas
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En 1950 la obsolescencia programada se hará descaradamente visible en un producto innovador para la época, las medias de nailon. Dupont creará una revolucionaria fibra sintética, el nailon. Con este resistente material fabricaría medias para las mujeres. Estas medias al ser tan resistentes en un primer momento hicieron que las ventas se redujesen. Dupont encargaría alterar la composición de esta fibra para reducir su resistencia. De esta forma lograría que las medias fuesen propensas a las "carreras", propiciando de esta manera la reactivación de las ventas.
Hoy se ve cada vez más la obsolescencia programada, aunque su fundamento puede ser lógico en el sentido de la continuidad de un negocio, es una situación de consumo en la que se está obligado formar parte. Bajo el fundamento de que el consumo genera a su vez empleo, existen autores que proponen todo lo contrario como es el caso de Jean Pierre Haber, ponente de un dictamen en Europa que propone la prohibición de la obsolescencia programada, quien afirma que si tiramos menos cosas a la basura, tendríamos que reparar más y se crearían miles de empleos.
En el año 2014 Francia se convierte en uno de los líderes en la lucha contra la obsolescencia programada. Dentro de la ley, ya aprobada, de Transición Energética, se exigen multas de hasta 300, 000 euros y penas de cárcel de hasta dos años para los fabricantes que programen la muerte de sus productos. Aunque su aplicación no es fácil por cómo es posible comprobar esto, un reciente estudio encargado en Francia por el Centro Europeo del Consumidor recopila varias muestras. Por ejemplo:
- Los antiguos televisores de tubos podían durar hasta 15 años, mientras que los actuales no pasan de 10.
- 8 de cada 10 lavadoras tienen cubetas de plástico, en vez de acero inoxidable, que pueden romperse con el golpe de una moneda.
Los fabricantes insisten en que el acortamiento no es deliberado, sino que se debe a la exigencia de que los productos sean más eficientes y más baratos.
La práctica de la obsolescencia programada está a día de hoy muy extendida entre los fabricantes, sobre todo a raíz de la aparición de las nuevas tecnologías.
El último gran ejemplo de obsolescencia programada lo tenemos en los iPods de Apple. En 2003, las baterías de los primeros modelos tenían una duración limitada. La empresa, tras la muerte de la batería, no se hacía cargo de su reparación, obligando de esta forma al consumidor a comprar nuevos productos Apple. Este acontecimiento sería denunciado por un amplio colectivo representado por la abogada Elizabeth Pritzker. Se descubrió que las baterías habían sido diseñadas para tener una vida muy corta. Desde entonces Apple proporciona recambio a estas baterías. Es interesante ver como una empresa que presume de la calidad de sus productos y de ser ecológica acorta la vida de sus productos con los impactos ambientales que esto acaba suponiendo. Como vemos, la obsolescencia programada es una práctica casi centenaria. Esta técnica, de acortamiento de la vida útil, ha sabido evolucionar con el paso del tiempo hasta infectar y corromper a una sociedad consumista y despreocupada, sobre todo con el medio ambiente.
Mi opinión:
Las empresas cada vez acortan más la vida de sus productos, es lo que llamamos obsolescencia programada.
Se han fabricado bombillas con una duración de 100.000 horas, actualmente la mayoría están restringidas a 1000 asegurándose así una venta regular de bombillas. Otro ejemplo son las impresoras que poseen un chip con recuento de impresiones, cuando llega a determinado número deja de funcionar siendo más rentable comprar una nueva que repararla; y lo mismo ocurre con otros mecanismos electrónicos.
Se crean productos casi de usar y tirar, lo que no sólo afecta a los consumidores sino al planeta, con un consumo de recursos y generando desechos innecesarios. Esto va totalmente en contra del tratado internacional que prohíbe enviar residuos electrónicos a los países en vías de desarrollo. Se alega que son productos de segunda mano, cuando el 80% son irreparables. Estamos convirtiendo a estos países en el basurero del mundo.
Mientras los mercados nos manipulan nuestra huella ecológica se agranda. Más vale que empecemos a practicar un consumo sostenible si no queremos destruir nuestro mundo.
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