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La Alimentación. Un problema Social

Enviado por   •  25 de Abril de 2018  •  3.314 Palabras (14 Páginas)  •  199 Visitas

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Una forma de conocer la composición de los alimentos, así como de controlar la cantidad y calidad de sus componentes que se incorporan en la dieta, es a través de la lectura de las etiquetas de los envases.

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Los envases aportan información acerca de los porcentajes o de las cantidades de cada alimento y de la cantidad de energía que aportan (medida en calorías). Algunas etiquetas indican en que medida este alimento cubre la dosis recomendada por las autoridades sanitarias. También informan si contiene aditivos, colorantes, conservantes, saborizantes o componentes no aptos para quienes padecen determinados trastornos alimenticios. El envase debe indicar la fecha de envasado y de vencimiento del alimento.

Los aditivos alimentarios son sustancias que se añaden a los alimentos para mejorar su color, su textura o su sabor o para conservarlos durante un cierto periodo. Los conservantes protegen contra una posible intoxicación, ya que evitan que durante un tiempo los alimentos se estropeen por el contacto con bacterias y hongos. También, los diferentes métodos de preservación de los alimentos, como la refrigeración, la pasteurización y la deshidratación, tienen como objetivo evitar el desarrollo de microorganismos que puedan producir sustancias tóxicas perjudiciales para la salud.

Cualquier dieta que no resulta equilibrada ya sea por ausencia, escasez o exceso de nutrientes se llama: “malnutrición”, según cual sea el trastorno alimentario, su duración y la etapa de la vida en que ocurre, las consecuencias sobre la salud pueden ir desde simples molestias hasta deficiencias en el desarrollo. En general, la detección temprana de estos trastornos permite un tratamiento eficaz.

Si en una dieta se ingieren glúcidos y lípidos en cantidades superiores a las que el organismo requiere, el exceso se almacena en el tejido graso o adiposo en diferentes partes del cuerpo. La acumulación de grasas puede provocar un exceso de peso, una forma de malnutrición que puede favorecer la aparición de enfermedades cardiovasculares, diabetes o hipertensión. También se recomienda reducir el consumo de alimentos con un elevado contenido de sal, ya que pueden favorecer la hipertensión –aumento de la presión arterial- y derivar en problemas circulatorios.

En cambio, la carencia o la deficiencia de nutrientes es otro caso particular de malnutrición. Se conoce como “desnutrición”, y puede exponer al organismo a trastornos del crecimiento, fundamentalmente durante la niñez, a falta de energía y a menor capacidad de trabajo y concentración. Cuando son muchos los nutrientes deficientes en la dieta, se habla de “desnutrición calórico-proteica”, que es característica de los sectores de la población más pobres.

La carencia de un solo nutriente, por ejemplo hierro vitamina A o yodo, se conoce como “desnutrición oculta” porque en ocasiones no se manifiesta externamente, pero se puede detectar a través de un análisis de sangre.

- La industrialización de la comida:

El modo en que se producen los alimentos en la actualidad es de una manera perversa. No se producen alimentos, que cubran las necesidades de las personas, ricos en proteínas, nutrientes, calorías, para poder llevar a cabo una dieta equilibrada, balanceada y saludable como nos referimos en la primera parte de este trabajo. Se producen alimentos enmarcados en la lógica del mercado capitalista: ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible. Se generan necesidades de consumo a través de publicidades y marketing, y la comida se vuelve una mercancía más que hay que comprar.

Si nuestro patrón alimentario fuera una comida, tendría en su receta ingredientes geográficos, climáticos, políticos, económicos, al igual que cualquier creación cultural.

De esta forma van desapareciendo los pequeños productores, campesinos, agricultores, ganaderos, etc., que no pueden competir ni contra las grandes industrias (que cuentan con la última tecnología: topadoras, grandes y modernas máquinas, millones de litros de agroquímicos y semillas transgénicas multinacionales), ni contra el avance de la producción de soja para la exportación (como alimento para animales de países orientales).

A continuación daremos algunos ejemplos de la forma de producción industrial de los alimentos que mayormente consumimos:

El pollo es uno de los alimentos que más consumimos en Argentina. Pero los pollos que compramos frecuentemente en las carnicerías, pollerías o mercados, no son criados en granjas, en corrales, sino en los llamados “galpones de engorde”, hacinados dentro de jaulas apiladas unas sobre otras, sin espacio para moverse, con la finalidad de quitarles movilidad y que de esa forma no pierdan peso. También les cortan los picos para que no puedan atacarse unos a otros productos del estrés que les provoca el encierro.

Se los alimenta con un preparado que contiene maíz, cáscaras de granos y maní, conchilla de ostras, harina de pescado, hueso y harina de sangre (de otros pollos o gallinas, o de vacas o cerdos), pigmentantes (que les da un color “saludable” a la carne del pollo), antioxidantes y antibióticos. Este último ingrediente (también se utiliza para engordar vacas y cerdos) tiene la finalidad de combatir las bacterias que viven dentro del intestino de los animales, para volver más lento su metabolismo y así engorden más rápido.

Pero esto trae consecuencias como el desarrollo y propagación de enfermedades para las que ya no hay cura, ya que el uso de antibióticos hace el efecto contrario al que uno supone: es decir, que aquel que coma carne de pollo con antibióticos creará resistencia contra la bacteria. Sin embargo, es la bacteria la que se fortalece y se vuelve resistente.

De igual forma que con los pollos, la producción de huevos, utiliza el mismo mecanismo de tortura con las gallinas ponedoras. Se las amontona en jaulas sin movilidad y sólo se las alimenta excesivamente o se las deja de alimentar en relación a su producción de huevos.

Otros alimento que consumimos, pero que además se los considera “los más sanos” son las frutas y verduras. Pero las que compramos en las verdulerías no provienen de huertas bajo el sol, sino de invernáculos: pequeños espacios donde se cultiva excesivamente. Estos espacios facilitan el monocultivo y las hortalizas fuera de estación. Son invernaderos con techos y paredes de plástico, ambientes poco aireados, cargados de humedad y vahos tóxicos.

Además se utilizan químicos que contribuyen únicamente a la estética y

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