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La taberna del turco

Enviado por   •  28 de Febrero de 2018  •  1.113 Palabras (5 Páginas)  •  342 Visitas

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y fría pero a la vez podía quebrarse con una sonrisa cálida y acogedora. Su rostro era serio, inexpresivo y grave.

Al ver a Íñigo, le dio su capa. Fueron juntos a donde estaba Mendo el Toscano (barbero que admiraba a Alatriste) y se arregló y cambio de ropa con su otro único traje que tenía.

Íñigo vio las cicatrices de Alatriste:

• Una que bajaba obre la ceja izquierda

• Una en forma de media luna entre el ombligo y la tetilla derecha

• Una como un zigzag grande en un muslo

• Una en la espalda, con forma de estrella, producto de un balazo

• Un tajo violáceo de casi un palmo en el costado izquierdo

Íñigo lo ayudo a vestirse y a introducir la espada en el cinturón que antes había engrasado. Alatriste se vio un rato en el espejo.

Luego fueron juntos a la taberna del Turco sin capa pero con su caída pluma roja en la toquilla del sombrero. Íñigo le seguía y observaba detalladamente los alrededores y vio en un carruaje a una chica rubia (que según él era el Diablo pero eso aún no lo sabía)

Francisco de Quevedo era un poeta cojitranco y valiente, putañero, corto de vista, caballero de Santiago, rápido de ingenio y de espada, famoso en la corte por sus versoso y su mala suerte. Cuando se emborrachaba, batía con Cristo. Lo desterraban muy seguido y cuando reconocían un nuevo poema suyo, lo dejaban fuera de circulación por un tiempo. Esto lo molestaba pero él no cambiaba.

Francisco de Quevedo era amigo de Alatriste, buen acompañante de mesa y buen amigo. Ambos iban a la taberna del turco y Caridad les reservaba una mesa.

En esta ocasión fueron y Francisco se empezó a emborrachar. Unos forasteros lo felicitaron por unos versos que en realidad eran de Luis de Góngora, su más grande rival literario. Esto junto con los efectos del alcohol hizo que empezase una riña entre ellos. Los forasteros trataban de disculparse y el Dominé Pérez también lo trataba de calmar mediante frases en latín, pero el licenciado Calzas lo incentivaba a pelear. Alatriste permaneció siempre apoyando a Quevedo

Cuando ya estaban inciando la pelea, llega al lugar el teniente de alguaciles Martín Saldaña. Ent0onces las cosas se tranquilizan y no pelean. El teniente se sienta con un jarro para hablar con Alatriste.

Martín Saldaña era duro y tostado como ladrillo. Fue soldado en la guerra de Flandes. Saldaña tuvo mejor suerte que sus compañeros Alatriste y Balboa: un cuñado mayordomo en Palacio y una mujer madura ayudaron a Saldaña a medrar en Madrid tras su licencia de Flandes, cuando la tregua del rey Felipe III con los holandeses ya estaba establecida. Se convirtió en la que es ahora: el teniente de alguaciles.

Saldaña era bravo y con malas pulgas. Le propuso un trabajo a Alatriste criticando su situación actual. Sin embargo, Alatriste le hace recordar que podían estar en la misma condición solo que Saldaña tuvo más suerte.

Bebían y Saldaña le hablaba acerca del asunto, por el cual iban a pagar bastante dinero y le traería varios beneficios como el de juntarse con gente importante que defina su futuro; pero le dijo que los detalles

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