Los 80 años de Gabriel García Márquez.

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Finalizo estas líneas con unos extractos del libro “El olor de la guayaba”, entrevista que en 1982 le hiciera su amigo y también escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza:

“Empecé a escribir por casualidad, quizá sólo para demostrarle a un amigo que mi generación era capaz de producir escritores. Después caí en la trampa de seguir escribiendo por gusto y luego en la otra trampa de que nada me gustaba más en el mundo que escribir…”

- (Influencias en su escritura) “…en primer término mi abuela. Me contaba las cosas más atroces sin conmoverse, como si fuera una cosa que acabara de ver. Descubrí que esa manera imperturbable y esa riqueza de imágenes era lo que más contribuía a la verosimilitud de sus historias. Usando el mismo método de mi abuela escribí Cien años de soledad”.

- (La muerte del coronel Aureliano Buendía) “… yo sabía que en un momento dado tenía que matarlo y no me atrevía. El coronel estaba viejo ya, haciendo sus pescaditos de oro. Y una tarde pensé: ahora si se jodió. Tenia que matarlo. Cuando terminé el capítulo, subí tembloroso al segundo piso de la casa donde estaba mi esposa Mercedes. Supo lo que había ocurrido cuando me vio la cara. Ya se murió el coronel dijo. Me acosté en la cama y duré llorando dos horas”.

- “La vida cotidiana en América Latina nos demuestra que la realidad está llena de cosas extraordinarias”

- “Mi recuerdo mas vivo y constante no es el de las personas sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos (…) Es un sueño recurrente que todavía persiste (…) Aún en el sueño persiste el que fue mi sentimiento predominante durante toda aquella época: la zozobra nocturna. Era una sensación irremediable que empezaba siempre al atardecer y que me inquietaba aún durante el sueño hasta que volvía por las hendijas de las puertas la luz del nuevo día. No logro definirlo muy bien pero parece que aquella zozobra tenía un origen concreto y es que en las noches se materializaban todas las fantasías, presagios y evocaciones de mi abuela. Esa era mi relación con ella: una especie de cordón invisible mediante el cual nos comunicábamos ambos con un universo sobrenatural…”

- (Acerca del mejor lugar para escribir) “…lo he dicho varias veces: una isla desierta por la mañana y la gran ciudad por la noche. Por la mañana necesito silencio. Por la noche un poco de alcohol y buenos amigos para conversar. Siempre tengo la necesidad de estar en contacto con la gente de la calle y bien enterado de la actualidad. Todo esto corresponde a lo que quiso decir William Faulkner cuando declaró que la casa perfecta para un escritor era un burdel, pues en las horas de la mañana hay mucha calma y en cambio en las noches hay fiesta”.

Francisco Luis Villanueva Orihuela

Magdalena del Mar, 7 de marzo del 2007