MITO: “TODO TIEMPO PASADO FUE MEJOR”.

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La Argentina experimentó a principios y mediados del siglo XX una escuela pública heterogénea, pero hay datos que parecen no tenerse en cuenta. En 1914, el 36% de los habitantes del país eran analfabetos, en 1947 todavía lo era el 14%. En algunas provincias, como Formosa, a mitad del siglo XX, la mayoría de los niños en edad escolar no asistía a la escuela. En la misma época, sólo el 10% de los jóvenes de Argentina asistía a la secundaria. Más precisamente la educación era para pocos, no todos se encontraban alfabetizados.

Por ende, parece ser que, en ningún momento de nuestra historia los diferentes sectores sociales tuvieron un acceso igualitario a la educación. Desde siempre, existió la diferenciación entre sectores sociales, y más aún ésa diferencia se evidenció dentro de las escuelas.

Pero la cantidad de creencias que se derraman en nuestros discursos coloquiales como “todo tiempo pasado fue mejor”, “antes la escuela pública era maravillosa” y tantas otras frases, tornan muy difícil desarrollar una mirada crítica, que distinga avances, problemas o desafíos. En ese pasado, no todos los habitantes tenían más acceso al conocimiento, por el contrario, muchas veces se realizó una distinción entre “ricos” y “pobres”. Quienes podían acceder a ese conocimiento eran las clases altas, quienes también terminaban sus estudios secundarios y continuaban sus estudios superiores, ya que, tenían un sustento económico que los habilitaba a continuar sus estudios.

En relación con los estudios superiores, en ese pasado sólo tenía como obligatorio el nivel primario, cumpliendo dicha etapa se podían seguir los estudios secundarios o entrar al ámbito laboral. Quien tenía un título, era fruto de sus méritos, dedicación y sustento económico, y era reconocido socialmente ya que era atributo de unos pocos, de la minoría. Con el paso del tiempo, las escalas educacionales fueron cambiando, la reforma venía aparejada con la obligatoriedad del secundario. Aquí se modifica esa visión de “prestigio”; finalmente en la actualidad, quien tiene un título de nivel superior tiene muchas más oportunidades laborales, y mucho más rápido ingresa al mercado del trabajo. Entonces, a nivel educativo, las escalas y las competencias se modifican en relación con ese pasado “mejor”.

Finalmente, ¿Se podrá seguir pensando que el pasado fue mejor? En la actualidad es mucho más complejo de analizar la institución, ya que se requiere de una educación de calidad, de mucha más reflexión, buenos saberes seleccionados (ya que vivimos dentro de un contexto sobresaturado de información gracias a las nuevas tecnologías), una educación valiosa, que no intente homogeneizar a los alumnos/as sino que se promueva la democratización, sujetos libres y autónomos para participar en su propia construcción como sujetos, promover una enseñanza de prestigio que le ofrezca a la sociedad las herramientas necesarias para poder comprender, actuar y operar en todos los ámbitos de la vida social, política, laboral y cultural, y una excelente educación y futuro asegurado para las nuevas generaciones.

¿Hay mucho por hacer? Obviamente que sí pero sostenemos indiscutiblemente que si bien la educación actual tiene sus falencias, hay avances, grandes avances.