MUTANTES

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La familia Ovitz fue sometida a todo tipo de experimentos como extracción de líquido de la columna vertebral, pruebas ginecológicas...Incluso, los nazis rodaron un corto para la diversión del dictador donde los Ovitz eran los protagonistas.

Elizabeth, una de las hermanas de los Ovitz aseguró de que Mengele, "el ángel del infierno", cuando los vió, dijo que tendría trabajo para los próximos 20 años y que la ciencia tendría un tema digno de interés y consideración.

Mengele estaba muy interesado por el enanismo por ello, los miembros de esta familia fueron como cobayas con las que experimentaba, pero cuando estaba fuera del laboratorio, Mengele se portaba con naturalidad con los Ovitz. No se sabe cuánto tiempo habría tardado Mengele en ejecutar a algún miembro de la familia Ovitz para diseccionarlo, como hacía con varios pacientes para extraerles los ojos o inyectarles alguna sustancia en la cabeza para cambiarle el color de pelo o dejarlos paralíticos para hurgar en su médula espinal.

Los Ovitz sufrieron experimentos hasta que el campo de concentración de Auschwitz fue liberado el 27 de Enero de 1945. Tras la liberación, emigraron a Israel donde siguieron con sus espectáculos y más tarde, los llamarían para declarar en un juicio contra Mengele, donde se negaron a dar muchos detalles sobre los experimentos que sufrieron.

b) Los Castrati

Hasta el siglo XIX miles de niños sufrieron la extirpación de sus testículos para que conservaran una voz de soprano. Los castrati eran hombres capaces de cantar con una tonalidad de voz muy aguda. Tanta, que causaron furor durante el Barroco, época en la que llegaron a convertirse en el equivalente a las actuales estrellas musicales.

Como el propio nombre de los cantantes indica, la operación consistía en la amputación de los testículos, con el fin de que no pudiesen producir hormonas sexuales masculinas, responsables de la muda vocal que se opera en la adolescencia. Por ello, la intervención solía realizarse entre los 8 y 12 años de edad.

Hay que señalar que en sentido estricto, no era una castración de todo el aparato genital.

El resultado de esa poca ética intervención quirúrgica era una espectacular voz que mezclaba el colorido tímbrico masculino y femenino. Poseía la potencia propia de un hombre y, a la vez, tenía una gran ligereza y capacidad para hacer agudos portentosos como una mujer. Esa voz híbrida era considerada celestial por el público de la época, entre el que causaba furor. La castración de seres humanos nunca estuvo formalmente permitida, pero se toleraba y generalmente era enmascarada con supuestos accidentes o enfermedades que la justificaban.

Con el fin del Barroco y la incorporación de las mujeres a la escena musical, las voces de los castrati desaparecieron de los escenarios, aunque siguieron vivos en los coros eclesiásticos hasta bien entrado el siglo XIX. En la actualidad, su papel es asumido por los contratenores, que logran agudizar su voz con una técnica depurada, en lugar de recurrir a prácticas aberrantes.