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Rerum Novarum.

Enviado por   •  19 de Febrero de 2018  •  1.701 Palabras (7 Páginas)  •  409 Visitas

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Debemos tener presente que todos los ciudadanos están obligados a cooperar por el bienestar común de la sociedad que luego se refleja en el beneficio común, ahora bien no todos podemos colaborar de la misma forma y es indudable que el trabajo de los obreros es el que logra crear la riqueza nacional, es por ello que el gobierno debe preocuparse de que los obreros sean partícipes de esa riqueza reflejándose en tener unos bienes para poder subsistir y tener una vida digna.

Entender que el bienestar público debe ser la ley suprema y la única razón de la autoridad pública, tanto la Biblia como la filosofía coinciden en que la gobernación ha sido creada para bien de los gobernados y como el poder político viene de Dios, ha de administrarse a ejemplo de la divina soberanía.

Debe ser de interés común tanto el bien privado como al público, los derechos y deberes de cualquier persona deben de ser protegidos religiosamente y el poder público tiene el deber de castigar toda violación que se produzca de la justicia por lo tanto el Estado debe asegurar mediante prudentes normas el respeto a la propiedad particular enfocando sobre todo en dirigir estas normas preferentemente a la defensa de los obreros y los necesitados.

Uno de los aspectos mencionados en la encíclica que debe proteger el Estado son los bienes del alma, nadie puede hacer injusticia a la dignidad del hombre, el espíritu es el que lleva impreso la imagen y semejanza de Dios y ni siquiera el mismo hombre puede renunciar a ello.

Para la protección integra del obrero, se debe respetar la necesidad de descanso entre una jornada laboral y otra, un descanso mencionado también en la religión con el fin de traerle hacia los pensamientos de los bienes celestiales y hacia el culto a Dios. Todo esto teniendo en cuenta que no todos tenemos las mismas cualidades y virtudes para un trabajo u otro, por lo tanto se debe establecer como regla general que se ha de conceder a los obreros el descanso que sea necesario para recuperar las fuerzas utilizadas por el trabajo.

Por ultimo en este apartado nos menciona que el obrero debe recibir un salario suficiente en consecuencia con la actividad realizada por este y por supuesto suficiente para sustentar a su familia y pensar incluso en un razonable ahorro de parte del capital recibido, para ello de be haber un reparto justo de los bienes, siempre respetando la propiedad privada procurando el Estado moderar su uso para armonizarlo con el bien común.

- Las asociaciones.

En esta última parte de la encíclica nos dice que son las mismas clases, las que para solucionar la cuestión obrera, mediante instituciones creadas para prestar auxilio a los más necesitados e intentar unir las dos clases entre sí. Tener en cuenta que el fin de la sociedad civil es universal, ya que se refiere al bien común general de todos los ciudadanos, pero en contra de esto existen sociedades que surgen el ámbito de lo privado, ya que su fin es solo el particular de sus socios.

El hombre tiene derecho natural a formar tales sociedades, el Estado no las puede prohibir ya que este ha sido creado para la defensa del derecho natural, ahora bien si estas sociedades se crean con intención de ir en contra de la justicia y en definitiva en contra de la sociedad civil, el Estado tendrá derecho a oponerse a ellas prohibiéndolas o disolviendo las ya formadas. Aparte de estas asociaciones y sociedades privadas también paralelamente existen las religiosas, estas únicamente están sometidas a la autoridad de la Iglesia, el Estado tiene el deber de respetarlas y si fuere necesario defenderlas.

La encíclica es consciente que son más numerosas las asociaciones de obreros, pero también es sensato decir que estas sociedades se encuentran dirigidas por ocultos jefes que buscan su propio beneficio. El Estado es quien debe proteger estas asociaciones pero sin entrometerse demasiado en su organización interna.

Los ciudadanos tienen el derecho a escoger libremente si desean unirse a la sociedad o no e igualmente elegir la reglamentación más adecuada a conseguir sus fines. Estas asociaciones deben crearse con el objetivo de que cada uno de sus socios reciba de ellas el mayor beneficio posible, todo esto teniendo muy en cuenta en los estatutos sociales la religión, ya que de otra forma estas asociaciones degenerarían.

Para finalizar la encíclica nos vuelve a mencionar la cuestión obrera, tema importante para el Estado, los obreros cristianos deben estar unidos en asociaciones para dar beneficio no solo a ellos mismos sino a la sociedad en general.

En definitiva la solución a los problemas actuales de la sociedad pasa porque los Estados deben intentar que sus ciudadanos vuelvan a la vida cristiana plena, todo ello defendiendo, la caridad, la mejor de las virtudes y teniendo en cuenta que la deseada salvación es fruto de una gran muestra de caridad cristiana.

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