“SUSTENTABILIDAD DEL DESARROLLO” O “SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA”

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de países tercermundistas, pero que afortunadamente existen grupos indígenas y campesinos que defienden su diversidad biológica y étnica, garantizando su derecho al patrimonio histórico de los recursos naturales y culturales (aunque en la actualidad las políticas de desarrollo de países como Colombia han entregado muchos recursos naturales a multinacionales sin importar el impacto en zonas de procedencia indígena y campesina). Por estas razones y las influencias de grandes potencias internacionales, priman intereses que generan mal llamadas “políticas de desarrollo sostenible”, pervirtiendo el concepto de ambiente, mediante propuestas como la del pensamiento neoliberal de asignar precios y derechos de propiedad a los recursos extraídos de la naturaleza; es así que todo hombre, cultura y naturaleza se transforma y se encamina hacia la esencia del modelo capital.

Hablar de entropía en el modelo capital (o en cualquier otro modelo económico), se encamina siempre a la degradación del entorno natural que rodea al modelo, es decir que NO se puede evadir este camino hacia el daño ambiental, pero por otro lado SI se puede reducir esa velocidad con la que se dañe el ambiente, prolongando la civilización y mejorando la calidad de vida, pero ligada todo a nuevas costumbres culturales, sociales y sobre todo ambientales. Por esto cuestionar “la sustentabilidad del capitalismo como un sistema que tiene el inescapable impulso hacia el crecimiento, pero que es incapaz de detener la degradación entrópica que genera (O’Connor, 1994)”, no es de solo el modelo capital sino de cualquier otro que se proponga, y que por ello debe encaminarse como prioridad la capacidad ambiental por sobre los demás intereses globales.

Desde mi perspectiva como estudiante y como futuro profesional que interviene directamente con el desarrollo rural, debe abarcarse la tecnología y las buenas prácticas de producción no solo como método para revertir los efectos de la degradación ambiental sino también para evitar el daño ambiental generado por los equivocados modelos de producción agrícola usados en la actualidad. Pero que no es suficiente con obrar como tecnócrata, sino que también el estado debe transformarse y priorizar el ambiente como eje estructural de una política de desarrollo que beneficie a la gran mayoría de la población. Desde este punto de vista de tener a la naturaleza como la base de toda organización de una comunidad, se evidencia como los estados han simplificado la complejidad de los procesos naturales y promueven indirectamente la destrucción de las identidades culturales para asimilarlas a una estrategia de poder en la apropiación de la naturaleza, porque es la “gula infinita e incontrolable” del modelo económico la que impide la modificación de ideologías económicas en pro de la naturaleza.

Como es posible pretender que las poblaciones indígenas valoren sus recursos naturales y culturales como capital natural, y que acepten una compensación económica por la cesión de ese patrimonio a las empresas transnacionales siendo que es la historia de la humanidad la que debe perdurar en el tiempo y no todo se puede ver como dinero. Por esto en la actualidad en varios países se están generando estrategias de las comunidades indígenas para autogestionar su patrimonio histórico de recursos naturales y culturales, con el fin de adaptarse y hacer resistencia a las políticas de globalización basadas en el modelo capital.

CONCLUSIONES

Los diferentes discursos que se han venido tomado desde hace décadas por gobiernos, han buscado referirse a los diversos daños que se han ocasionado al ambiente, y a la crisis ecológica global que se presenta por los modelos de producción vigentes; con estos argumentos y ciertos intereses de países se ha modificado la esencia inicial de vincular al ambiente en una economía que logre un desarrollo durable por una economía capital que dispone de un valor monetario al ambiente.

El concepto de ambiente hoy se enfrenta a las estrategias fatales de la globalización, por ello es necesario la reapropiación de la naturaleza y de la reinvención del mundo, basado en nuevas políticas y alternativas de economías que permitan tener una economía ecológica real.

BIBLIOGRAFIA

Enrique Leff, Saber ambiental sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder (Siglo XXI, México, 2004), pp. 17-30