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Teoría y práctica del comercio internacional

Enviado por   •  24 de Mayo de 2018  •  2.426 Palabras (10 Páginas)  •  386 Visitas

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Pero las nuevas discusiones sobre el comercio internacional planteadas en el seno de la UNCTAD pusieron de manifiesto una significativa contradicción en la manera de abordar el análisis de las ventajas e inconvenientes de una mayor participación en el mismo.

Los países ricos, por su parte, exigían de los países en desarrollo la apertura de sus fronteras a determinados productos, mientras dificultaban la entrada de otros en sus propios mercados. En estas condiciones, la discusión sobre las relaciones entre comercio y desarrollo se instaló en la paradoja. Mientras unos criticaban el concepto de libre comercio pero condenaban sus violaciones, otros lo defendían pero vulneraban sus principios siempre que les parecía conveniente.

En el fondo, la doctrina global o cosmopolita sobre el comercio internacional constituía una extrapolación de la idea del mercado como mejor asignador de recursos no sólo dentro de cada país, sino también entre los distintos países que comercian. En la práctica, tanto los modelos convencionales sobre el comercio como los principios rectores de la liberalización de la postguerra habían servido de base para establecer un pronostico no cumplido: aquél según el cual el libre comercio internacional estaba llamado a ser un instrumento clave para aminorar las diferencias económicas entre unos y otros países, a constituir una poderosa herramienta equilibradora a escala mundial. Sin embargo, como Myrdal (1964) se encargó entre otros de señalar, la gran diferencia existente en las posiciones de partida hacía muy difícil un resultado como ése. Por el contrario, el desequilibrio de salida se convertía en la causa de un encadenamiento de fenómenos cuyo resultado era precisamente el contrario: un aumento de la brecha existente entre unos y otros países.

Así las cosas, el debate abierto tras la convocatoria de la UNCTAD trató de buscar la solución por el único camino posible: el reconocimiento de tales diferencias, abriendo la posibilidad de tratos comerciales diferenciados en función del grado de desarrollo de los diferentes países. En 1965 el GATT aprobaba la parte cuarta del acuerdo general, en la que se incorporaba la posibilidad de concesiones y ventajas comparativamente más favorables para algunos países. Se abría así una brecha en lo que hasta entonces había constituido la práctica de los acuerdos internacionales sobre comercio tras la segunda guerra mundial, basada en la reciprocidad.

De manera más general, dicho juicio afecta al limitado papel jugado por la UNCTAD en pos de un nuevo marco para el comercio internacional más favorable —o, si se prefiere, menos desfavorable— para los países en desarrollo.

El comercio internacional en el marco de la globalización

Ya desde los años 60 y 70 venían produciéndose diversas aportaciones a la teoría del comercio internacional a partir de la introducción de nuevas variables en los modelos tradicionales. Así, las teorías de la brecha tecnológica, del retardo, o de la disponibilidad, entre otras (9), vinieron a plantear la necesidad de considerar otros factores explicativos del comportamiento del comercio, tales como el capital humano, el medio ambiente, el factor temporal en la difusión tecnológica, etcétera. Pero sin duda son los estudios relativos al papel de la organización industrial en la determinación del comercio internacional los que más influencia han ejercido durante los últimos años.

La realidad apunta más bien a que los nuevos diagnósticos y propuestas sobre el comercio internacional han perdido buena parte de la vocación universal de otros tiempos, y dan muestras de cierta resignación ante la dificultad de encontrar un modelo teórico actualizado capaz de fundamentar las virtudes del libre comercio como instrumento beneficioso para todos. Así las cosas, la aproximación al estudio del comercio internacional se ve obligada, en la práctica, a adoptar un doble punto de observación: por un lado, el que corresponde a los intercambios entre los países más desarrollados, caracterizados por un patrón de comercio intraindustrial; y, por otro, el referido a los intercambios entre países con diferentes grados de desarrollo, más próximo al tradicional patrón interindustrial.

El desplazamiento de la atención desde la ventaja comparativa hacia las condiciones de intercambio entre economías con similares dotaciones y disponibilidad de capital, tecnología y mano de obra cualificada, está en relación con la creciente equiparación operada entre los países industrializados durante las últimas décadas. Pero la preeminencia del comercio intraindustrial frente al modelo tradicional de intercambios es también, en buena medida, el resultado de la manera en que fue acometida la progresiva liberalización del comercio de productos manufacturados acordada en las sucesivas rondas negociadoras del GATT, al facilitarse el intercambio de los mismos entre los paí- ses capaces de producirlos competitivamente.

A comienzos de los años noventa, alrededor de una cuarta parte del comercio mundial estaba compuesto por bienes intercambiados en doble sentido dentro de las clasificaciones industriales estándar (Krugman y Obstfeld, 1993).

rollados. Pero más allá de los problemas específicos puestos de manifiesto en las actuales controversias sobre la regulación del comercio internacional, es preciso resaltar las novedosas características del marco en que los mismos se plantean.

En consonancia con todo ello, durante los últimos años ha ido ganando terreno la idea de unas ventajas competitivas fuertemente localizadas, que se derivan de capacidades humanas, tecnoló- gicas, o institucionales, cuya incidencia en la estrategia de las empresas y, por ente, en la posición de las mismas en los mercados internacionales, es más relevante que la inicial dotación de factores, o incluso que las economías de escala planteadas a partir del tamaño del mercado interno.

De manera complementaria, los análisis que parten de supuestos relacionados con la inmovilidad de los factores pierden aliento en un contexto caracterizado por menores obstáculos para circulación de los capitales y de algunos tipos de mercancías. Como colofón, la separación entre el análisis del comercio internacional y el de la inversión extranjera se vuelve muchas veces estéril cuando la planificación estratégica de las empresas que compiten en los mercados mundiales no entiende de tales distinciones.

La aseveración realizada por Schumpeter hace muchos años de que «la competencia no conoce un punto de equilibrio» (13), adquiere toda su dimensión en la actualidad, limitando considerablemente el alcance de aquellos modelos

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