Viejas y nuevas formas de ciudadanía

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En lo que concierne a la globalización, los grandes cambios económicos han obligado a que también haya un ejercicio de ciudadanía que abogue por la defensa de derechos relacionados con la tenencia de capital y la acumulación de riqueza. Las consecuencias nocivas que modelos económicos autoritarios e implantados en distintos países del mundo pueden generar en las sociedades de países como los de américa latina también son objeto de reivindicación social y ciudadana. Este es el caso de la elección de Donald Trump como presidente de los estados unidos. En un país que ha sido considerado históricamente como la tierra de las libertades, no deja ser paradójico que haya sido elegido un presidente conservador y que tenga como bandera de gobierno la censura, a través del constante ataque a sectores sociales, tales como la prensa, la academia, y minorías étnicas. Es también interesante ver como a raíz de las incendiarias declaraciones y acciones del señor Trump, se han estado realizando en EEUU multitudinarias marchas que han convocado diversos sectores de la sociedad, sectores que otrora no habrían convergido en estas nuevas formas de manifestación social. Es aquí donde vemos que gracias al acceso a la información y a las nuevas tecnologías, se han configurado nuevas formas de representación, logrando que se inviertan los papeles y los órdenes establecidos y se genere una transnacionalización de poderes sublevados ante el estado. Ya los de abajo no son los de abajo económicamente, ahora también son quienes ven reprimidos sus derechos ya sean de primero, segundo o tercer orden indistintamente de su origen socio económico. Y es este el orden que se invierte para ejercer nuevas formas de ciudadanía, ya lo local no es lo local en términos de ciudadanía, ni lo global es lo propio, son neo representaciones del ejercicio ciudadano. Como lo señala Mattos (1999) la globalización desde abajo tiende a reinventar las formas de ser oídos y escuchados, es desde el más bajo nivel, desde donde se empieza a reconfigurar las corrientes de representación. Por arriba se configura el modelo hegemónico de dominio y control, por abajo se da respuesta al control y dominio y se generan nuevas maneras de ejercer una nueva ciudadanía.