100 Años de Soledad, Hipótesis: Melquíades es el demiurgo de la obra
Enviado por Solomeo Las Paredes • 21 de Noviembre de 2020 • Trabajo • 2.130 Palabras (9 Páginas) • 700 Visitas
TP Nº 1 - ANALISIS
100 años de Soledad
Gabriel
García Márquez
Materia: Lengua Alumna: Maite Lanata
Fecha de entrega: 25/6/14 Año 2do
Hipótesis: Melquíades es el demiurgo de la obra.
Demiurgo significa literalmente: maestro, supremo artesano, hacedor.
Produce los elementos u objetos contemplando las ideas y utilizándolas como modelos para luego plasmarlas o realizarlas en la materia.
En la filosofía gnóstica (del conocimiento divino): Es la creencia de que el universo está traspasado por alguna clase de espíritu universal, del cual emana la materia. Es la entidad que, sin ser necesariamente creadora, es impulsora del Universo. Quien mueve los “hilos del mundo”, el alma o principio activo del Universo.
En la filosofía platónica: Es considerado un semidiós recreador y ordenador del Mundo. El autor del Universo.
La característica que tiene el demiurgo es que da condición de existencia desde el momento en que enuncia algo. En el momento en que no lo enuncia, o si nunca es enunciado, vive en el mundo pero es invisible.
En el personaje de Melquíades se destaca el carácter de demiurgo siendo la clave del desarrollo de la novela y el cronista de Macondo. Es el portador de la inteligencia, el único personaje de la obra que puede explicar todo lo que está sucediendo, además de ser el alter ego[1] del autor.
La concepción lúdica[2], elemento central del discurso narrativo: En la obra se experimenta la sensación de totalidad, gracias a su carácter de demiurgo, ya que en los pergaminos de Melquíades se presenta frecuentemente la siguiente estructura, en donde se destaca la perífrasis: se inicia con un hecho del futuro, luego la narración salta al pasado más remoto del hecho mencionado y, a partir de allí, sigue una narración cronológica lineal de los acontecimientos hasta llegar al hecho futuro que había sido referido al principio, cerrándose así el círculo, generando un juego de espejismos temporales y situándose donde se inició, narrando el hecho futuro del comienzo, en pasado.
“Años después, frente al pelotón de fusilamiento, Arcadio había de acordarse del temblor con que Melquíades le hizo escuchar varias páginas de su escritura impenetrable, que por supuesto no entendió, pero que al ser leídas en voz alta parecían encíclicas contadas.”
“En ese instante lo apuntaron las bocas ahumadas de los fusiles, y oyó letra por letra las encíclicas cantadas de Melquíades,[...]”
“Fascinado por el hallazgo, Aureliano leyó en voz alta, sin saltos, las encíclicas cantadas que el propio Melquíades le hizo escuchar a Arcadio, y que eran en realidad las predicciones de su ejecución,[...]”.[3]
Estas premoniciones en la obra, responden a la idea platónica del recuerdo, del círculo que regresa. La teoría platónica de la anamnesis[4], es que saber es recordar, regresar al origen.
También estas frases, al igual que otras (como la primera de la obra), dan indicios de que la historia de Macondo ya esta concluida, porque la acción de “acordarse” se produce “Años después, frente al pelotón de fusilamiento” es decir, en un futuro que, al continuar con la obra, ya ha ocurrido (“oyó letra por letra”). La localización de un pasado recordado dentro de un futuro que, en cierto sentido, ha ocurrido ya constituye la estructura temporal del libro en conjunto.
Este es un ejemplo de cómo Melquíades va dejando pistas a lo largo de la obra para que nosotros como lectores vayamos encontrándolas y podamos llegar, finalmente, a la conclusión de que es él quien escribe la historia de los personajes. Entonces, Melquíades como demiurgo crea la historia y sigue una lógica que pueda ser reconocida por el lector.
“Nadie había vuelto a entrar al cuarto desde que sacaron el cadáver de Melquíades y pusieron en la puerta el candado cuyas piezas se soldaron con la herrumbre. Pero cuando Aureliano Segundo abrió las ventanas entró una luz familiar que parecía acostumbrada a iluminar el cuarto todos los días, y no había el menor rastro de polvo o telaraña, sino que todo estaba barrido y limpio, [...], y la tinta no se había secado en el tintero[...]”[5].
En este cuarto la vida no transcurre, es una “fracción eternizada”, prueba de lo cual es que las cosas no se ensucian.
“Pocas horas después, estragado por la vigilia, entró al taller de Aureliano y le preguntó: «¿Qué día es hoy?» Aureliano le contestó que era martes. «Eso mismo pensaba yo -dijo José Arcadio Buendía-. Pera de pronto me he dado cuenta de que sigue siendo lunes, como ayer. Mira el cielo, mira las paredes, mira las begonias. También hoy es lunes.» Acostumbrado a sus manías, Aureliano no le hizo caso. Al día siguiente, miércoles, José Arcadio Buendía volvió al taller. «Esto es un desastre -dijo-. Mira el aire, oye el zumbido del sol, igual que ayer y antier. También hoy es lunes.»”
“Ambos descubrieron al mismo tiempo que allí siempre era marzo y siempre era lunes, y entonces comprendieron que José Arcadio Buendía no estaba tan loco como contaba la familia, sino que era el único que había dispuesto de bastante lucidez para vislumbrar la verdad de que también el tiempo sufría tropiezos y accidentes, y podía por tanto astillarse y dejar en un cuarto una fracción eternizada.”. [6]
Además, este cuarto posee la virtud de recibir la visita fantasmal de Melquíades cada vez que alguno de los Buendía se interesa por interpretar los manuscritos. Estos reconocen a Melquíades aunque estén lejos de la generación en la que él vivía.
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