Behind my walls lives a monster
Enviado por klimbo3445 • 24 de Diciembre de 2018 • 4.286 Palabras (18 Páginas) • 310 Visitas
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1.- ¿Te hice enojar?
Mi cabeza daba miles de vueltas y un profundo dolor en el estómago me provocaba nauseas, lentamente abrí mis ojos, lleve mis manos hasta mi vientre este también dolía bastante, como pude me coloque de pie , trataba de identificar el lugar donde estaba pero la obscuridad de aquel sitio era tal que no podía saber dónde demonios estaba.
—Has despertado, lamento que esto sea así, Marceline. Esta es tu última lección y nuestra última cita—
La voz de Thom resonó detrás de mí, lo que hizo que mi piel se erizara por completo, el aire escapará de mis pulmones y mis ojos se abrieran por completo, lo conocía, sabía que algo tramaba. No podía moverme gracias al pánico que sentía, Thomas al igual que yo manejaba la Ira Primitiva, él con los años se había vuelto un experto en ella, otro motivo más por él cual se había convertido en algo más que un amigo y además en un peligro para muchos.
—Por favor quiero ir a casa, no juegues más con esto Thomas— Suplique sintiendo como seguía detrás de mí inmóvil y posiblemente con su acostumbrado cigarrillo en los labios.
—Claro que podrás ira casa Marcy, pero una vez que la lección hay terminado, podrás irte de este lugar— Se acercó hasta mi quedando a escasos centímetros su cuerpo del mío dejo que el humo de su tabaco rosara mi rostro, para ese momento mis nervios estaban por colapsar.
Sin decirme alguna otra palabra más dejo un beso sobre mi mejilla y se encamino hasta quedar frente a mí, lo observe con detenimiento, en su mirada veía esas intenciones tan fuertes que se había propuesto a llevar a cabo, aun con mis manos sobre mi estómago y casi de manera mecánica retrocedí un par de pasos, el miedo comenzaba a controlarme, sabía lo peligroso que era él, lo había visto y yo por nada del mundo sería un monstruo, por nada sería una asesina.
—Déjame ir, quiero ir a casa ahora— Di un respingo al sentir contra mi espalda la pared, hasta ese instante no me había percatado del todo en el lugar en el que estábamos, parpadeé un par de veces hasta que mis ojos se acostumbraron a la poca luz de ahí, mi sorpresa fue ver que aun seguíamos en su apartamento, pero la diferencia es que los pocos muebles ya no estaban, ahora era un espacio vacío y solo una mesa a lo lejos adornaba el sitio. Él seguía ahí estático fumando como si nada sucediera, busque entre mis ropas mi móvil pero este no estaba en su sitio, el pánico de nuevo me envolvía. Busque con la mirada la puerta estaba al otro lado de la habitación pero parecía tan distante de mí y tan imposible de alcanzar.
Thom dejó caer la colilla del cigarrillo al suelo pisándolo con la punta de su zapato, levanto su vista hasta toparse con la mía y delante de mi dejo ver una sonrisa torcida y llena de maldad, ese hombre frente a mí se había convertido de inmediato en ese ser que muchos habían temido, él se había dejado apoderar la Ira —Mi pequeña Marceline, esta es la primer lección y quiero que prestes mucha atención— Hablo mientras dejaba la chaqueta de cuero sobre el suelo y comenzaba a tronar cada uno de sus huesos, era como si se preparará a luchar.
—¡Estás completamente idiota, no haré nada y no hay nada que aprender, déjame volver a casa! — Pedí a gritos, enserio quería salir huyendo de ahí, él estaba dispuesto a llevarme al límite y yo no quería eso, no lo podría manejar.
—Lección, deja salir eso que sientes, es hora de que te enojes— Hablo con una calma que me destrozaba los nervios
—¡NO!, jamás me pidas ser yo misma a tu alrededor, lo sabes bien, no puedo ser eso— Murmuré casi a punto de las lágrimas, intentando moverme de mi sitio contra la pared, el de apoco se acercaba como si de un león a su presa fuera a cazar.
—Enójate, quiero ver ese enojo en ti— Hablo con rudeza pero lo único que quería era huir y no hacer caso a sus palabras. Lleve mis manos hasta mis oídos tratando de evitar escucharlo.
—¡Cállate, no lo haré! —
—No te pedí permiso, dije ¡ENOJATE!— Ahora él levantaba la voz, su grito me asustaba y yo solo comenzaba a sentirme peor, negué moviendo mi cabeza mientras mantenía mis ojos fuertemente cerrados, de pronto sentí sus manos tomar las mias en un fuerte y lastimoso agarré — Mirame Marceline— negué de nuevo con la cabeza —¡QUE ME MIRES CARAJO! — Un nuevo grito, sin más abrí mis ojos y levante la mirada hacia él, su rostro había cambiado totalmente, aquella soñadora mirada era ahora la de un loco, tenía miedo, un miedo como el que pocas veces lograba sentir.
—¿Por qué lo haces? ¿Cuál es el punto? — Mi corazón se aceleraba a cada segundo, por dentro luchaba con mis sentidos, por nada dejaría que sus palabras llegaran a descontrolarme y terminar cometiendo una tremenda locura. De pronto sus manos tomaron con fuerza mis brazos y me acerco a él con rudeza, mi vista esta puesta sobre la de él, en esos ojos pude ver reflejado el enojo, la irá y como esto poco a poco iba cambiando el ambiente en el que estábamos.
—Necesito que aprendas, a partir de este momento yo soy tu rival y la única manera en que saldrás de aquí es matándome, ¿lo entendiste? — Sus palabras fueron como un golpe directo al estómago ¿debía matarlo? ¿es que acaso había perdido la razón? —¡¿Estás idiota?! ¡Jamás te haré daño! — Le grite a la cara, pero él no se inmuto en lo más mínimo, su determinación era tal que en ese momento no tenía escape. —La que no ha comprendido eres tú, pero en vista que deseas hacer esto por el modo difícil, así será— Y en ese momento un fuerte golpe directo a mi rostro lo que provoco que cayera al suelo, no podía creer aquello, mi cara ardía completamente y en efecto el enojo se empezaba a hacer presente, lleve mi mano hasta mi labio donde un pequeño hilo de sangre corría, levante mi vista y él sonreía con malicia. Como pude me coloque de pie, mi respiración era pesada y por mi mente pasaba una y otra vez la idea de no perder la cabeza. Se escuchó el leve crujir de su cuello y una torcida sonrisa me llevo al total infierno, retrocedí un poco pero aquello ya era imposible, un punzante y dolor comenzaba a invadir mi cuerpo, otra de las habilidades de Thom, la tortura y esta vez la vivía en carne propia.
—¡DEJAME EN PAZ, NOOO! — Me retorcía en el suelo del dolor, aquello nublaba mi mente y las lágrimas no dejaban de salir, mis brazos, mis manos, mis piernas, todo en mi dolía como si mil agujas me travesaran, lo observe a él y parecía tan
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