Discurso de metodo. Carta a un niño que nunca nació

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Había ocurrido algo que ella no venía venir, el doctor le ordeno que guardara reposo, tenía que quedarse acostada y quieta. Si alguien timbraba tenía que levantarse para abrir la puerta, de la comida se ocupaba la amiga ella iba dos veces al día para traérsela; el medico la volvió a examinar, llego a la conclusión de que estaba progresando ese asunto de que se quedara quieta y acostada no duraría más de un par de semanas, por eso le hizo creer al jefe que tenía una fuerte bronquitis, el padre del bebe no había vuelto a llamar. Un día, la abuela fue a confesarse de verdad y el cura le dio un consejo “¡no valla a la cama con su marido, no lo haga!”; una mañana tuvo una sorpresa, sonó el timbre y era el cartero con un paquete que venía de parte de sus padres, ella hace algunos días le había contado acerca del bebe, cada mañana esperaba su respuesta, pensando cómo le irían a responder sus padres con cosas duras o dolorosas, pero la carta decía que: aunque se sentían desorientados y sorprendidos, se alegran y le dan la bienvenida al bebe.

Después de haber leído la carta, abrió el paquete, había un par de zapatitos blancos, eran pequeñitos livianos y bancos. Cabían en la palma de la mano, ni siquiera llegaban a cubrirla, se le hacía un nudo en la garganta de lo feliz que estaba. Diez semanas, ya estaba creciendo con rapidez, hace dos semanas media tres centímetros y ahora mides seis centímetros; la culpa de la inmovilidad era demasiado, solo estaba de acuerdo en que le estaba haciendo bien, se le habían desaparecido los espasmos, las cuchilladas en el bajo vientre. Se esfumo esas náuseas y ya no tenía hinchada la pierna, pero ahora tenía una especie de nerviosismo, una ansiedad que se parecía a la angustia, ella no veía los dos últimos días pero estaba preparada a enfrentarlos; una mañana peleo con él bebe le dio una especie de histeria, le dijo que ella también tenía sus derechos.

Ella escucho la llave girando en la cerradura creyó que era la amiga. Habitualmente ella iba a verla después de la cena, ella grito “hola”, vio un paquetico que decía “perdona tengo prisa te traigo un poco de carne fría y un poco de fruta vuelvo mañana por la mañana”, pero era el papa, se dio la vuelta y allá estaba, con un ramo de flores y muy sorprendido, ella se quedó sin aliento, él se quedó quieto y callado, ella le pregunto qué “que quería”, se quedó callado puso las flores encima de una mesita y se quedó mirando la foto del bebe, se puso las manos en la cara y empezó a llorar sin hacer ruido luego lloro más fuerte, ella le dijo que estaba molestando al bebe, él se quitó las manos de la cara se paró y se sentó en una silla que estaba debajo de la fotografía del bebe, luego dijo “también es mío”. Ella se alteró y le grito que no era ni de ella ni de él,