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El Erizo y el Zorro

Enviado por   •  31 de Agosto de 2017  •  1.992 Palabras (8 Páginas)  •  569 Visitas

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La idea de que la felicidad es la principal aspiración de la humanidad y puede ser alcanzada por medio del ejercicio de ciertos valores constituye el núcleo central de la estructura que, en mi concepción del mundo, sostiene la vida de los hombres y explica cómo y por qué ciertos acontecimientos han hecho padecer y gozar a la humanidad a lo largo de su historia. Esta idea o principio es lo que Isaiah Berlin llamaría “la llave o instrumento universal” que sostiene mi visión personal del mundo y que me permite llegar a la raíz de todas las experiencias vividas, conocerlas y relacionarlas. Esta “llave” es pues la evidencia máxima de la tendencia centrípeta de mi visión.

Mi actitud ante la vida se asienta fundamentalmente en la razón, en las relaciones causa – efecto y en el existencialismo optimista. “Cada uno es dueño de su propio destino; cada uno construye su propia felicidad; todo aquello que se siembra con esfuerzo, perseverancia y amor, será cosechado en beneficio propio”. Estos son los principios que resumen mi visión del mundo, una visión ante todo sistematizada, que se plantea un objetivo claro y unos medios concretos para alcanzarlo.

En su descripción del erizo, Berlin señala que, disfrazado o explícito, en todo erizo hay un fanático. Si por fanático entendemos a aquel que defiende con tenacidad y apasionamiento una creencia, una idea o una causa, puedo declararme a mí misma una fanática, lo cual no hace más que confirmar la predominancia del erizo en mi personalidad. Soy fanática de mi visión optimista del mundo, convencida de que se puede alcanzar la felicidad a través del esfuerzo y la perseverancia. Más de una vez he tropezado en el camino hacia la búsqueda de la felicidad. Pero en vez de debilitarme y restarme fuerzas, estos tropiezos han fortalecido aún más mis deseos de salir adelante y luchar por mis ideales.

Mi visión centrípeta de la vida, mi voluntad ordenadora y sistematizada y mi carácter pujante y luchador me convierten pues en un erizo.

EL PELIGRO DE SER UN ERIZO

En su presentación del ensayo de Isaiah Berlin, Vargas Llosa señala que las zorras viven envidiando perpetuamente a los erizos, pues para éstos la vida siempre es más vivible, ya que al sentirse poseedores de una verdad universal y central, el sufrimiento y la muerte les resultan menos difíciles e intolerables. En este sentido, difiero ampliamente con la opinión del escritor peruano, pues creo que la visión central y sistematizada que caracteriza a los erizos puede ocasionar en ellos sufrimientos y angustias.

La vida de un erizo se caracteriza por una lucha constante por alcanzar sus ideales y con ello probarle al mundo que su visión de la vida es la correcta. Para lograr nuestro cometido, los erizos nos vemos obligados a sacrificar el presente por el futuro; a trabajar arduamente el día de hoy, para disfrutar el día de mañana. Los erizos somos pues, como diría Michel Maffesoli en su obra titulada “El Instante Eterno”, individuos de espíritu dramático, que vivimos “preocupados por la obsesión del futuro, del proyecto, de la acción, en síntesis, del dominio de la vida”.

Hay ocasiones en las que el acuartelarse en una explicación última del mundo puede ocasionar momentos de gran sufrimiento para los erizos. La imposibilidad de concretar nuestros ideales o el comprobar que nuestra visión de la vida era, después de todo, una explicación errada del mundo, pueden originar en nosotros grandes y profundos sentimientos de frustración y fracaso.

La visión totalizadora y rígida de los erizos es ciertamente peligrosa, pues el sentirnos dueños de una verdad absoluta puede proporcionarnos una falsa sensación de estabilidad y serenidad.

Si bien es cierto que las zorras tienen motivos para envidiar a los erizos, a estos últimos no les faltan razones para envidiar a las primeras. La libertad, tolerancia y flexibilidad que caracterizan a las zorras, les facilitan la adaptación a nuevos escenarios, resultándoles más sencillo acomodarse a situaciones cambiantes.

LA CONVIVENCIA ENTRE EL ERIZO Y LA ZORRA

El erizo y la zorra son pues dos personalidades totalmente opuestas, cada una de ellas con sus propios defectos y virtudes. Buscar definirnos como erizo o como zorra puede resultar un tanto complejo debido a lo extremo de sus naturalezas; no obstante, cada uno de nosotros puede reconocerse predominantemente en uno u otro tipo. Tratar de demostrar cuál de estas dos actitudes es la mejor carece de sentido, pues ambas han sido causantes de grandes conquistas como de enormes desgracias para la humanidad.

En su afamado ensayo, Isaiah Berlin nos muestra, en el caso del escritor ruso León Tolstoi, que un erizo y una zorra pueden convivir en una misma persona. En mi opinión, creo que el caso de Tolstoi no es único. Independientemente de nuestra visión del mundo y nuestra actitud ante la vida, en todos nosotros conviven un erizo y una zorra. Todos tenemos un poco de fanáticos, y un tanto de escépticos. La predominancia de uno frente al otro dependerá de las circunstancias que nos haya tocado vivir. En ese sentido, no debería sorprendernos que alguien, habiendo vivido toda su vida como un erizo, termine por convertirse en una zorra, o que una zorra deje de lado su escepticismo para entregarse al fanatismo que caracteriza a un erizo. Finalmente todos somos a la vez, zorra y erizo.

El aporte de Berlin y de su obra “El Erizo Y La Zorra” no reside en un intento por demostrar cuál de las dos visiones de la vida y del mundo es la mejor, sino más bien en reconocer la necesidad e importancia de sacar provecho de cada uno de ellas, ser conciente de sus limitaciones y buscar, por encima de todo, el equilibrio y la armonía entre los erizos y las zorras que conviven en el hombre y en la sociedad.

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