El género epico y la Odisea
Enviado por Ninoka • 27 de Enero de 2018 • 9.174 Palabras (37 Páginas) • 502 Visitas
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Cuadro de los dioses de la mitología greco - romana
Nombre griego
Nombre romano
Fuerza natural
Idea
Cronos
Saturno
Destrucción
El tiempo
Zeus
Júpiter
Espacio
Omnipotencia
Rea
Cibeles
Naturaleza activa
La actividad
Poseidón
Neptuno
Mar
Cólera de las aguas
Hefestos
Vulcano
Fuego
El fuego y la industria
Hermes
Mercurio
Viento
Elocuencia, mensajero
Ares
Marte
Huracán
La guerra
Febo
Apolo
Sol
Las Bellas Artes
Hera
Juno
Cielo
Luz y matrimonio
Palas Atenea
Minerva
Relámpago
La inteligencia
Artemis
Diana
Luna
La pureza y la caza
Deméter
Ceres
Tierra
La fecundidad
Hestia
Vesta
Hogar
Virtudes domésticas
Dionisos
Baco
Savia vital
La alegría
Afrodita
Venus
Belleza
El amor
Hades
Plutón
Subsuelo (Infierno)
La justicia
Ubicación de los dioses griegos
Perfilado en el cielo de la Hélade, rodeada de nubes su refulgente cumbre, elévase el Olimpo, el monte encantado donde los antiguos situaban la morada de los dioses.
Sus palacios, invisibles a los ojos de los hombres, eran todos de plata, sus puertas luminosas estaban cinceladas en oro, y sus jardines, coronados de flores en todas las estaciones; estaban circundados de arcadas de mármol caladas como un precioso encaje. En medio de la ciudad divina, erguíase, magnifico entre todos, el palacio de Júpiter, que brillaba áureo y majestuoso entre la blancura de las nubes y el esplendor de las cumbres. El aire era límpido y ligero, cubierto de una luminosidad azulina, perfumada con el aroma de todas las flores. En aquella mansión encantadora, vivían los doce dioses principales de Grecia, rodeados de un séquito de divinidades menores, que les amenizaban la vida con música, cantos y danzas.
Cada día, mientras la Aurora de sonrosadas mejillas soltaba los cabellos del sol, los dioses, como una gran familia, se reunían alrededor del trono de oro de Júpiter; Hebe, la eterna juventud, escanciaba el dulce néctar y la ambrosía en las copas preciosas de los inmortales. Las Gracia, coronas de rosas, danzaban ligeras; las Horas, leves y gozosas, entonaban coros divinos. Y de este modo vivían los dioses, casi siempre; pues a veces, también tenían sus peleas.
Causas de la guerra contra Troya
La guerra que los aqueos sostuvieron contra los troyanos por espacio de diez años y que sirvió de tema al poema homérico: Ilíada, fue motivada por una disputa entre dioses.
De acuerdo con la Mitología, en cierta ocasión hubo un festín entre los inmortales. Participaron todos los dioses, excepto Eris diosa de la discordia, por temor de que “echara a perder la fiesta”. Esta , enojada, decidió vengarse por no haber sido invitada. Se presentó al final y arrojó una manzana de oro sobre la mesa, para que fuera recogida por la más bella. Tres diosas alzaron la mano para aprisionarla: Palas, Hera y Afrodita. Ante la incertidumbre, Zeus aconseja que busquen en la tierra un juez imparcial que decida cuál es la más bella. Así lo hacen. Escogen como juez a Paris Alejandro, hijo menor del rey Príamo de Troya (Ilión) y el más hermoso de los mortales.
Este vivía como un humilde pastor ya que por un oráculo funesto que predecía que él sería la causa de la ruina y destrucción de Troya, su padre había mandado a matarlo al nacer. No obstante, su madre, con un engaño, lo entregó a unos pastores, que lo criaron como suyo.
Las tres diosas, por separado, le ofrecen dones diversos para hacer acreedoras al título. Palas le ofrece sabiduría; Hera, el poder y Afrodita, a la mujer más hermosa del mundo. Triunfa ésta última. Esta será la razón por la que las otras dos diosas protegerán a los aqueos y odiarán a los troyanos, en la guerra funesta.
Paris se encamina al monte Pérgamo, en la amurallada Troya. Saben luego de su identidad,
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