Ensayo “Juan Gabriel y la cursilería como un medio popular”
Enviado por Mikki • 23 de Abril de 2018 • 2.970 Palabras (12 Páginas) • 607 Visitas
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-También la canción “Noa Noa”
Este tema lo compuso en honor del primer lugar que le abrió las puertas, un centro nocturno ubicado en plena Avenida Juárez, la principal calle del centro de Ciudad Juárez. Allí empezó cantando con el nombre artístico de Adán Luna. Después lo cambió por el de Juan Gabriel. Juan, por su amigo Juan Contreras, un hojalatero que le enseñó diversos oficios y a tocar guitarra y piano, y Gabriel, en homenaje a su padre, el arriero Gabriel Aguilera Domínguez.
El lugar se convirtió luego en un atractivo turístico de la ciudad. Muchas personas llegaban a Juárez solamente para conocer el Noa Noa, que estaba adornado con las fotos de los inicios del cantante y con mucho de los reconocimientos que recibió en esos primeros años de carrera.
En el año de 2004, el lugar fue consumido por un incendio y lo poco que quedó en pie fue demolido meses después para construir un estacionamiento. Lastima; pues ese lugar hubiera sido de lo mas especial para Juan Gabriel, ver que ya no esta el lugar donde empezó su carrera ha de ser muy nostálgico. Pues el único lugar donde si le dieron una oportunidad para tocar y además de que no le costo fácil estar una noche allí tocando para el publico, como todo cantante, su inicio no fue fácil y menos allí, donde estaban acostumbrado a otro genero, pero de repente llega Juan Gabriel con este estilo único y diferente con el que se le caracteriza. Por suerte, sus canciones y el ritmo que tenían sus canciones lo llevaron a tener mas presentaciones allí, ganando mas fama y popularidad.
Hablando de otra cosa, el pasado 28 de Agosto de 2016, el mundo de la música se puso de luto, pues había fallecido uno de los máximos exponentes que ha tenido México en su historia, Juan Gabriel había muerto.
Fue una noticia que particularmente a mí me sorprendió demasiado, pues era ver como el ídolo de mis padres o simplemente ver como una gran estrella y compositor y sobretodo un buen cantante de despide de nosotros.
La noticia corrió por todo el mundo en cuestión de horas, los medios de comunicación se volvieron locos al tratar de recaudar la más fina información verídica para transmitirla a todo el mundo por la televisión, la radio, etc.
Siempre he dicho que todos los países tienen una época en que tienen a sus propios iconos, hablando especialmente de manera cultural.
México tuvo el honor de ver nacer a Juan Gabriel, esto fue palpable lo mismo en el cine que en la poesía, en la música popular y en el arte más elevado. Eso fue antes, cuando la globalización aún no se afanaba por barrer con las fronteras no por espíritu utópico de convivencia mundial, sino más bien por la imposición de un único modelo de consumo afín a intereses específicos.
A esa época perteneció Juan Gabriel y los miles y millones de personas que hoy lamentan su muerte, la mayoría de ellas en México, otras más en Estados Unidos (por la comunidad México-americana que se ha formado en décadas de migración sostenida, misma que suscitó una pequeña nota luctuosa de Barack Obama) y quizá algunas en otros países hispanohablantes. Es innegable, visto objetivamente, que Juan Gabriel es uno de esos iconos culturales en los que aún existía la identificación colectiva, esa en la cual una sociedad (o parte de ella) se miraba reflejada, o encontraba la expresión de lo que intuía vagamente pero sin alcanzar a articular en una expresión coherente, sólida, atractiva.
En un país de machos, Juan Gabriel nunca ocultó su homosexualidad, era algo que Juan Gabriel en todas la entrevistas que tenia, esa pregunta no podía ser desapercibida; siempre había una pregunta ya sea al final de la entrevista o al principio “usted es homosexual” y pues Juan Gabriel únicamente no respondía o a veces solo sonreía. También en las entrevistas que tuvo malas respuestas o de su vida privada igual nos platicaba de todo. Lo que si contaba muy feliz y detallado fue en el cariz sentimental, su vida amorosa no tenia ningún secreto, el abiertamente contestaba cualquier tipo de preguntas relacionada con este tema tierno rayano en lo cursi que fue lo que lo llevo a la fama básicamente (reflejado en sus canciones), que aunque todos poseemos permitimos emerger sólo en circunstancias tolerables, es decir, la borrachera.
Pero este es sólo un aspecto de las varias aristas que se podrían encontrar condensadas en ese personaje a quien hipocorísticamente ya sólo se le llamaba “Juan Gabriel”.
Mucha gente propone un comparativo interesante entre Juan Gabriel y Prince, también recientemente fallecido. El pasado atribulado de “Juanga”, en donde se cuentan infortunios casi de catálogo como el abandono, la pobreza y la cárcel, derivó casi épicamente en el reconocimiento arrollador de su talento, una especie de lucha entre tesis y antítesis que hizo escribir a Carlos Monsiváis el “Juanga” de la alta cultura: “A Juan Gabriel nada le ha sido fácil, salvo el éxito”.
El triunfo de Juan Gabriel y toda su fama se explica, curiosamente, por la cursilería de su estilo, el sufrimiento que transmitía en su música y también la entrega con que se presentaba ante el público (cualidad que lo hace equiparable con Freddie Mercury, según mi opinión).
No es fácil decir si esto basta para sostener la comparación entre uno y otro cantante o si, de inicio, ésta puede plantearse. Quizá lo único claro sea que el anacronismo de una época puede medirse por el grado de entusiasmo con que se vive la muerte de alguno de sus iconos.
El fenómeno cultural y musical extraordinario que representaba Juan Gabriel quedó evidenciado en los días de su largo entierro: centenas de miles de personas rindiéndole tributo ya sea en el Palacio de las Bellas Artes del DF, el mayor escenario cultural y artístico del país, o en su ciudad natal, Juárez. Cantante queridísimo.
La muerte, tiene el poder extraño de iluminar la vida, de lanzar destellos para volver a mostrar todas las facetas de una trayectoria. Claro, “no hay muerto malo”, diríamos nosotros aquí. En última instancia, todas las almas terminan siendo benditas, sin importar el género, la sexualidad, ni todos los pecados juntos y bien acumulados con los que vamos a la tumba. La muerte ha iluminado la vida de Juan Gabriel al recordar su dura infancia, su recorrido artístico, toda su enorme producción, las giras y presentaciones más memorables como aquella en el Palacio de las Bellas Artes cuando celebró 25 años de vida artística. Todos esos recuerdos, más cuántas reflexiones que suscitó su muerte, lo han transformado en estos días en
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