LA EVOLUCION RECIENTE.

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con respecto al derecho que

puedan tener los profesionales con títulos de Técnico Superior Universitario (TSU),

cuyos estudios duran solamente tres años (dos menos que la Licenciatura

universitaria), la normativa establece que las instituciones de educación superior

podrán desarrollar programas de postgrado de Especialización Técnica, dirigidos a

esos profesionales.

En lo que se refiere a la estructura organizativa nacional, el Cuadro 3-A que se

presenta posteriormente, permite tener una idea de la complejidad organizativa y

burocrática de los estudios de postgrado en Venezuela. Las líneas continuas

representan relaciones verticales de dependencia (o sea, que las unidades de

abajo obedecen a las de arriba), mientas las punteadas reflejan dependencias

suaves, de asesoría o consulta.

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En el Cuadro 4.H se presenta la distribución de los programas de postgrado en Venezuela

por áreas de conocimiento. Conviene mencionar que con frecuencia se sugiere que debe

existir concordancia entre las necesidades del país y la distribución de las disciplinas o

programas de estudio. Lamentablemente, en países poco desarrollados y de estructura

social capitalista es muy difícil lograr que esta relación se cumpla o, en otro sentido, dicha

correlación se puede lograr de muchas maneras porque la movilidad ocupacional es muy

alta. De allí la gran necesidad de crear programas avanzados de educación continua.

Porque probablemente más del 20% de la población trabaja en oficios para los cuales no

estudió. Para dar una opinión medianamente razonable, con los datos disponibles, sobre

la distribución de los cursos o cursantes de postgrado según el área del conocimiento a

los cuales pertenecen, y su relación, por ejemplo, con las políticas o las necesidades del

país, lo cierto es que se necesita un análisis más profundo del que podemos hacer en

esta obra.

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Es más, en ciertos momentos se ha intentado introducir en la evaluación el criterio de

pertinencia social para evaluar las actividades educacionales, científicas y tecnológicas,

pero la propuesta no avanza porque en el ámbito académico tradicional hay fobia contra

ese concepto, el cual choca o puede chocar con la sacrosanta libertad académica.

El poco ordenado crecimiento de las actividades de postgrado en Venezuela en los finales

del siglo pasado, particularmente la existencia de numerosos programas “piratas” (como

se acostumbra llamar a los de muy baja calidad), hizo que el CNU aprobara, primero, las

Normas de Acreditación, en1983 y diez años después una resolución (CNU, 1993) por la

cual declaró como “relevante” la actividad de postgrado, “dada su importancia para el

desarrollo nacional”. Esta política no pasó de ser, en sus primeros años, más que una

declaración de buenas intenciones y un conjunto de recomendaciones simples y

generales que no se apoyaban ni en una normativa de obligado cumplimiento ni en

recursos económicos asignados por el Estado. Teníamos, pues, normas sin sanciones y

políticas sin financiamiento.

Posiblemente el único efecto positivo de esa resolución fue que en la normativa más

reciente se recogió la recomendación de exigir a quienes solicitan autorización para la

creación de programas avanzados, un conjunto de requisitos básicos para iniciar

actividades: proyecto bien elaborado, profesorado mínimo, planta física suficiente y líneas

de investigación asociadas al programa. En la actualidad se está en plena discusión tanto

de la reglamentación como de la política y la evaluación de los estudios de postgrado a

nivel nacional. Una discusión que será larga.

Lo cierto es que un país como Venezuela, rico pero con grandes problemas sociales y

políticos, requiere de políticas audaces y factibles, entre ellas una relacionada o que

incluya a la educación de postgrado soportada en un pequeño número de ideas

concretas, como las siguientes:

a) expansión masiva de cursos cortos de superación profesional utilizando las nuevas

tecnologías de la información;

b) convertir a Venezuela en un polo de desarrollo intelectual y de cooperación horizontal

con un gran número de países, pero especialmente con América Latina y el Caribe;

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c) valorar en los postgrados académicos no solamente la investigación científica, sino

también la creación o transferencia de tecnología, la teorización, los análisis críticos, la

creación artística y los proyectos innovadores;

d) utilizar la pertinencia social como principal criterio de evaluación de cursos o tesis de

postgrado, medido tal criterio por el volumen de ciudadanos que pueden beneficiarse con

los