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La didáctica es la parte de la pedagogía, que estudia los métodos más eficaces de enseñanza.

Enviado por   •  2 de Marzo de 2018  •  3.261 Palabras (14 Páginas)  •  560 Visitas

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Didáctica aplicada a la educación.

De acuerdo con los autores planteados en la lectura, la didáctica en la educación se convierte en un eje fundamental a la hora de impartir la enseñanza, por lo cual le imprime a la educación unas estrategias que ayudan al estudiante a comprender mejor los procesos de aprendizaje que aplica el docente.

Las estrategias de enseñanza dentro del marco didáctico se pueden concretaren numerosos recursos que le dan al estudiante una motivación y orientación a la hora de aprender.

Dentro de las estrategias de aprendizaje en didáctica se podrían incorporar el uso de TIC´s, como un medio innovador de enseñanza que hace que el estudiante se sienta motivado en actividades tanto significativas como estructuradas.

Además de la didáctica, existen otros factores que intervienen en unos óptimos resultados en el rendimiento escolar como son la inteligencia, habilidades y aptitudes, ambientales, sociales, lugar de estudio, y demás que involucran en un desarrollo adecuado de la educación.

Cabe resaltar entre otros autores como Robert Shank quien defiende que la mejor forma de aprender es que el estudiante construya y aprenda a pensar y a decidir por sí mismo y a expresarse de una manera persuasiva.

En conclusión se puede determinar que un docente para aplicar un conocimiento debe tener en cuenta los estilos de aprendizaje de sus alumnos, lo que los motiva a aprender, sus preferencias a la hora de trabajar, nivel de concentración, entre otros.

6.1 Modelos de enseñanza.

Los modelos de enseñanza son una actividad generalizada pues todos los días, los docentes de todos los niveles educativos abordan sus procesos de enseñanza­aprendizaje desde ciertos modelos. Dichos modelos están más o menos articulados y se fundamentan en teorizaciones que permiten a los profesores, con mayor o menor éxito, ejercer su profesión. Se calcula que al año impartimos entre 300 y 900 sesiones de clase y, sin lugar a dudas, detrás de ellas se pretende estimular a los alumnos, resolver los problemas que se plantean, proponer actividades y evaluar los resultados.

Estas teorizaciones de la práctica, están articuladas difusamente y pueden obedecer a múltiples necesidades emanadas de campos completamente distintos.

Estas necesidades no son nuevas para los teóricos de la enseñanza. Así, por ejemplo, Herbart estipulaba que si unas experiencias siguen a otras, hay que seguir los pasos que permitan asociar, conectar y crear nuevos conocimientos. En esta misma dirección, durante los 50 en Europa sobre todo, se proponen unos pasos altamente formalizados en los que se destacan la recepción, el procesamiento y la evaluación. La concepción técnica de los 50, se ve criticada en los años 60­70 censurándose los procesos tan formalizados pues, se estima, que son un obstáculo para el desarrollo de los procesos de enseñanza­aprendizaje y se proponen situaciones más intuitivas en las que se cuiden los ámbitos de la percepción, la memoria, la cognición y la pluralidad de resultados . En este mismo periodo se abre con fuerza el ámbito constructivo que preconiza el aprendizaje situado, el afianzamiento de la instrucción, y el aprendizaje compartido, teniendo en cuenta la singularidad que cada situación tiene. Como síntesis de estos procesos se precisa que cualquier modelo debería de disponer de un proceso referencial general y de la posibilidad de adaptarse a diferentes contextos, niveles, formas de aprendizaje, contenidos y control de los mismos.

Igualmente, hemos de considerar que no existe un único camino para el éxito pedagógico, ni la solución sin esfuerzo de los complejos problemas docentes, ni la descripción del “modo mejor de enseñar”. No podemos entender los principios de la enseñanza como dogmas estáticos, sino como interacciones dinámicas con las metas cognoscitivas y sociales, con los procedimientos que subyacen a las teorías del aprendizaje y con las características personales e individuales del binomio profesor­ alumno. La fuerza de la educación reside en la utilización inteligente de una variedad de enfoques, adaptándolos a los diferentes objetivos y a las características del alumnado. La competencia docente surge de la capacidad de acercarse a niños diferentes creando un medio multidimensional y rico. Así, se necesita diseñar centros de aprendizaje y curricula que ofrezcan a los alumnos una variedad de alternativas educativas que nuestra sociedad necesita desarrollar creando nuevas formas de educación, nuevas oportunidades educativas que sustituyen a los métodos actuales.

La búsqueda de un modelo perfecto que resuelva todos los problemas educativos, está en contra de la realidad educativa del aula, pues, la existencia del modelo único por muy atractivo que este se presente a primera vista, es una utopía, ya que no hay modelo capaz de hacer frente a todos los tipos y estilos de aprendizaje, de enseñanza, de alumnos, de profesores,... Los modelos existentes hemos de entenderlos como la base de un repertorio de enfoques alternativos que los profesores pueden usar para ayudar a los alumnos, diversos entre sí, a alcanzar los objetivos, adaptándolos o combinándolos, en la medida de lo que racionalmente sea posible, a la realidad concreta de su aula.

La utilización por parte del profesorado de un único método, por “bueno” que este sea, genera, desde nuestro punto de vista, más inconvenientes que ventajas, ya que puede provocar rutina y hastío, amén de no alcanzar todos los objetivos y cubrir todas las facetas que la educación tiene. Además, un único modelo desarrollará sólo unas determinadas capacidades, sin embargo, si utilizamos una variedad de modelos trabajaremos más capacidades, es decir, desarrollaremos una educación más integral. No debemos olvidar que todo aquello que no se halle en el proceso (método) no lo hallaremos en el producto. Esta idea revaloriza del “modo” como realicemos nuestra enseñanza (a veces tan descuidada), afirmando que él mismo tiene un valor intrínseco para la enseñanza del alumno. En este sentido, no podemos ni debemos descuidar, que lo importante no es sólo que el discente, comprenda, analice, razone, etc...., sino que es esencial para su aprendizaje el “cómo” haya sido trabajado, analizado, razonado, etc., ese contenido.

Así pues, hemos oído hablar muchas veces de la “plasticidad” de la mente humana, de su capacidad de aprendizaje, pero muy pocas veces hemos reparado que esta mente “plástica”, al aprender, construye un “modo” de recogida de conocimiento que será difícil después modificar. Esta idea nos enfrenta a la importancia

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