Lo que el teólogo debe considerar para hacer teología.

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- El espejo del teólogo ha de ser el lenguaje Cristológico.

En nuestras reflexiones de la fe debe estar representando Cristo, en nuestras relecturas de las Sagradas Escrituras debe estar representado Cristo, en toda nuestra hermenéutica de la fe materializada debe estar reflejado Cristo. El Cristo encarnado debe ser el espejo de todo nuestro quehacer teológico. Si nuestra reflexión teológica solo transita por el espejo de la tradición, sentimentalismo y euforia, esta no es una teología contextual ortodoxa. Cada vez que hagamos teología desde nuestra realidad, debemos observar el accionar de Cristo en la historia y comenzar a asumir los valores del Reino mostrados por Cristo como punto de partida en cada una de nuestras actitudes en este mundo. Solo así estaremos haciendo teología en el lenguaje de Dios (Cristo). En este sentido, Cristo se convierte en aquellos valores del reino que debemos considerar al hacer teología contextual (cabe decir que no existe otra clase de teología), pero que en ninguna manera contradicen la consideración anterior, ya que observamos a Cristo como punto de partida para buscar nuevos campos de acción hoy, que nunca estarán limitados al accionar del Mesías en ese contexto, esto solo sucederá cuando desarrollemos nuestra labor teológica basados en principios del reino (la esencia del evangelio) desarrollados en el mensaje Cristológico y no solamente en episodios o capítulos sesgados por una tradición cultural, social, económica y política.”

- La teología no solo debe insertar valores del reino en las comunidades profanas sino también identificarlos, complementarlos y desarrollarlos a plenitud.

El paradigma conservador de la iglesia, que aduce no existe ninguna relación entre la comunidad civil y la comunidad cristiana debe desaparecer de la mente del teólogo. Por décadas este elemento no ha permitido permear el evangelio en muchos contextos, ya que se rechaza cualquier vivencia de la fe distinta a la establecida, o peor aún se pretende crear la concepción de una mono cultura cristiana, que “particularmente” siempre se adapta a nuestras tradiciones.

Y aunque en estos últimos años ha existido flexibilidad en el asunto, el camino por recorrer aun es largo. Por ello es menester una transformación en las mentes de los encargados del quehacer teológico, que nos permitan ir más allá, no ha adaptarnos al mundo y a su forma de vivir la fe, sino a algo muy diferente: Identificar los elementos del reino que ya están presentes en estas comunidades. De esta forma veríamos el quehacer teológico como un complemento de algo que Dios ya está haciendo en la historia y no como el que tiene la última palabra, de cómo hacer “Reino”.

Por otro lado, si llegáramos a arraigar este concepto en nuestra forma de hacer teología, comprenderíamos que la teología no solo es evangelismo sino también transformación de las estructuras.

- La capacidad dialógica de la Teología.

La teología es y será siempre una experiencia dialógica, por ello el teólogo deberá considerar siempre que esta puede ser capaz (si se lo permite) de desarrollar una interacción entre los diferentes tipos de teología y los diversos métodos de hacerla, las divergentes manifestaciones de la Divinidad, la acción del mismo Dios en el pasado y el presente, y los valores del reino con los que son “supuestamente” profanos.

Pero la capacidad dialógica de la teología no solo estriba en la interacción con otras culturas y contextos sino también en su capacidad de relacionarse con otras ciencias sociales. Hoy más que nunca la teología debe empoderarse de todo el conocimiento que le brinda la sociología para entender a la sociedad en todas sus formas. De la comprensión que nos brinde esta ciencia el Teólogo desarrollara una iniciativa Teológica, que bien podría establecerse en una teología sólida.

CONCLUSION:

Sin duda aún no se ha escrito todo acerca de los elementos a tomar en cuenta en el quehacer teológico, es más, este ensayo dista mucho de aquello. Lo que si he querido dejar plasmado en este artículo son aquellos elementos conflictivos que aparecen a la hora de hacer teología contextual y como comprenderlos a la luz de la Divinidad. Las realidades son muchas y por ello lo que el teólogo también ha de tener en cuenta, pero si usamos como bosquejo principal todos aquellos elementos nombrados en este ensayo muy lejos estaremos de caer en conflictos con la cultura, la biblia y la experiencia.

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