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Metodología de la investigación Vida en un fraccionamiento de Lujo

Enviado por   •  15 de Noviembre de 2017  •  4.504 Palabras (19 Páginas)  •  407 Visitas

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Con método descriptivo-correlacional o estrategia no experimental mixta, este estudio muestra el impacto de lo mencionado en la vida cotidiana de sus habitantes. Este hecho acentúa dicotomías sociourbanas que incrementan el miedo al otro diferente y al territorio desconocido, modifica significados tradicionales atribuidos al concepto de inseguridad urbana, supera procesos formales de seguridad y traspasa fronteras, jerarquías de ciudad y tipologías de sociedades. Todo esto afecta las estructuras psicosociales de sus residentes, abona la cultura del miedo, consolida una espiral ascendente de inseguridad urbana, imprime universalidad en la relación entre aspectos subjetivos de inseguridad urbana y la manera en que se vive, conforma el territorio y estructura el espacio urbano.

La ciudad del siglo XXI: globalización, fraccionamientos cerrados residenciales e inseguridad urbana.

El siglo XXI ha sido testigo de las transformaciones de las metrópolis latinoamericanas en escenarios principales de los efectos de la globalización, que se han diseminado a todas las jerarquías de ciudad y estructuras de sus sociedades, ha llevado a los Gobiernos locales a asumir retos y costos que no han podido asimilar y controlar, como:

Los fraccionamientos cerrados residenciales de clase alta se han ofertado como un producto mercadológico, dotado de cualidades espaciales como exclusividad, seguridad, calidad de vida y naturaleza (Giglia, 2003; Cáceres y Sabatini, 2004). Con esto se difunde la creencia de que con el encerramiento y aislamiento sociourbano de los fraccionamientos residenciales de clase alta se protege a sus residentes de una ciudad caótica e insegura, como una regla general e ignora las particularidades locales de las ciudades medias o pequeñas.

Desde esta lógica, el hecho de vivir en un área espacial definida, delimitada con barreras físicas de cerramiento espacial, ordenada y controlada (Marcuse, 2001; Valenzuela, 2007) trae implícita la concepción de la ciudad como un espacio caótico, inestable, descontrolado e inseguro del que es necesario autoexcluirse como alternativa de autoprotección, en donde la seguridad urbana se convierte en un bien adquirible o negociable a manera de privilegio individual, que marca separaciones socioespaciales y crea dicotomías sociourbanas como el adentro/afuera, lo privado/ público, la seguridad/inseguridad, el orden/desorden y confina grupos socialmente homogéneos al interior, separados de sus iguales del exterior, que simbolizan y significan un nosotros/otros.

En este caso, los espacios y elementos de encerramiento y aislamiento de estos fraccionamientos caracterizados por barreras que confinan a un conjunto de iguales en oposición de los otros diferentes estructuran escenarios que condicionan la percepción de sus habitantes para crear información sensitiva que es guardada en el cerebro como miedo y evocada en ciertos momentos como un imaginario que influencia su conformación psicológica y social y modela sentimientos de inseguridad que eventualmente serán de alcance cultural.

Ya sea por la necesidad del individuo de buscar los mecanismos para protegerse de los riesgos o del otro diferente, cualquiera que este sea; por la globalización de estos fraccionamientos como garantes de exclusividad, distinción, calidad de vida o seguridad; por la excesiva tendencia a generar imágenes más que reflexiones profundas o por las dificultades del Estado local para comprender las necesidades de su sociedad relativas a la seguridad urbana y de desarrollar formas eficaces de intervención sobre el espacio urbano, los individuos con la capacidad económica y la afinidad social para ello optan por los fraccionamientos cerrados residenciales de clase alta, aunque estos no hayan podido demostrar su eficacia. Por el contrario, sus elementos de cierre y aislamiento condicionan socioespacialmente al desconocimiento del otro, causan un estado de paranoia permanente que “incrementa las diferencias como si fuesen dos mundos: el del lenguaje de los riesgos cuantificables y el de la inseguridad no cuantificable que se está creando”.

Caso de estudio.

Como área de estudio, se identificó a la zona norte de la ciudad de Colima-Villa de Álvarez, ya que es la zona habitacional residencial de clase alta de la conurbación. Con criterios de selección definidos con base en el marco teórico, se identificaron cinco fraccionamientos cerrados residenciales o unidades de análisis, así como cinco fraccionamientos abiertos residenciales o unidades testigo, todos de clase alta.

En los instrumentos se incluyó un apartado de generalidades, integrado por ítems relativos a conocer algunas características del encuestado —su origen, el de sus padres, tiempo de residencia en la ciudad y en la vivienda actual, entre otras— que fueron contempladas en el análisis de resultados, pero que, por la extensión requerida para el presente documento, no se detallan gráficamente. Solo se muestran los datos obtenidos en los apartados de identificación, calificaciones urbanas, sentimientos y rutinas.

La teoría afirma que la condición de ser o no víctima del delito y su recurrencia influyen en la percepción de riesgo de una persona (Vuanello, 2008, p. 30). Por ello, se cuestionó a la población estudiada las veces que había sido víctima de algún delito.

Se identificó que un 59% de los moradores estudiados en el interior de los fraccionamientos cerrados residenciales no había sido víctima del delito; sin embargo, un 56% de ellos dijo sentirse muy intranquilo, vulnerable o inseguro si alguna persona que no es residente del fraccionamiento o que desconoce y que denomina como extraña lo aborda dentro de este; en contraste, de un 74% de los habitantes de los fraccionamientos abiertos residenciales de clase alta (residentes del exterior) que sí ha sido víctima del delito una o más veces, solo un 21% se siente muy inseguro ante la situación descrita.

Conclusiones

Los fraccionamientos cerrados residenciales de clase alta de la ciudad conurbada de Colima-Villa de Álvarez no han respondido a las necesidades y particularidades locales; más aún, propician que sus habitantes utilicen como dimensión relevante las representaciones simbólicas referentes a las condiciones de encerramiento y aislamiento sociourbano como medidas de protección y resguardo. Los juicios de valor mediante los cuales definen sus gustos, decisiones y predilecciones cuentan con filtros sustentados en imaginarios del miedo, que convierten los sentimientos de inseguridad en un elemento permanente y cotidiano que se incrementa paulatinamente, ya que no depende de

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