Problematización de los géneros literarios

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Es cierto que el progreso trae beneficios, pero eso no quita que la historia se halla escrito con sangre, es cierto también que el consenso social trae armonía a los Estados, pero cuando existe acuerdo, hay opresión. Estas formas de reconocer legítimamente a la literatura, encajan perfectamente en las teorías del consenso en donde el orden es necesario para el funcionamiento de la sociedad, sin embargo, el motor del cambio es el conflicto, y es en ese instante en donde lo que realmente trae progreso no solo cultural o literariamente, sino espiritualmente, es la ruptura, que es esencial para la creación del arte y de nuevos movimientos literarios. Estas rupturas vomitan realidades fuertes mediante colores, formas, letras y palabras. Se manejan en distintos ámbitos y con distintas disciplinas.

La literatura no es la excepción, pues, no trabaja de forma individual, porque realmente NO TRABAJA, sí vive, convive y se mueve con distintos géneros discursivos no literarios, es decir, funciona a la par de otros discursos como creadora y modificadora de realidades. Si las

esferas de actividades humana son inagotables[4], ergo, no solo aumentará la cantidad de producciones de texto, lo cual no es lo más importante, sino, la variabilidad de los mismos que, además, como consecuencia se moverán en el mismo ámbito con un objetivo en común: construir una parte, un fragmento, de la realidad.

Es importante visibilizar esta contracultura, que -seguro- comenzó antes de la famosa grieta, la de los hombres civilizados en contra posición de los bárbaros o salvajes. Es primordial dar lugar a las nuevas formas de contar, de hacer, de crear, puesto que hace tiempo vienen pidiendo a versos un lugar en las categorías literarias, un espacio en la cultura sin tener que pasar manchados por sangre, una verdadera democracia popular, una democracia, una pluralidad de voces.

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