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Retrospectiva. Auge, M. el antropólogo y el mundo global- etnología, antropología

Enviado por   •  6 de Octubre de 2018  •  14.588 Palabras (59 Páginas)  •  375 Visitas

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La etnología de encuentro es una observación inspirada por el método, la temática y el objeto teórico de la antropología, pero libre de las contradicciones de la etnología de estadía.

He hablado una o dos veces de “etno-analisis”, pero lo que yo entendía por eso no era una “disciplina”, por la simple razón de que no existe como tal. Teóricamente hay, en el etnólogo, una capacidad de escucha que a veces lo confronta con declaraciones que quizá no tiene los medios intelectuales para interpretar. Por su posición, se sitúa en el cruce de la simbología social y del imaginario individual.

Para precisar las cosas, yo añadiría tres observaciones. La primera es que hoy asistimos a exposiciones e incluso exhibiciones de nosotros mismos, de distinto tipo; se crea así un nuevo modo de relaciones por interpósita pantalla que complica simultáneamente la cuestión de la relación consigo mismo y la de la relación con el otro.

La segunda observación es una encuesta verdaderamente etnológica a este respecto no puede reducirse a una “etnología de la web”; se impone aquí la reutilización de la noción de “hecho social total”; hay que redefinir la noción de contexto. La tercera observación es que hay que cuidarse mucho de no confundir los géneros, de no confundir los estudios que corresponden a la necesaria etnología de estadía con las apreciaciones a la vez más parciales y generales de la etnología de encuentro. La etnología de encuentro no puede ser practica por sí mismo sino después de una larga practica de las otras, y teniendo en sistemáticamente en cuenta grandes parámetros antropológicos.

En cuanto a la etnoficcion a propósito y a partir de interrogaciones etno o antropológicas, para subrayar el alcance más general de los datos banales de la vida cotidiana en el mundo contemporáneo.

La importancia de la escritura para el antropólogo se comprende en relación con los lectores y con su interés en asociarlos a su descubrimiento de los otros. Se ha afirmado a veces que algunos etnólogos escribían siempre dos libros: uno más técnico, el otro más personal y “literario”. Es relativamente reciente esta disociación entre aquello que es literatura y aquello que no. La distinción que debe hacerse es tal vez de otro orden, y eso nos remite una vez más a la cuestión del “etno-analisis”, que es antes que nada un autoanálisis a través de la escritura. Este sería, por lo tanto, el único medio honesto para desvelar las condiciones del ejercicio etnográfico y dominarlas.

Encuentro del antropólogo

Al respecto, desearía retornar un instante a aquello que llame “etnología de encuentro” los encuentros del antropólogo y el encuentro con el antropólogo. El antropólogo tiene encuentros diversos en el curso de su existencia y muchos de ellos enriquecen no solamente su capital de conocimientos sino también su reflexión. Pero lo que cuenta aún más es la experiencia del encuentro con el antropólogo por parte de aquellos a los que él ha ido a ver.

El encuentro para mí fue luego no ya de individuos en grupos, sino aquel recurrente, insistente y sin embargo sorprendente, de los espacios de la circulación, del consumo y de la comunicación, aquellos que yo llame los “no lugares” de la sobre modernidad.

El corpus de la reflexión crítica sobre las sociedades en general, como una disciplina humanista por vocación situada a medio camino entre la historia y la filosofía. La antropología es hoy doble.

Es y debe seguir siendo una disciplina de campo, en el terreno para nuevos encuentros. Metodológicamente, la experiencia de un investigador. El objeto teórico es el estudio de las relaciones sociales dentro de un grupo en su contexto geográfico, histórico, cultural, político y económico. Por otro parte, estos medios posibilitan nuevas y múltiples formas de relaciones, lo que complica la observación al relativizar la distinción entre relaciones sociales y contexto.

La antropología tiene, así una vocación pedagógica, en tanto depositaria de una experiencia histórica diversificada en el espacio y tiempo. Vocación que parece aún más natural y evidente cuando es un hombre o una mujer del terreno estudiado quien la toma a su cargo después de haber visto de cerca las complejidades de la primera experiencia.

El espacio y el tiempo son la materia prima de toda construcción simbólica, de todo armazón social y de toda elaboración individual: el arreglo del espacio y el empleo del tiempo definen y resumen lo esencial de las actividades humanas desde la noche de los tiempos.

Bock, p. introducción a la moderna antropología cultural.

Métodos para el trabajo de campo

La finalidad de la investigación antropológica es la de descubrir las regularidades de la vida social humana. Observa objetos concretos, personas y acontecimientos, tanto por el valor que tienen como para descubrir las categorías y planes compartidos que han dirigido el comportamiento del hombre en diversos escenarios.

El trabajo etnográfico de campo supone la observación de primera mano del comportamiento social desde un punto de vista relativista. La primera tarea del etnógrafo es la de aprender la cultura del grupo que va a estudiar, el etnógrafo debe formular, consiente y explícitamente, las reglas que aparentemente rigen a las diversas clases de miembros de grupo en sus relaciones cotidianas.

La mayoría de etnógrafos tratan de obtener el sentido general de la sociedad que estudian para poder juzgar mejor el significado de sus datos específicos en la totalidad de su contexto cultural.

Observaciones del comportamiento:

El antropólogo que desea observar y describir el comportamiento social debe tener algunos criterios en cuanto a la pertinencia que le sirvan de guía en sus observaciones. El etnógrafo esta adiestrado para observar e informar con precisión todos los tipos de fenómenos con los que se tope, desde las técnicas para construcción de viviendas hasta el ritual peligroso. Ningún etnógrafo en sus cinco sentidos va al campo sin ninguna pista.

Además de la preparación académica, existen numerosos problemas prácticos que el investigador de campo debe prever. Suponiendo que es posible resolver todos estos problemas prácticos, el investigador de campo también debe estar preparado para adaptarse y adaptar sus técnicas de investigación a la situación local. La flexibidad es quizás la característica más esencial del buen investigador de campo.

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