Críticas a la teoría del bienestar neoclásica; hacia una visión diferente del desarrollo sustentable
Enviado por Sara • 14 de Febrero de 2018 • 6.276 Palabras (26 Páginas) • 520 Visitas
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Estamos caminando junto con la competencia y eficiencia para llegar al bienestar pero es como comenta Leftwich[3] (1973) es muy difícil llegar a un bienestar óptimo básicamente por la complejidad de la población, no hay una posición única de bienestar económico para el grupo en su conjunto, esto da lugar a una comparación de satisfacciones entre personas llegando así a la idea libertaria del óptimo de Pareto, que para muchos es la mejor solución que se puede obtener.
Por tal motivo es necesario construir una racionalidad que trascienda a la existente, pero que no necesariamente elimine la racionalidad instrumental, debemos de crear una racionalidad de bienestar que se bese en las necesidades de las personas y que conlleve al mismo tiempo a la conservación del medio ambiente, es como lo que propone Hinkelammert (2009) la alternativa no debe de basarse en cálculos económicos, sino en una ética del bien común, que permita preservar y reproducir el circulo natural de la vida humana y de la naturaleza.
Esta declaración elimino toda posibilidad de ejecutar mejores relaciones sociales de producción[4] en donde se incluyeran todos los factores sociales y ambientales. De igual manera el paradigma neoclásico, que es un conjunto de modelos integrados de acuerdo a reglas precisas, posee fallos que no puede orientar a una verdadera economía de bienestar. Obviamente es necesario un sistema más conveniente para lograr un mejor bienestar en la economía moderna que sobrepase el postulado de Pareto[5].
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Principios básicos para llegar un desarrollo sustentable en la Teoría del Bienestar
A lo largo de la historia se ha aceptado la teoría de la acción racional que dirigió Max Weber y que más adelante la retoma la escuela neoclásica, que se reduce a una teoría medio-fin, en donde dicho proceso refuta cualquier intento por la incorporación de un bien común como elemento de “desarrollo sustentable”, la incorporación de la teoría medio-fin creo la racionalidad instrumental y con ello la eficiencia en las relaciones mercantiles, fue aquí en donde se desarrolló el fetiche de la acumulación mercantil y el principio de egoísmo hedonista. En donde la regla de oro fue lograr el fetiche utilitarista a costa de cualquier cosa, es decir, a costa de la explotación del hombre y la naturaleza.
Pero no hay alternativa. Efectivamente, no cabe alternativa en este sistema. En la propia sociedad burguesa desde sus inicios hay la sospecha de esta transformación. Hobbes hablaba del sistema como Leviatán, John Locke como el “Gran Leviatán”. Al inicio del siglo XX, Max Weber dio a este engranaje un nombre más secular, que expresa lo mismo. Hablaba de la transformación del capitalismo en una “jaula de acero”. En cuanto al hecho, de que no hay ni responsables de las acciones que se llevan a cabo en este proceso autodestructiva, Max Weber hablaba de la “esclavitud sin amo”. Todos se transforman en esclavos sin amo confinados en esta jaula de acero, aunque unos tienen lugares mucho más cómodos que los otros. Pero no hay señores, solamente hay sometidos sin alternativa (Hinkelammert, 2007, p. 17).
O quizá la alternativa para crear un desarrollo sustentable es no crear alternativas. En general siempre predomina la autoridad y el uso legítimo del poder de coacción del Estado. Por lo que el mal uso de estas herramientas frena todo intento de desarrollo económico que podría ir acompañado de un “desarrollo humano sustentable”.
Para Emilio Albi (2000) el consenso total es imposible que se lleve a cabo básicamente por las preferencias individuales, aunque de cierto modo la sociedad moderna poco a poco se hace más plural y el individuo más tolerante además de que se acepta la independencia moral del individuo. Pero aun la transición para lograr un consenso total, tanto en la esfera económica, social o ambiental nos queda muy lejos, quizá cuando logremos el consenso total para resolver estas problemáticas ya sea demasiado tarde, es decir, estamos a un paso de condenar a las sociedades a un suicidio colectivo.
Por lo tanto para este autor el primer punto de consenso de una sociedad democrática actual (en cualquier ámbito social, económica y ambiental) es el logro de mayor grado de libertad tanto moral como política, el segundo punto de consenso es la igualdad ante la ley, y el último elemento es la “persona social” cuya existencia es necesaria y se requiere que todos obtengamos ventajas netas de la sociedad y que la participación en esos beneficios sea justa, es decir, es necesario una reciprocidad entre los ciudadanos en donde los costos y beneficios se repartan con equidad.
Existe, por tanto un consenso en que la justicia distributiva, como la libertad o la igualdad ante la ley, es un objeto común de la cooperación social. Estos principios son básicos que deben de existir en una sociedad para comenzar a incluir dentro de la teoría del bienestar al medio ambiente, lejos de toda perspectiva neoclásica-utilitarista.
Pero el problema radica en darle el contenido preciso al consenso ambiental, compatible con los demás, en donde se pueda incluir el “desarrollo sustentable” en donde se valorice fundamentalmente el medio ambiente y a la vida. Además de que todos queremos justicia y acceder al desarrollo humano sustentable pero no todos participamos igualmente, por lo tanto se establece un quid pro quo entre actores tripartitos; Ciudadanos-Estado-Medio ambiente, en donde solo el bienestar de los demás influye en el propio (Albi, 2000).
Existen varias posiciones de los argumentos anteriores acerca de una mejor inclusión del medio ambiente a la teoría del bienestar[6] o de cómo incluir a la mayoría de la población en la participación y preservación de este, pero desde una visión de la participación del Estado. Las dos concepciones a las que me refiero son la de Robert Nozick y John Rawls. En cuanto al primer autor mantiene una postura filosófica libertaria conducente a un Estado mínimo.
El Estado es legítimo solo cundo se limita a la protección de los individuos frente a la fuerza, el robo y el fraude, y hace cumplir los contratos. En la concepción de Nozick[7] no hay cabida a un Estado preservador del medio social y ambiental. Cualquier otra función del Estado violara inevitablemente los derechos de los individuos, que incluye el derecho a la propiedad como un derecho natural, es decir, anterior a la propia existencia del Estado, análogo a los derechos de la vida y la libertad.
La postura de Nozick solo lucha por lograr una eficiencia distributiva en el mercado atreves de la justicia distributiva interpersonal sin la
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