DERECHOS HUMANOS RACIONALIDAD Y SENTIMENTALISMO. RICHARD RORTY
Enviado por Stella • 19 de Junio de 2018 • 1.332 Palabras (6 Páginas) • 584 Visitas
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Los pragmáticos argumentamos partiendo del hecho de que el surgimiento de la cultura de los DDHH parece no deberle nada al incremento del conocimiento moral, pero mucho a la práctica de escuchar historias tristes y sentimentales, para llegar a la conclusión de que probablemente no existe conocimiento del tipo que Platón concibió. “Dado que al parecer no se logra nada útil insistiendo en afirmar que la naturaleza humana es ahistorica, es probable que tal naturaleza no exista, o al menos no haya nada en ella que tenga influencia sobre nuestras elecciones morales”.
La pregunta ¿Qué es el hombre? Debió su popularidad a la repuesta estándar: somos animales racionales, el único capaz no solo de sentir sino también de pensar. La popularidad residual de esta repuesta explica la popularidad residual de la declaración de Kant de que el sentimentalismo no tiene nada que ver con la moralidad, de que existe algo distintiva y transculturalmente humano llamado sentimiento de la obligación moral, que nada tiene que ver con el amo, la amistad, la confianza o la solidaridad social. Mientras creamos eso, a las personas como Rabossi les resulta muy difícil convencernos de que el fundacionalismo de los DDHH es un proyecto anacrónico. El argumento para dejar de lado el fundacionalismo es que sería más eficiente hacerlo porque no permitirá concentrar nuestras energías en la manipulación de los sentimientos, en la educación sentimental. El objetivo de esta clase de manipulación del sentimiento es ampliar la referencia de las expresiones “gente de nuestra clase” y “gente como nosotros”.
Platón creyó que la única manera de lograr que las personas fueran más amables las unas con las otras era señalar que todas tenían algo en común: la racionalidad. La acción racional es sinónimo a nuestra comunidad moral.
Hasta no hace mucho, para la mayoría de las personas blancas la mayoría de las personas negras no contaban, en ese sentido; lo mismo que los nazis creían que los judíos no contaban como agentes racionales. Esas personas se ofenden moralmente si se les dice que deben tratar a alguien que no es ni siquiera su pariente como si fuera su hermano; o a un negro como si fuera blanco. Les ofende que les pidan que traten a individuos que no consideran humanos como si fueran humanos. La mayoría de esas personas simplemente no piensan en ellas mismas como seres humanos. Consideran que pertenecen a una clase de seres humanos buena, clase que se define por oposición a otra que es mala.
Las únicas personas con las encuentran difícil ser amable son las que ellos consideran irracionales. Producir generaciones de estudiantes bondadosos, tolerantes, cultos, seguros, respetuosos de los demás es lo que se necesita para hacer realidad la utopía de la ilustración. Mientras más jóvenes como estos podamos criar más fuerte y difundida nuestra cultura de los DDHH llegara a ser. Pero no es buena idea alentar a estos estudiantes a tildar de “irracionales” a las personas que a ellos les resulta difícil tolerar.
Sería mejor enseñar a los alumnos que estas personas malas no son menos racionales y menos inteligentes que las personas buenas. El problema con los malos es que no fueron tan afortunados como nosotros en las circunstancias de su crianza. Los fundacionalistas consideran a estas personas carentes de verdad, de conocimiento moral; pero sería mejor considerarlos privados de seguridad y simpatía. La educación sentimental actúa en las personas que pueden relajarse el tiempo suficiente para escuchar.
Hume sostenía que la simpatía corregida (a veces por la autoridad) y no la razón capaz de discernir la ley, es la capacidad moral fundamental.
Por ultimo Rabossi puede decir que el fenómeno de los DDHH es un “fenómeno del mundo”
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