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EXAMEN DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

Enviado por   •  9 de Enero de 2019  •  1.663 Palabras (7 Páginas)  •  335 Visitas

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Según esta hipótesis, el estado de naturaleza fue la fase previa a la constitución de la sociedad civil, pero, ¿por qué los hombres deciden abandonar ese estado natural y fundar un Estado? En opinión de Hobbes, el hombre decide abandonar el estado de naturaleza por temor a ser asesinado por los otros; prefiere renunciar a su libertad natural y someterse a las normas, antes que morir. En el caso de Rousseau, el hombre abandona el estado de naturaleza porque cree que en un Estado político va a conseguir mayores ventajas. Por último, Kant afirma que el hombre decide abandonar ese estado de naturaleza por un imperativo moral: hay algo en el interior de cada hombre que le lleva a actuar conforme al deber. El hombre abandona el estado de naturaleza por deber, por imperativo moral, porque es un ser racional que decide convivir en paz con los demás.

Por último, compararemos a estos tres autores teniendo en cuenta cuál es para ellos la mejor forma de gobierno. Para Hobbes, la mejor forma de gobierno es un estado absolutista donde no exista la separación de poderes, pues cuando el gobierno ha sido elegido los súbditos pierden todos los derechos a la rebelión; sólo se puede desobedecer al monarca cuando éste no protege la vida de sus súbditos. Rousseau, sin embargo, afirma que el único gobierno legítimo sería la democracia directa, en la que el poder legislativo pertenece al cuerpo entero de los ciudadanos, a los que corresponde la designación de las personas encargadas de hacer ejecutar las leyes. Por último, Kant afirma que el modo perfecto de gobierno es la constitución republicana, que respeta la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y convierte al ciudadano en colegislador.

4) Expón razonadamente tu posición personal sobre las ideas que aparecen en el texto o sobre el pensamiento de Kant, valorando su actualidad. (2 puntos)

Sin lugar a dudas, al enfrentarnos a un autor tan interesante y coherente como Kant, al último de los grandes filósofos de la historia, resulta sencillo opinar sobre su filosofía, pues abarcó tantos temas que es muy fácil valorar la vigencia de muchas de sus reflexiones. Podemos, por tanto, hablar de su filosofía política, de su defensa de la constitución republicana, de su crítica a la democracia, pero también, discrepar con su concepción de la naturaleza humana o su derecho cosmopolita. Me limitaré a reflexionar sobre tres cuestiones.

Una vez estudiadas las tres concepciones sobre la naturaleza humana defendidas por Hobbes, Rousseau y Kant, me muestro más a favor de la visión rousseauniana, pues creo que el ser humano es bueno por naturaleza y es, paradójicamente, la educación la “culpable” de su maldad. El ejemplo más claro lo tenemos en los niños: es sorprendente la facilidad que tienen para establecer relaciones con otros niños de otras razas y otras lenguas, usando la mímica y el contacto físico son capaces de llegar a comunicarse con los otros, de forma espontánea y natural. La clave está en que carecen de prejuicios y que no reprimen sus instintos por temor a hacer el ridículo o al qué dirán. Lamentablemente, a medida que le van siendo inculcados los valores de su cultura, también se le inculcan sus temores y sus prejuicios.

En cuanto a su defensa del derecho cosmopolita, en una zona como Canarias, donde con frecuencia asistimos a la llegada de inmigrantes subsaharianos a bordo de pateras y cayucos, en unas condiciones de hacinamiento que escandalizarían al propio Kant, creo que hoy más que nunca el derecho cosmopolita debe convertirse en un imperativo moral y legal. Si analizamos con detenimiento las razones que empujan a estos inmigrantes a abandonar su tierra natal para intentar mejorar sus condiciones vitales, se convierte en un imperativo moral, no sólo no prohibirles la entrada, sino facilitársela, pues, hasta cierto punto, los países occidentales tenemos una deuda histórica con África que tarde o temprano tendremos que saldar (recordemos la política imperialista y colonizadora de finales del siglo XIX y principios del XX).

Por último, me gustaría hacer mención de la consideración que realiza Kant sobre el ciudadano cuando afirma que éste debe ser colegislador, es decir, que los gobernantes antes de tomar determinadas decisiones piensen en lo que sus ciudadanos decidirían hacer si se encontraran en su misma situación, pues como ciudadanos no estamos obligados a aceptar más que aquellas leyes a las que hayamos dado previamente nuestro consentimiento. Lamentablemente, los políticos que en estos momentos nos representan o no han leído a Kant, o en el caso de haberlo hecho, no han seguido su sabio consejo, de ahí que entren en política para enriquecerse y no para servir y dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos.

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