Fedón (o el alma).
Enviado por Ledesma • 2 de Mayo de 2018 • 2.455 Palabras (10 Páginas) • 451 Visitas
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En seguida, Sócrates le expone a Simmias otras formas de reminiscencia, la primera consiste en observar algún objeto o persona y esta a su vez, recordará a otro u otra persona. Prosigue con un ejemplo de igualdad, explica que puede mostrarse la igualdad en sí, o un tipo de semejanza, como dos leños o rocas semejantes (porque estos objetos no pueden participar de la igualdad en sí). A pesar de esto, dice que no es necesario que sean semejantes o desemejantes, sino que sólo con la contemplación se intuya otra cosa, y esto puede ser la idea de igualdad en sí. Con los dos tipos de observación de la igualdad es posible conseguir la reminiscencia. Es necesario entonces que las ideas de igualdad, lo bello, lo bueno y todas las entidades de esa clase, siempre existan, para que el alma las pueda reconocer a partir del razonamiento, una vez que esté en el cuerpo.
Después de todos estos argumentos Simmias observa que está convencido de que el alma existió antes y por ello puede contemplar las cosas reales[4] pero “…en cuanto a que después de que hayamos muerto aún existirá…”[5] no está bien persuadido. Para esto retoma la objeción que había hecho Cebes, sobre que cuando morimos el alma se disperse y esto sea el fin de su existencia.
Sócrates responde a esta dificultad explicando otras características del alma; primero expone que las almas tienen una afinidad con las ideas, pues son “de aspecto único en sí mismo, se mantiene idéntico y en las mismas condiciones, y nunca en ninguna parte y de ningún modo acepta variación alguna”[6]. Para poder reconocer a estas ideas invisibles se necesita de la meditación, pues es allí donde el alma se reúne con lo puro. En cambio, si fuera por medio de los sentidos, el alma se sentiría extraviada y mareada.
También explica que existen dos tipos de cosas, las simples y las compuestas. En estas, el alma participa de lo simple pues no se puede descomponer, mientras que el cuerpo, al descomponerse cuando perece, se constituye de lo compuesto.
Otra característica del alma es que gobierna sobre el cuerpo, debido a que la naturaleza prescribe que cuando alma y cuerpo se encuentren en el mismo organismo, lo divino e inmortal debe de mandar y ser dueño.
Por último Sócrates hace una síntesis de todos estos pequeños argumentos para concluir después que el alma sí existe incluso después de la muerte del cuerpo.
Que el alma es lo más semejante a lo divino, inmortal, inteligible, uniforme, indisoluble y que está siempre idéntico consigo mismo, mientras que, a su vez, el cuerpo es lo más semejante a lo humano, mortal, multiforme, irracional, soluble, y que nunca será idéntico a sí mismo.[7]
Para concluir con esta exposición Sócrates explica lo que le pasa al cuerpo y alma respectivamente. Por un lado, el cuerpo al perecer se desintegra y sólo es posible conservar por cierto tiempo el cadáver de la persona. Y por otro lado, el alma se marcha al Hades a un lugar puro e invisible donde perviven para volver a la vida si así es necesario. Por lo tanto el alma es inmortal.
Después de esto se expone brevemente que les pasa a aquellas personas que se dedicaron a cumplir los placeres del cuerpo sin cultivar el alma, pues esta se vuelve pesada y es arrastrada hacia terreno visible, que les pasa a las almas que fueron mal criadas en su vida pasada y cómo algunas de ellas reencarnan según cómo fue su vida anterior. Todo esto exponiendo una vez más la inmortalidad del alma.
A continuación Simmias y Cebes hacen un par de contraargumentos, pues no les queda muy claro cómo es que el alma puede subsistir una vez que ha muerto el cuerpo. Simmias, por su parte, hace su contraargumento a partir de la similitud del alma con la armonía. Explica que la armonía comparte características parecidas a las del alma, ambas son bellas e invisibles pero la primera necesita de una lira bien afinada, componiendo así la similitud con el cuerpo. Entonces la objeción viene aquí, cuando las cuerdas o la lira se rompan, ya no será posible que la armonía sea interpretada, por lo tanto, cuando el cuerpo perezca el alma no podría subsistir.
Cebes, por su parte hace su objeción parecida a la de Simmias, que el alma no es inmortal, pero le otorga cierta subsistencia de un cuerpo a otro, explica que puede ser que el alma sea más persistente que el cuerpo, que es capaz de utilizar varios cuerpos pero se va desgastando y por fin perece. Esto lo desarrolla a partir de la similitud con un manto y un tejedor, comprendiendo al tejedor como alma y al manto como el cuerpo, entonces el tejedor haría muchos mantos, así también el alma utilizaría muchos cuerpos pero cuando muere el tejedor, incluso dejando un último manto, el alma también puede dejar de existir.
Después de las objeciones, todos los presentes se quedaron reflexionando, pues parecía que lo expuesto había perdido el sentido pero Sócrates emprendió los argumentos para despejar las dudas expuestas. Comienza por preguntarle a Simmias si es que está de acuerdo con el argumento de la reminiscencia, (anteriormente expuesto[8]) en el que se acepta el alma existió, pues el aprender es recordar, Simmias responde que está plenamente persuadido de dicho argumento. Entonces Sócrates le señala que bajo ese entendimiento entra en contradicción, pues es imposible que la armonía exista solamente cuando la lira esté bien afinada, si no que la armonía está presente antes y después de que la lira esté en buenas condiciones, así el argumento no funciona.
Después continúa extendiendo el argumento, exponiendo que la armonía se somete a la lira, esto se contrapone a la prueba del gobierno del alma sobre el cuerpo, pues es necesario que el alma gobierne sobre el cuerpo porque tiene que gobernar lo que sea más natural y afín a las ideas. Para terminar con el contraargumento de Simmias, le explica que es imposible que haya almas malas, como con la inarmonía, pues todas las almas participan de lo divino, así la armonía nunca podría ser inarmonía.
Para refutar el argumento de Cebes, el del símil con el tejedor, Sócrates expone varios argumentos para persuadirlo de que el alma perdura aun después de que el cuerpo muera. Comienza por contar brevemente su historia a lo largo de su indagación filosófica y como no lo logran persuadir las diferentes corrientes a las que se ve sometido, refutando unas y evitando otras logra darse cuenta de muchas ideas por sí solo. Hay un argumento ontológico que es preciso señalar con distinción, pues explica que la esencia del alma es la vida, entonces cuando se acerca la muerte al cuerpo, esta huye conservando su inmortalidad. De la mano está el argumento de los contrarios, donde Sócrates explica
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