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Problemas alimenticios e impacto fisico mental

Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  5.264 Palabras (22 Páginas)  •  323 Visitas

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En la actualidad se reconocen 2 límites en los conocimientos biológicos: 1. En qué grado y magnitud lo que las personas comen y beben explica su constitución; y 2. Cómo interactúa el organismo humano con los comensales y patógenos del entorno.

La explosión de información que ha generado en los últimos 25 años en la Biología Molecular, Bioquímica, Fisiología y Epidemiología Clínica, han dotado a la ciencia de la nutrición de elementos capaces de ubicarla como una de las ramas de la Medicina que más desarrollo ha tenido en la segunda mitad del siglo que concluye.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, la enseñanza de la Nutrición Clínica todavía está ausente en los programas de estudio de numerosas facultades de Medicina, y cuando se aborda, es de forma fragmentada y subordinada a una subespecialidad dada. De esta forma, los médicos se gradúan sin conocer la importancia de los alimentos y nutrimentos en ellos contenidos en el proceso salud-enfermedad y se priva a los estudiantes de la posibilidad de integrar armónicamente las numerosas disciplinas curriculares que facilitan la comprensión y ulterior utilización de los conocimientos actuales en Alimentación, Nutrición y Metabolismo.

El desarrollo de la ciencia de la Alimentación y Nutrición se encuentra estrechamente unido a la revolución científico-técnica de los últimos 50 años. Ésta se vinculó esencialmente a conflictos bélicos de envergadura, la carrera armamentista y al desarrollo vertiginoso de la industria aéreo-espacial, que permitió al Complejo Militar Industrial, primero, y al Complejo Médico Industrial, después, el surgimiento de nuevos nutrimentos capaces de sustituir funciones digestivas, modular o restablecer funciones de órganos e interferir sobre la respuesta inmune e inflamatoria. De esta forma surge entonces la posibilidad de emplear los nutrientes como medicamentos: la fármaco-nutrición y dieta-terapéutica.

Este siglo ha sido testigo de importantes descubrimientos en el campo de la nutrición y de los efectos de los nutrimentos en el individuo y las poblaciones. Así se ha podido describir a los nutrimentos como los principales abastecedores y sostenedores del metabolismo como función más importante de los sistemas biológicos para alcanzar o mantener el estado de salud, así como también su importancia en la patogenia o terapéutica de enfermedades variadas que incluyen las denominadas crónicas no transmisibles: aterosclerosis, cardiovasculares, cerebrovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad y cáncer.

La nutrición puede conceptuarse como "la ciencia particular de la Biología que tiene como objeto el estudio, conocimiento y aplicación consecuente de las leyes que rigen la utilización de los nutrimentos en el ámbito de la célula". La posibilidad de que un nutrimento participe en el metabolismo celular dependerá de su aparición en el medio interno. Esto último se garantiza a través del llamado fenómeno alimentario que incluye entre sus etapas desde la planificación y producción de los alimentos, hasta la selección, elaboración, ingestión, digestión y absorción de las categorías químicas nutrimentales contenidas en ellos.

Se dice que el milagro de los alimentos somos nosotros mismos: desde la nutrición del óvulo fecundado para que alcance la categoría de un nuevo ser, hasta la conservación de la vida, el desarrollo, la reproducción y la muerte están estrechamente ligados a la búsqueda e incorporación de alimentos y sus nutrientes a los sistemas vivos.

Por tanto, la patogenia de la mala nutrición puede ser muy compleja y los factores que contribuyen a su aparición en el individuo o las poblaciones incluyen:

El modo de vida (sistema político-social, estado, economía).

Las condiciones de vida (sociedad, pobreza, desigualdad, geografía, catástrofes, guerras, diásporas).

Los estilos de vida (la familia, nivel educacional, laboral, religión).

Sistema de salud.

Es evidentemente obvio que las enfermedades en seres humanos se relacionan con frecuencia a los estilos de vida, y en teoría son prevenibles. Las agresiones de la vida moderna, la reducción en la actividad física, el consumo de alimentos procesados y la manipulación o exposición a sustancias químicas –incluidas farmacéuticas-, contribuirán a la disminución de la resistencia a enfermarse. Numerosas evidencias apoyan que nuestros genes adaptados durante millones de años al entorno de nuestros ancestros prehistóricos, toleran pobremente los cambios dramáticos que han ocurrido en las condiciones y estilos de vida, especialmente en los hábitos alimentarios durante los últimos 100 años, han predispuesto a los habitantes de los países occidentales a sufrir enfermedades inflamatorias, infecciosas, degenerativas y neoplásicas.

Los alimentos prehistóricos contenían miles de veces más bacterias que los actuales, principalmente las denominadas probióticas. Los métodos de preservación de alimentos prehistóricos incluían secado, o más comúnmente, almacenarlos en lugares húmedos soterrados, donde los alimentos eran fermentados de forma natural. Nuestro estilo de vida moderno ha reducido dramáticamente la disponibilidad de alimentos producidos por fermentación natural.

El tracto grastrointestinal contiene más de 400 especies de bacterias aerobias y anaerobias, que como células eucariotas interactúan en un complejo ecosistema. El concepto de ecosistema surgió en los años 70, ante el conocimiento de la regulación cualitativa y cuantitativa de la flora intestinal y las relaciones de ésta con los sustratos digestivos, el epitelio mucoso del intestino y el sistema inmune.

Entre los sustratos digestivos de origen alimentario se destacan los alimentos prebióticos o alimentos colónicos. Están integrados principalmente por la fibra dietética, células epiteliales decamadas, fermentos digestivos, proteínas no absorbidas; y de ellos se derivan sustancias como los ácidos grasos de cadena corta, aminoácidos como arginina, cisteína, glutamina, péptidos y poliaminas. Todas ellas tienen una importancia capital en el mantenimiento de la estructura y funciones del intestino, especialmente el colon.

Otro aspecto atrayente de esta modalidad lo constituye la evidencia demostrada de la producción de sustancias con características bactericidas y bacteriostáticas producidas por los microorganismos de la flora autóctona intestinal (simbiótica), capaz de neutralizar la llamada flora transitoria potencialmente patógena. Lactobacillus y bifidobacterium

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