A la llegada de los españoles al Perú, los incas regían y habían logrado establecer un idioma estándar
Enviado por Christopher • 28 de Septiembre de 2018 • 2.495 Palabras (10 Páginas) • 363 Visitas
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por lo que la extinción de esas lenguas está muy cercana. A pesar del limitado número de hablantes algunas lenguas indias de Norteamérica son bien conocidas por los préstamos que han dado al inglés en lo que se refiere a nombres de lugares; por ejemplo Delaware, Massachusetts, Cheyenne, Alabama, Omaha, Dakota, Wichita, Mohave, etc. Otras se han hecho famosas en el mundo entero gracias al cine: comanche, cheroqui, mohawk, etc.
La diversidad lingüística es lo que caracteriza a las lenguas amerindias de Sudamérica, gramaticalmente hablando. Las características compartidas reflejan en general la tipología y no la gramática. El mayor número de lenguas son lenguas sufijadoras, como las quechuamarán y la huitoto o usan muchos prefijos y sufijos como las arahuacanas y panoanas. También hay numerosas lenguas que tienen pocos prefijos y sufijos, como las ge, caribe o tupianas y a su vez hay unas pocas que tienen muchos prefijos y más sufijos (hevero o chébero), habiendo otras, raras, que casi no tienen afijación, como la ona y tewelche.
La complejidad de las palabras varía grandemente, pues mientras que en guaraní se componen de tres elementos de media, en piro (arahuacana) son de seis. En lenguas como las caribe o tupianas, las raíces de las palabras son nominales o verbales y pueden convertirse en otra clase de palabras por afijos derivacionales. En la quechua o en la mapuche muchas raíces de palabras son nominales y verbales. Otras lenguas como la yuracare forman sus palabras por reduplicación, un proceso que no ocurre sistemáticamente en las lenguas tupianas. La composición, esto es, la formación de dos o más palabras para formar otras nuevas está muy extendido, aunque en ocasiones, como en la chon, puede estar casi ausente. Las raíces verbales en las que el objeto nominal está incorporado son también frecuentes. Muchas lenguas son del tipo aglutinante (quechua, panoano, mapuche), es decir, combinan varios elementos de significado distintivo en una sola palabra sin cambiar el elemento. Otras (caribe, tupianas) muestran una moderada cantidad de cambio y fusión de los elementos cuando se combinan en palabras.
El género marcado gramaticalmente en los nombres ocurre en guaicuruano y la diferenciación masculino-femenino en los verbos ocurre en arahuacano, huitotoano y tucanoano, si bien las lenguas sin distinción de género son más comunes.
El singular y plural de la tercera persona no se distingue obligatoriamente en tupiano y caribe, pero lenguas como yámana y mapuche tienen singular, dual y plural. Una distinción muy común es entre la primera persona inclusiva (tú y yo, oyente incluido) y la primera exclusiva (él y yo, oyente excluido). Las formas pronominales se diferencian según las categorías que indican, ya sea que la persona esté presente o ausente, sentada o levantada y lo mismo ocurre en guaicuruano y movima. Los casos en nombre se expresan generalmente por sufijos o posposiciones, siendo el uso de preposiciones raro. La posesión se indica predominantemente por prefijos o sufijos y los sistemas en los que las formas posesivas son las mismas en el sujeto de los verbos intransitivos y en el objeto de los transitivos son muy corrientes. Los afijos clasificatorios que categorizan los nombres según la figura del objeto se dan en chibchano, tucanoano y waicano.
Muy frecuentemente las formas verbales expresan el sujeto, objeto y la negación, todo en la misma palabra. Las categorías de tiempo y aspecto parecen estar representadas generalmente en las lenguas sudamericanas, si bien las categorías expresadas varían mucho de una lengua a otra. Por ejemplo, la aguaruna (jivaroana) tiene una forma futura y tres pasadas diferenciadas por distinción relativa, mientras que en guaraní la diferencia es básicamente entre futuro y no futuro. Otras lengua como la hevero expresan categorías modales. Son muy comunes los afijos que indican movimiento, principalmente hacia y fuera del hablante, y localización (como en las quechuamarán, záparo e itonama) y en algunos troncos como arahuacano y panoano hay muchos sufijos en el verbo con significado adverbial concreto. Los afijos clasificatorios que indican la manera en la que se realiza la acción ocurren en hevero y ticuna. Las acciones hechas individual o colectivamente se diferencian paragdimáticamente en caribe, mientras que en yámana y jívaro las raíces verbales se usan de acuerdo a si el sujeto o el objeto es singular o plural. Hay varias lenguas (guaicuruano, mataco y cocama) en las que algunas palabras tienen formas diferentes según el sexo del hablante.
Las frases en las que el predicado es un nombre declinado como un verbo con el significado de ’ser’ o ’tener’ el objeto designado mediante el nombre ocurren en bororo y huitoto, como ’yo-cuchillo’, es decir, ’yo tengo un cuchillo’. Las frases en las que el sujeto es el objeto de la acción son frecuentes pero las frases verdaderamente pasivas en las que se expresan el recipiente de la acción y el agente de la misma son raras, aunque ocurren en huitoto. Las frases subordinadas se introducen raramente por conjunciones, expresándose normalmente por elementos pospuestos o formas especiales de los verbos, tales como gerundios, participios o conjugaciones subordinadas.
Al igual que ocurre con la gramática, no hay características fonológicas comunes a todas las lenguas sudamericanas. El número de sonidos puede variar desde 42 en jaqaru (quechuamarán) hasta 17 en campa (arahuacano). La jaqaru tiene 36 consonantes mientras que la makushí (caribe) tiene sólo 11. Algunas lenguas quechuas tienen sólo 3 vocales mientras que la apinayé (macro-ge) tiene 10 vocales orales y 7 nasales. Un dialecto del tucano (tucanoano) muestra tres puntos de articulación mientras que la chipaya (macro-mayense) tiene nueve. Las oclusivas sordas (p, t, k) ocurren por doquier pero las sonoras (b, d, g) pueden estar ausentes y las fricativas (f, v, s, z) pueden ser pocas en número. Las oclusivas glotalizadas sordas son corrientes (quechuamarán, chibchano) pero no las oclusivas glotalizadas sonoras. Menos frecuentes son las aspiradas (quechuamarán) y palatalizadas (puinave); los sonidos nasales glotalizados (movima) y las laterales sordas (vilela) son raras. Hay una distinción entre sonidos velares y postvelares en quechuamarán y chon, entre velar y labiovelar en tacana y siona; las consonantes retroflexas palatales suceden en pano-tacanano y chipaya.
Los sistemas que poseen vocales nasales son corrientes (macro-ge, sabelano), pero en varias lenguas (tupiano, waicano) la nasalización es una característica de las palabras completas no de vocales o consonantes. Hay una aparente ausencia de vocales anteriores redondeadas (ü, ö) pero las vocales no redondeadas posteriores son corrientes. Los sistemas que tienen vocales largas son el chipaya
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