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Antes de entrar de lleno al porfiriato, es necesario hablar sobre La república restaurada donde encontramos la primera rebelión de Díaz (1867-1876).

Enviado por   •  6 de Marzo de 2018  •  6.135 Palabras (25 Páginas)  •  444 Visitas

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Díaz propuso reconocer a Iglesias como presidente, si este a su vez lo reconocía como jefe del nuevo ejército revolucionario y prometía convocar pronto a nuevas elecciones. Iglesias sobreestimando su fuerza se negó, pero cuando las fuerzas de Díaz marchan contra él, es aniquilado completamente.

En la primavera de 1877 tuvieron lugar las elecciones y Díaz se convierte en el nuevo presidente.

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El general Díaz asumió la presidencia impulsado por una gran parte del ejército y de pensadores liberales los cuales estaban fuertemente influenciados por las ideas del positivismo.[6]

En un principio, el régimen de Porfirio Díaz, tuvo un carácter militar más acentuado, ya que dedico un mayor porcentaje del presupuesto a gastos militares.

Para asegurar la lealtad de los militares y las numerosas sublevaciones, incluyo en la nómina a sus propios soldados y los que habían luchado al lado de Lerdo e Iglesias.

Díaz se percató de que el ejército era débil, estaba demasiado dividido y no era lo suficientemente fiable como para ser el único sostén del régimen. Por ello, intento recuperar y reforzar la coalición existente entre las clases media y alta que había servido de base social y política al régimen de sus predecesores con su política “divide y vencerás”.

La transformación política de Díaz, se inició al demoler sistemáticamente los feudos prácticamente independientes de caudillos regionales leales a sus predecesores, como el gobernador de Chihuahua Luis Terrazas e Ignacio Pesqueira en Sonora, y nombro en su lugar a oponentes de parecida extracción social. Aun así, permitió a los hombres destituidos conservar sus propiedades y extender su influencia económica, siempre y cuando no se revelaran contra él.[7]

Hizo que el congreso recién elegido proclamara el principio de la no reelección no solo aplicable al presidente, sino también a los gobernadores.

No llevo a cabo una represión masiva, ni decreto el encarcelamiento o la ejecución de sus enemigos, tampoco acabo con los grupos políticos, que continuaron existiendo y participando en la vida política.

Con el ascenso del capitalismo se desarrollaron las bases de la organización obrera, en 1871 a fines de la época Juarista, surge el periódico “el socialista”, el cual fue el primer periódico obrero en México, este estaba destinado a defender los derechos e intereses de la clase trabajadora, estaba fuertemente influenciado por la comuna de Paris, la intervención de la primera internacional y el manifiesto escrito por Marx, esto además, confluyo con el surgimiento de las primeras luchas obreras, organizadas contra la explotación capitalista, además de la realización del primer congreso obrero de México, pero lamentablemente debido no solo a la represión por parte del régimen de Díaz, si no ante todo porque su política burguesa, reformista, confusa y conciliadora no les permitía subsistir bajo el régimen de Díaz, por lo que en 1888 desaparece.

Para 1972, se funda el gran circulo de obreros que fue la primera central obrera del país y que se extendió sobre todo en el gremio textil y en sectores artesanales.

Además, cabe mencionar que, durante el gobierno de Manuel González, iniciaron algunos conflictos con la prensa, que tomaba una posición cada vez más crítica hacia el gobierno, teniendo como reacción un decreto emitido por el presidente en 1882, conocido como la Ley Mordaza. La medida establecía que cualquier periodista podía ser aprehendido, encarcelado, y enjuiciado por denuncias de cualquier ciudadano. Este decreto representó uno de los peores golpes al periodismo libre en el siglo XIX.

En 1874 surge el periódico “la comuna” que posteriormente se transformó en la comuna mexicana, este defendía principalmente el reparto agrario entre otras cosas.[8]

El desarrollo del capitalismo bajo el régimen de Porfirio Díaz estuvo marcado, a pesar de la represión contra toda forma de organización obrera, por más de 250 huelgas, entre las que han quedado registradas en esos años fueron en las fábricas textiles con 75 huelgas, seguida de los ferrocarriles, con 60 huelgas, y los cigarreros, con 35. En las minas hubo aproximadamente una docena de huelgas; y una cantidad igual tanto en tranvías como en panaderías.[9]

Estas huelgas, siendo victoriosas o no, mantuvieron el progreso de las masas, es decir, el elemento activo de progreso del país.

Ahora bien, de 1867 a 1877 México tuvo un leve respiro, respecto a la intervención extranjera (hecho que nunca antes había experimentado y que difícilmente volvería a experimentar). No se restablecieron relaciones diplomáticas con los países una vez agresores, Francia, Gran Bretaña y España, pero ninguno de ellos se vio tentado a arriesgarse en una nueva intervención.

En cuanto a las relaciones con los norteamericanos que habían sido buenas durante la intervención francesa, se enfriaron considerablemente, las causas del conflicto eran muy diversas, los pobladores norteamericanos continuaban su avance hacia el oeste, los ladrones de ganado, utilizaban como refugio la frontera mexicana menos poblada y menos defendida, para luego lanzar ataques contra los Estados Unidos.

Esto trajo como resultado que las autoridades de ambos lados de la frontera se intercambiaran acusaciones. Se añadía el hecho de que el gobierno mexicano, buscando atraer pobladores a esta región peligrosa y sumida en la pobreza, había establecido una zona libre de impuestos a lo largo de diez mil millas en la frontera norteamericana. Los bienes adquiridos en esta zona eran más baratos que en territorio mexicano o norteamericano, lo cual contribuyo a que se extendieran las actividades de contrabando, generando un enorme descontento entre los comerciantes norteamericanos.

Durante el siglo XIX Estados Unidos y los países europeos, habían finalmente reconocido a los gobiernos revolucionarios de Latinoamérica, una vez que comprobaran que podían mantener el control por sí mismos y cumplir con sus obligaciones internacionales.

En el caso de México, cuando Díaz asume el poder, la administración de Grant en los Estados Unidos se negó a reconocerlo a no ser que resolviera a su favor algunos de los puntos conflictivos entre ambos países. Dadas las circunstancias, Díaz se mostró muy dócil, una de sus primeras medidas administrativas al entrar a la Ciudad de México, fue reunir a un grupo de banqueros y empresarios en la capital para conseguir el dinero destinado a la primera entrega

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