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Corrientes y el tango

Enviado por   •  15 de Febrero de 2018  •  1.233 Palabras (5 Páginas)  •  318 Visitas

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No importa el día, ni la hora, ni la época del año, siempre habrá un turista caminando por Corrientes en busca de tango. Es el caso de Víctor y Carmen, dos turistas ecuatorianos que pasean por la gran avenida, sonrientes, disfrutando de todo lo que perciben a su alrededor, absorbiendo cada detalle de la vida nocturna porteña.

“Es la primera vez que venimos a Argentina, llegamos hace dos días” comenta Carmen con la sonrisa grabada en su rostro, que es lo único que deja al descubierto, ya que el resto de su cuerpo está tapado con grandes abrigos. “Hoy fuimos a La Boca, a Caminito. Quedamos enamorados, siempre quisimos visitar Buenos Aires, es un sueño hecho realidad”, dice Víctor tomado del brazo de su pareja. “Vimos a una pareja bailando tango y nos ha fascinado. Nos sacaron a bailar, fue realmente maravilloso vivir esa experiencia, por eso hoy quisimos seguir recorriendo la ciudad, queremos aprovechar al máximo nuestra estadía aquí.” Carmen asiente y se mueve dando pequeños saltitos en su lugar, tal vez por el frío, tal vez por la emoción. Rápidamente continúan con su paseo. Víctor le señala algo al otro lado de la gran avenida y esperan en una esquina para poder cruzar. La adrenalina está en el aire, la vorágine se percibe en cada peatón. Dicen que Corrientes es la calle que nunca duerme, y no se equivocan.

Y si hablamos de tango y de calle Corrientes, debemos hablar de Carlos Gardel. Él la caminó de muy joven, cuando aún era angosta. Corrientes fue testigo de su gloria, y Gardel se encargó de rendirle homenaje en varias oportunidades. Como cuando interpretaba el tango escrito por Jorge Cuni que decía: “Corrientes calle nocturna de milongas, calaveras y gente bien, en tus calles de vicios y de orgías maté mis alegrías, mi único Edén.” Corrientes no sería lo mismo sin Gardel, y Gardel no sería lo mismo sin Corrientes.

Aunque los porteños insisten con que el tango está en decadencia, que Corrientes no es más la de antes, como Raúl, un vendedor de una de las tantas disquerías que hay en la avenida más importante para el tango, quien sostiene que “ya nadie escucha tango. Se venden muy pocos CDs de tango, se venden muy pocos CDs, en realidad…” Raúl acomoda sus lentes de lectura que se van deslizando por su nariz y continúa hablando: “Puede que algún que otro turista curioso venga a preguntar por algún disco de Gardel, o de Cacho Castaña y se termine llevando alguno” su voz lleva un dejo de desesperanza y melancolía. “O la gente grande que toda su vida escuchó tango… pero digamos que tener álbumes de Gardel no es una gran inversión.” Sonríe con una mezcla de sarcasmo y tristeza.

Pero al patear Corrientes de una punta a la otra, cualquiera se da cuenta de que el tango es más que un par de CDs, y que Corrientes es más que una avenida llena de teatros y restaurantes. Ambos son dos símbolos patrióticos que están unidos por fuertes lazos.

El tango no está solamente en una caja de acrílico, o dentro de un círculo que gira y reproduce sonido. El tango está en cada esquina, en el vértigo nocturno de la avenida que no descansa. En la gran ciudad y en los mitos que crearon alguna vez los tangueros en los arrabales cercanos al Río de La Plata. El tango continuará vigente mientras haya tragedias, ilusiones, derrotas, sueños y pasiones que movilicen a cualquier persona que pase por Caminito, por el Abasto o por la calle Corrientes.

Varela Macarena

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