Deuda exterma argentina

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Para el año 1983, los militares dejan el poder con una deuda de aproximadamente 44 mil millones de dólares. En este periodo asume la presidencia el Dr. Raúl Alfonsín encontrando un país devastado e inmerso en una hiperinflación.

En 1989 ya con Carlos Menem en el poder el Gobierno toma medidas en las que se destaca la privatización de las empresas estatales y fuerte recorte del gasto público. En el año 1991 se establece el plan de convertibilidad que establecía una paridad de 1 peso = 1 dólar.

Esta medida logra que la inflación baje rápidamente pero como daño colateral la industria nacional se deteriora ante la oleada de los productos importados, que son subsidiados en su país de origen, frente al encarecimiento del peso, y por consiguiente de la industria nacional que deja de ser competitiva. La eliminación por parte de los controles estatales sobre el capital exterior hace que se incremente la fuga de capitales, por lo que el Estado debe seguir tomando préstamos para poder pagar la deuda.

El despilfarro, la falta de controles, la fuga de capitales y la toma constante de deuda hace que en 1999 la Argentina se encuentre sumergida en una recesión con aumento del desempleo, figura que en el contexto mundial aparece por primera vez en la historia de las Naciones, convirtiendo a nuestro país en el primero en el mundo con características de cesación de pagos. Es en este entonces que durante el gobierno de Fernando De La Rúa, la deuda asciende a 152 mil millones de dólares. Con la vuelta de Domingo Cavallo como Ministro de Economía en 2001 se decide crear el corralito financiero para frenar la fuga de capitales y se deja de pagar la deuda externa. El corralito entre una de sus características contaba con un principal problema: retenía los ahorros bancarios de los contribuyentes del sistema argentino.

Tuvieron que pasar 3 años desde la crisis del 2001 hasta el 2004, con el gobierno de Néstor Kirchner a la cabeza, para volver a pagar la deuda y dejar el default. Durante su periodo se renegocia la deuda con una quita de intereses, se decide además cancelar en un solo pago el crédito contraído con el FMI, de duras políticas para con nuestro país. Esta medida permite a la Argentina recobrar su soberanía económica ya que no debía seguir las políticas impuestas por el fondo.

Para el año 2007 finalizando el mandato de Néstor Kirchner la deuda baja considerablemente a 108 mil millones de dólares.

La deuda externa ha sido durante los casi 200 años de vida de nuestra Nación el principal ancla para nuestro crecimiento. La toma de deuda mediante empréstitos es una solución momentánea por un lado pero también un grave problema a largo plazo.

Evolución de la Deuda Externa

Año

Deuda

1823

$ 1.000.000,00

1866

$ 2.500.000,00

1870

$ 4.700.000,00

1875

$ 14.500.000,00

1886

$ 35.000.000,00

1904

$ 70.000.000,00

1944

$ 57.000.000,00

1956

$ 1.051.000.000,00

1975

$ 9.100.000.000,00

1985

$ 44.000.000.000,00

1999

$ 152.000.000.000,00

2007

$ 108.000.000.000,00

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Sin duda alguna la Deuda Externa ha representado una herencia demasiado pesada para los últimos gobiernos. En los últimos 16 años se ha intentado combatir a los grupos que han comprado bonos del estado argentino con el fin de obtener ganancias siderales mediante la especulación, estos grupos mejor conocidos como fondos de inversión o bajo el nombre de “fondos buitres” no representan más que un grupo concentrado de la economía mundial la cual su operatoria es comprar bonos en Default de la deuda de países, para luego reclamar el pago de dichos bonos más intereses. Esta operatoria ha golpeado la soberanía de países como el Perú u otros más humildes como la Republica Democrática Del Congo, sin embargo la batalla más conocida ha sido la contienda que mantuvieron dichos fondos con la Argentina, quiero aclarar y recordar brevemente que dichos fondos compraron bonos defaulteados a un precio muy por debajo de su valor nominal para luego reclamar más del 1mil porciento en concepto de intereses. Si bien es cierto que Argentina debía pagar dicha deuda considero desde mi punto de vista que el haber pagado esos intereses reclamados ha sido una medida favorable para el corto plazo pero muy arriesgada para nuestras futuras generaciones dado que considero que el presente debe ser transitado sin hipotecar el futuro.

Bajo el régimen de sobreendeudamiento cada vez más recursos presupuestarios deben emplearse para el pago de los servicios de deuda, reduciendo paulatinamente el papel de Estado a esa única función. Por otra parte, la imposibilidad de hacer frente a los abultados vencimientos obliga al país a someterse a las recetas de los organismos multilaterales de crédito, que condicionan cada nuevo préstamo a nuevas medidas de ajuste. El ajuste tiene como único objetivo volver a obtener un nuevo crédito que se usa para pagar los anteriores, y así sucesivamente, en simples palabras, a los acreedores de deuda les conviene que la rueda siga girando todo el tiempo.

En el último tiempo se ha debatido la conveniencia de pagarle a los fondos buitres para reiniciar un nuevo ciclo de endeudamiento. Este argumento es que habiendo normalizado la deuda se podrá acceder a nuevos créditos. La promesa ha sido siempre la misma desde 1824: el acceso al financiamiento internacional con el objetivo de desarrollar el país. Pero a 200 años del nacimiento de nuestra Nación es inevitable hacernos las siguientes preguntas, ¿fue realmente un instrumento útil para el desarrollo el endeudamiento