ERMITA DE SANTA MARÍA DEL PINAR, CANTALEJO: RECREACIÓN DE LA CONSTRUCCIÓN ROMÁNICA ORIGINAL.
Enviado por tomas • 28 de Febrero de 2018 • 3.757 Palabras (16 Páginas) • 483 Visitas
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Hay que destacar otra construcción en esta comarca: la iglesia de San Justo, ya que su portada guarda un parecido que roza la identidad con la portada de la ermita.
De igual forma es reseñable la importancia de la villa de Sepúlveda en la época, lo que implica sin lugar a dudas que se convirtió en el foco principal de difusión de los elementos del románico traído desde el norte de la península. Por tanto cualquier edificio perteneciente a los siglos XII y XIII situado en el entorno próximo a Sepúlveda guardará una relación directa con los edificios románicos de esta villa, no únicamente con los dos ejemplos tratados.
Influencias del románico de la comarca de Pedraza.
Entorno a Pedraza, como cabeza de comarca, se elevan un gran número de ermitas coetáneas de la ermita objeto del trabajo. El estado de conservación de éstas es increíble en comparación con la ermita de Santa María del Pinar, y por ello es necesario destacar construcciones como la ermita de Nuestra Señor de las Vegas o el Arenal. De estos dos edificios resaltamos las galerías porticadas, formadas por un sistema de columnas pareadas que soportan los arcos de las galerías, pudiendo adosarse a pilastras en el vano central de entrada al atrio. [pic 4]
Nuestra Señora de las Vegas, Requijada
Comarca de Turégano y comarca de Cuellar.
Destacamos estas dos regiones no por su influencia, si no por su importancia a la hora de definir algunos elementos del edificio estudiado, así como por servir de explicación a algunas de las actuaciones que sobre él se han llevado a cabo.
De la comarca de Turégano debemos destacar que su arquitectura románica es posterior al edificio tratado, pues se sitúan en su mayoría mediado el s.XIII, su importancia se relega al estudio de los elementos de decoración vegetal inscrita en círculos perlados que forman las líneas de imposta. Deberemos dar por supuesto que los vestigios de esta decoración de las líneas de imposta que permanecen en la ermita de Santa María del Pinar, ocupaban en un origen la totalidad de ellas, como ocurre en las construcciones de la comarca de Turégano.
[pic 5][pic 6]
Líneas de imposta iglesia de San Miguel, Turégano Líneas de imposta Pelayos del Arroyo
La importancia de las construcciones de los siglos XII y XIII en la comarca de Cuellar de corte mudéjar, hay que entenderla teniendo presente la importancia que paulatinamente ha ido ganando la ciudad, y cómo esto ha podido influir en las diversas reformas, adiciones y modificaciones que ha sufrido la ermita a “imitación” del mudéjar cuellarano. [pic 7]
Portada de San Esteban, Cuellar
Reformas y remodelaciones de la ermita de Santa María del Pinar.
La ermita ha sufrido, sin duda, lo que se puede considerar una de las reformas más agresivas hacia sus raíces románicas. Es realmente complicado diferenciar o intuir los elementos puramente románicos, como en el caso del arco de triunfo que da paso al presbiterio, recubierto con arenisca artificial y con la decoración de las líneas de imposta perdida, pareciendo más una reconstrucción relativamente actual.
Las dimensiones a día de hoy pueden resumirse de la siguiente forma: la única nave, de techo raso, mide aproximadamente 18m de largo hasta el arco triunfal y unos 9 metros y medio de ancho. El arco triunfal en el que muere la nave y desde el que arranca el presbiterio tiene una luz de 4,7m y una altura de 6,4m en el intradós de la clave. El presbiterio cuenta con dos arcos de medio punto tanto en el lado de la epístola como en el del evangelio; ciegos en origen, unidos por una línea de imposta en el arranque de la bóveda de cañón que lo cubre. Actualmente dos de ellos se encuentran abiertos dando paso a las sacristías. El ábside semicircular cuenta con una profundidad de 2,5 metros y se cubre gracias a una bóveda de cascarón.
Pese a que en este estudio nos centraremos en intentar llegar al edificio románico primordial, no podemos dejar de destacar otro elemento que ha resistido las agresiones y tiene un reconocible valor artístico. La ermita cuenta con una portada barroca con unas dimensiones de 3,2m de ancho y 3,7m de alto, a los que hay que sumar el tímpano.
Lamentablemente no sólo se han perdido los elementos románicos; otros como la bóveda de cantería que sabemos existía en el atrio y no podemos datar, fueron también objeto de las reformas y actuaciones indiscriminadas sobre un edificio que debiera haber recibido un mejor trato.
La mayor reforma de la ermita se llevó a cabo entre los años 1956 y 1957. Fue un proceso sistemático de destrucción de patrimonio, una serie de reformas completamente ajenas al valor
histórico y artístico del edificio. No podemos hablar en ningún momento, atendiendo a estas obras, de restauración, es simplemente una intervención agresiva y arbitraria sobre un edificio que hasta ese momento, probablemente guardara una mayor relación (al menos compositiva) con sus raíces románicas.
Ninguno de los valores monumentales propuestos por Riegl, ha sido respetado. Las obras llevadas a cabo no pueden entenderse, ni desde un punto de vista restaurador, ni mucho menos conservador. Las posibles necesidades de intervención por el posible mal estado del edificio, dieron pie a la desaparición de cualquier atisbo románico, no solo en los elementos singulares recubiertos o eliminados, si no en la composición en planta, perdiendo completamente las proporciones románicas, y con ellas la identidad del propio edificio.
Las obras, dirigidas por el arquitecto Pedro Escorial modificaron el edificio de una manera inaudita. La nave se alargó 5 metros, probablemente eliminando la espadaña, ya que se construyó una nueva situada en la transición entre la nave y el presbiterio y apoyada en el arco triunfal, que tuvo que ser reforzado, y que se recubrió con arenisca artificial. El atrio fue reabierto y se rebajo su altura, destruyendo el muro que lo cerraba y que seguramente fue construido con los elementos que conformaban el atrio original románico, y que podrían haber sido recuperados, como en otros casos de intervención. La portada barroca, que cerraba el atrio en el hastial occidental, se trasladó a los pies de la nave y se le añadió una sacristía de ladrillo en el lado del evangelio que acabó por difuminar la planta románica. La espadaña, de la que ya hemos hablado representa un ejemplo claro de un falso histórico mudéjar,
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