Evolución económica en Asia.

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Pese a gozar de un aparente buen desarrollo de la economía y de estabilidad generalizada, era de esperar que se produjera dicha crisis. El crecimiento que se había generado en los años anteriores parecía no tener fecha de caducidad, pero había generado importantes debilidades subyacentes. Los sistemas financieros no eran los suficientemente fuertes para aguantar las fluctuaciones externas, la constante política monetaria que ajustaba la moneda local con respecto al dólar y el deseo de abrir el mercado al capital extranjero se producía demasiado rápido. Los bancos y entidades locales se endeudaron de forma desmesurada en dólares, ya que los intereses eran menores, con la idea de que en condiciones tan favorables los tipos de cambio permanecerían estables. Posteriormente, se produjeron las consecuentes burbujas, también el sistema inmobiliario. La crisis derivó del exceso financiero en, precisamente, un ambiente aparentemente controlado, pero que enmascaraba malas inversiones y una regulación insuficiente e inadecuada.

El gran crecimiento que se produjo en años anteriores a la crisis produjo también altas tasas de ahorro y un crecimiento en la producción que junto a la progresiva apertura de sus mercados y la inversión financiera han propiciado la recuperación. Pero sobre todo, la importante mejora en la calidad de vida, la educación, las infraestructuras y la diversas reformas de los principales sistemas económicos, han hecho posible que, pese a no haber recuperado el mismo ritmo de crecimiento anterior a la crisis, sí se haya podido salir de ella en un espacio de tiempo relativamente corto y mitigar las consecuencias.

En parte gracias a la crisis, los países que fueron afectados por ella realizaron importantes reformas que han aumentado su capacidad para afrontar posibles problemas futuros. Habiendo aprendido de los errores pasados, los niveles de endeudamiento son más razonables y los mecanismos de control bancarios y las medidas de supervisión financiera han mejorado. Las balanzas de pagos están más equilibradas y las tasas de capital se han incrementado. En la mayoría de países hay superávit de cuenta corriente y una menor deuda externa. Se han aprovisionado grandes reservas de divisas fuertes para contrarrestar una posible especulación.

Se observan tres desequilibrios que, en definitiva, están produciendo una polarización entre EE.UU. y Europa por un lado, y algunas economías asiáticas, por otro. Por un lado, se presentan dos extremos entre algunas de las principales economías de la OCDE con un gran déficit en la balanza por cuente corriente y otros países también de la OCDE a los que se une China, con un superávit y continuo crecimiento. Al mismo tiempo, estos países junto con Rusia son los que acumulan la mayor parte de las reservas internacionales. Por último, China y la India están aumentado su influencia en los mercados de energía y materias primas por su gran demanda, lo que da lugar a un aumento del precio de las mismas.

El crecimiento de la mayor parte de las economías asiáticas ha seguido un ritmo constante y elevado, incluso tras la crisis económica global de 2008-2009. China y la India se han convertido en importantes motores para la región gracias a su rápido crecimiento, su alto nivel de inversión extranjera directa y su estrategia de expansión comercial. El gran dinamismo que se está generando en Asia, propicia la continuidad de este patrón.

Las exportaciones han sido la principal estrategia de crecimiento para las economías emergentes de Asia, junto con la industrialización de sustitución de las importaciones. Al mismo tiempo el crecimiento generado por estas exportaciones atrajeron la inversión extranjera e impulsaron el sector tecnológico. China continuó promocionando las exportaciones hasta alcanzar el mayor nivel entre el resto de economías, y disminuyó gradualmente la protección de las importaciones, para después ingresar en la OMC. Toda la región asiática parece seguir esta tendencia, liderando la exportación de productos manufacturados e incluso, evolucionando hacia productos de mayor valor añadido.