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Historias reales en la solidaridad y comprensión del ser humano

Enviado por   •  1 de Mayo de 2018  •  3.888 Palabras (16 Páginas)  •  440 Visitas

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supo contestarme enseguida, pero su mirada lo delataba y su voz temblorosa aun más, tanta fue mi insistencia, que decidió confiarme su dilema, pero me pidió guardar discreción acerca de lo sucedió, a lo que le conteste: no te preocupes, soy buena escuchando y guardando secretos, dime qué es lo que te sucede. Ahora ustedes se preguntarán ¿Qué preocupación invadía la mente de Guillermo?; luego me miro fijamente como queriendo hablar por los ojos, conteniendo el sollozar, y con cierta angustia dijo: mi familia es algo complicada, no creo que quieras seguir frecuentando a una persona como yo, mi padre es drogadicto, mi madre administra un negocio, y sufro de una enfermedad, mis amigos apoyan en lo que pueden, no creo que viva más de un año, tengo leucemia, estoy muy avergonzado por contarte todo esto, pero me inspiras confianza, sé que puedo apoyarme en ti, espero no asustarte, y entonces dije: no te preocupes, puedes contarme lo que quieras, no te juzgare, los seres humanos estamos para ayudarnos, y aun mas siendo amigos, no pensare mal de ti, al contrario, gracias por confiar en mí; seguidamente le di una palmada en la espalda en señal de aliento, y a ello dijo: no pensé que entenderías, gracias Romina, nuestra amistad será para siempre. Después de tener esta conversación, nos levantamos de la banca del parque, y caminamos hacia mi casa, de pronto vimos

que alguien se acercaba, era la madre de Guillermo, como es correcto, la salude, diciéndole: buenas tardes señora, pero creo que no le agrado mucho que estuviera conversando con su hijo, porque si la mirada matara esta hubiera disparado en mi pecho. Ahora sabíamos que tendríamos obstáculos para la amistada tan bonita que estábamos construyendo.

Una noche saliendo de mi trabajo, encontré a Guillermo caminado cerca de mi casa, parecía que su intención fue encontrarme, lo salude con efusividad, y mi padre pudo ver lo sucedido en ese momento, que tampoco le agrado igual que a la madre de mi amigo, se preguntarán ¿porqué estoy segura de decir que no le agrado esto a mi padre?, mi padre enfadado dijo: ¡pasa a la casa, tenemos que conversar!, no pude decir nada, me despedí de mi amigo y obedecí a mi padre. Ya al interior de mi casa, comenzó una lluvia de gritos, no pensé que sería tan grave lo que mi padre diría acerca de la familia de Guillermo, tanto así que quede perpleja y mis ojos no podían aguantar el llanto, por todas esas palabras hirientes y prejuiciosas, esta palabras fueron: ¿Qué crees que la ente diría de ti, que te juntas con un drogadicto, su padre lo es, y el también lo seria, su madre es una cualquiera, ¿no sabes que vive a unas cuadras cerca del parque?, eh visto que clase

de amistades tiene, lo que sientes por eso muchacho es compasión, no es amor, y amistad menos, después de esas palabras prejuiciosas, solo atine a decirle: ¡qué pena, siempre juzgas a las personas, no te atreves a conocerlas realmente!, me retire sollozando, y al llegar a mi habitación imaginaba como solucionar esta situación, que había dejado en mi mucho pesar. Llegada la noche, ya hacía en mi habitación, recostada sobre mi cama, mirando hacia el techo, pensando en diferentes soluciones, pasaron las horas. Siendo las 3:00 am, vi a un lado el cuaderno, testigo de las noches más largas pensando en él, escribiendo varios pensamientos, que nadie sabía que pasaban por mi mente, así empezó a nacer sobre mí un sentimiento de ilusión, que se volvería realidad, y no sería simplemente efímero. De pronto mi celular empezó a sonar, era mi amigo entrañable, conteste: ¡Guille, hola!, y él me dijo: aquí en casa, disculpa no te dije que vivo cerca de tu casa, me dio vergüenza, porque igual llegue tarde la primera vez que salimos juntos, le dije entre risas: está bien, pero ya sabes a nadie le agrada que conversemos, y me siento muy preocupada, es injusto, mi padre es muy prejuicioso, se deja llevar por lo

que dice la gente, pero ¿Cómo estás?, y él me dijo: estoy algo débil, debo ir mañana temprano al hospital, empezare con las quimioterapias, a lo que le dije: ya veras, que el tratamiento hará

efecto, ten fe en Dios, el te ayudara, lo sé porque el también hizo mucho por mí, y parece que mi familia lo ha olvidado, sigue siendo prejuiciosa, y mi padre más aun, sabes que cuentas con mi apoyo, luego me dijo: si, eso hago, lamentablemente ha tenido que suceder esto para que mi familia se una y tomen conciencia de la vida, el respeto y el amor el uno al otro, y aferrarse a Dios, bueno te dejo descansar, cuídate, estaremos conversando, un beso y un abrazo, por ultimo le dije: también, cuídate y sabes que cuentas conmigo, chau.

Pasado los días, no sabía nada de mi amigo, empecé a preocuparme, camino de regreso del trabajo a mi casa, encontré a la madre de Guille cruzando la calle, y ella se acerco muy triste y me dijo: mi hijo se encuentra muy grave, podrás acompañarme al hospital, ahora se puede visitar, fue tan fuerte la impresión, que no dude en seguirla, caminamos hacia el paradero, tomamos el bus que nos llevaría al hospital: “noeplásticas”. Al llegar, pude verlo, mirarlo y poder decir lo mucho que lo apreciaba, el me saludo con una sonrisa, a pesar del mal que lo aquejaba, y me dijo: Eres la primera amiga de mi ex colegio, que viene a visitarme, lo que necesito es escuchar música con alguien, estoy aburrido de escuchar solo y cantar, aquí me ven como si fuera un loco, a lo

que le conteste: bueno, es que amamos la música, por eso siento esa conexión contigo, me alegra saber que te encuentras bien, ¡ahora sí!, que canciones tienes? (ambos reímos). Esa fue la primera vez que fui a visitarlo, su madre me lo agradeció, pero no debió agradecérmelo, yo lo hacía de corazón, en algún momento también voy a necesitar del cariño, apoyo y solidaridad de alguien, sentir que soy importante, sentirme querida, apreciada, eso le llama empatía, ponerse en “los zapatos del otro”.

Así varios días, visite a Guillermo, acompañando a su madre, hasta que a los 3 meses, de lucha constante, oraciones, muchas noches desveladas, el cuerpo de mi amigo no resistió mas, mi amigo se había ido al cielo. Mi padre solo atino a decirme, lo siento mucho, con ese gesto pude saber que entendió, que las personas se valoran y no se juzga por simples prejuicios.

“Piensa que algún día necesitaras ayuda, ser escuchado, y no juzgado, critica sin lastimar, se cauto”.

CAPÍTULO 3

(María, nunca dejes de sonreír en el cielo)

“Casualidades existen en la vida, pero conocerte fue la casualidad más bella que me pudo suceder”

Mi mente

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