Imperio Bizantino
Enviado por eugeniafigaro • 13 de Agosto de 2018 • Informe • 3.570 Palabras (15 Páginas) • 445 Visitas
BIBLIOGRAFÍA
Alexander A., Vasiliev, “Historia del imperio Bizantino”, Madrid (España), 2003.
Jose A, Ramos, “Un curioso cargo en la burocracia Bizantina: El “quaesitor””.
Jorge Eric Barbe, Paiva, “Repercusiones de la querella Iconoclasta en el imperio Bizantino” (717-843). Consecuencias en los ámbitos religiosos, artísticos y políticos, Santiago (Chile), 2009.
John, Haldon, “La estructura de las relaciones de producción tributarias: Estado y sociedad en Bizancio y el Islam primitivo”, España, 1998.
Bravo, Garcia, “Una frontera no es solo política: Bizancio y el Islam”, 1999.
Louis Brehier, “La burocracia del imperio Bizantino”, Mexico, 1956.
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Profesorado de Historia y Geografía
Historia mundial I
Profesor: Amado, Elías
Alumno: Figaro, Eugenia Eliana
Fecha de entrega: lunes 30 de junio de 2014
IMPERIO BIZANTINO.
INTRODUCCIÓN
Al plantearme el presente trabajo comienzo a interesarme respecto del trato que recibió el Imperio Bizantino por parte de la historiografía eurocéntrica que ha llegado a nosotros a través del estudio de las grandes civilizaciones de la historia de la humanidad.
Es necesario recordar, que el Imperio Romano, procurando de una mejor y eficiente administración, estaba dividido en dos, el occidental y el oriental, dirigido por una Tetrarquía o poder de cuatro personas, gracias a lo estipulado por Diocleciano. Dicha disposición instauraba dos Cesares y dos Augustos en cada una de las secciones del imperio. Los Augustos gobernarían cada cual su parte del imperio, mientras que los Cesares a pesar de otras funciones administrativas, se elegían para ser los reemplazantes de los Augustos.
En innegable el tratamiento dado al procurar negarle la condición romana a un imperio oriental, e incluso se lo ha llamado directamente helénico. Esto es producto de su carácter peculiar de ser un Imperio Universal[1], donde convivía una gran diversidad de razas siempre y cuando aceptasen al emperador, a la Iglesia Ortodoxa y hablasen más o menos bien el griego.
La mayor diferencia entre oriente y occidente, residía en que los consideraban al emperador el representante de Dios en la tierra, y la persona más sagrada; en cambio los latinos, consideraban al Papa como el representante de Dios y los gobernantes estaban sometidos a los designios de la iglesia. Es por ello que la historia de Bizancio es la historia de la competencia entre los emperadores bizantinos y el Papado con sede en Roma, hasta la definitiva ruptura en 1054. Luego es en el imperio Bizantino donde el poder del emperador va menguando en favor de la Iglesia Ortodoxa, quien continúa con la tradición, ideas y culturas del imperio incluso después de su caída en 1493.
En interesante rescatar el papel que jugó el Imperio Bizantino en lo que Bravo García dio en llamar la “frontera Ideológica”[2] en la relación del cristianismo y el islam, ya que no sólo fue determinante en la conformación de los límites geográficos en continua pugna, sino que fundamentalmente, se dio un tensa interacción política-religiosa entre ambas concepciones.
CONSTANTINOPLA, “la Nueva Roma”
Considero que resulta muy importante resaltar el nuevo emplazamiento de la capital imperial a fin de reconocer el papel político que desempeñó Constantino en pos de unificar religiosamente al imperio bajo el cristianismo. Fue él quien se percató que la religión pagana ya no satisfacía las necesidades religiosas dentro del imperio y que el cristianismo, que se había dispersado dentro de sus súbditos, le proporcionaría un gran respaldo a su gestión política. En el año 313, dicta el Seudoedicto de Milan, por el cual se pone fin a la ilegalidad del cristianismo dentro del imperio, proclamando una libertad y tolerancia religiosa. Si bien se discute la sinceridad de su conversión, dado que Constantino estaba influido hasta cierto punto por la religión zoroástrica, es innegable su deseo de reforzar la unidad del Estado dándole una Iglesia única”.
Aproximadamente en el año 325, la religión católica comienza a dar señales de grietas entre la sociedad romana, por lo que originó una nueva interpretación de la fe que proclamó que el hijo de Dios era un invento de los hombres. Constantino, al ver que el conflicto aumentaba, convoco en el Concilio de Nicea en donde se condenó al arrianismo como herejía y proclamó que Jesucristo como hijo de dios y no una mera creación de los hombres para prefigurar la ideología cristiana.
En el año 361, el emperador Juliano intento la reconstruir de la religión pagana dentro del imperio, pero su idea no fue posible ya que, el catolicismo había afianzado sus ideologías de forma muy profunda en el pueblo.
Es con Teodosio, en el año 379, con quien se pudo llegar a una unión ideológica dentro del imperio, otrora dividido por la discusión de la naturaleza Jesús.
Bajo el mando de Teodosio II, año 408, se produce una nueva fisura en el cristianismo, ya que el monofisismo, que surgió en Antioquía, consideraba que Jesús no tenía naturaleza humana sino sólo divina. Esto llevó a convocar un nuevo concilio (el tercero), en donde se condenó el monofisismo, aunque la disputa entre ellos acabaría allí. Esto es así, ya que en el año 451 se convocó un cuarto concilio ecuménico, para versar sobre este mismo tema, y en donde se estableció que Jesús era único pero con dos naturalezas, una humana y otra divina.
Debe considerarse que el monofisismo era muy difundido en provincias orientales, como Siria y Egipto, por lo que las decisiones ecuménicas provocaron una serie de revueltas en Jerusalén, Alejandría y Antioquia, las que fueron reprimidas ferozmente.
Con el emperador Justiniano, quien llega al poder en el año 527, se produce un quinto concilio ecuménico, a raíz del cual se procura unificar y expandir la fe, ya que concibe a la iglesia como un instrumento fundamental de gobierno. Al atribuirse el poder de imponerle a los súbditos su fe religiosa, se apoderó de la iglesia y la utilizó como elemento coercitivo e unificador de la vida dentro del imperio, afianzando su poder político y religioso bajo su autoridad suprema. Llevó a cabo persecuciones a paganos, judíos, maniqueos, nestorianos, monofisitas, arrianos, etc.
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