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LOS DOCE AÑOS DE BALAGUER (1966-1978).

Enviado por   •  17 de Mayo de 2018  •  4.376 Palabras (18 Páginas)  •  350 Visitas

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Para buscar soluciones, intervinieron muchos sectores de la vida nacional. Los Estados Unidos y la socialdemócrata, de la cual el PRD forma parte, se pronunciaron en contra.

Gracias a las presiones dentro y fuera del país, los sectores políticos involucrados negociaron una salida pacífica. El resultado fue un acuerdo político conocido como fallo histórico. El partido reformista aceptaba entregar el poder al candidato del PRD, Antonio Guzmán, pero despojo al PRD de cuatro cúrales del senado y dio el triunfo al Partido Reformista en 12 municipios. Con esta fórmula salomónica el Partido Reformista obtuvo la mayoría en el senado de la Republica mientras el Partido Revolucionario tenía el predominio en la cámara de Diputados.

Con este acuerdo se dio fin a la crisis política.

Los diez años de Balaguer (1986-1996) [pic 3]

[pic 4]Tras la toma de posesión, el 16 de agosto de 1986, de su cuarta presidencia por mandato electoral, Balaguer exhibió un estilo diferente que causó estupor general. Como marcando las distancias de sus ominosos doce años, el paradigma americano de la senectud física y política encabezó un combate contra la corrupción y los abusos de las instituciones públicas.

Ello se tradujo en destituciones y arrestos en las cúpulas militares y policiales, que alcanzaron a dos secretarios de las Fuerzas Armadas, los generales Manuel Cuervo (cesado en octubre de 1986) y Antonio Cosme Imbert Barrera (quien fuera brevemente jefe del Estado a mediados de 1965, despedido en junio de 1988), aunque estas defenestraciones se realizaron sobre un fondo de rumores de complots contra el Gobierno civil. Su predecesor en el cargo, Jorge Blanco, también fue reclamado por la justicia por presunta corrupción.

Mientras unos caían en desgracia, otros emergían del ostracismo. Fue el caso de un viejo adversario de Balaguer, el ex coronel anti constitucionalista Elías Wessin, un "conspirador impenitente", tal como le acusó el presidente cuando lo mandó a un exilio de siete años en 1971; superando viejos rencores, Balaguer nombró a Wessin secretario de Interior y Policía, y luego secretario de las Fuerzas Armadas en sustitución de Imbert. Ideológicamente, la absorción orgánica de 1985 permitió al muy conservador PRSC extender su base política hacia la centroderecha y crear vínculos con la Internacional Demócrata Cristiana.

En lo económico, Balaguer tampoco delegó en sus subordinados y se encargó personalmente de impulsar el sector de la construcción, una prioridad que la oposición tachó de mero populismo desarrollista y que contribuyó a reducir sensiblemente el desempleo. Contando con el respaldo total de la Administración de Ronald Reagan, Balaguer continuó siendo un celoso protector de los intereses de la oligarquía azucarera nacional y del capital estadounidense.

El dinamismo de los mercados por la recuperación de las exportaciones gracias a la depreciación del peso, la promoción de zonas francas industriales y el desarrollo del turismo multiplicó varias veces el coste de la vida, provocando la contestación en las calles. La ola de disturbios populares entre 1988 y 1989 dejó varios muertos por la actuación brutal de las fuerzas de seguridad. Por lo demás, bajo Balaguer no mejoraron un ápice, más bien se deterioraron, los índices de pobreza, analfabetismo y delincuencia, mientras que los servicios públicos de la sanidad y la electricidad siguieron mostrando déficits propios de los países menos desarrollados, incluso en la capital.

Así las cosas, no parecía que el sempiterno presidente dominicano fuera capaz de ganar las elecciones del 16 de mayo de 1990 a menos que pusiera a pleno rendimiento las maquinarias propagandísticas del Gobierno y clientelista del partido. De nuevo, una fuerte controversia caracterizó el escrutinio. Un mes transcurrió entre el cierre de las urnas y la proclamación definitiva de la victoria de Balaguer con el 35,2% de los votos, apenas 25.000 más que Bosch, su inveterado y ya también octogenario rival, que aseguró haber sido víctima de un "fraude colosal" blandiendo el dato de que en la última encuesta electoral figuraba en cabeza con diez puntos de diferencia. En la Cámara de Diputados, el partido del presidente vio reducida su representación hasta los 41 escaños y fue superado en tres actas por el PLD.

El primer año de la sexta presidencia de Balaguer estuvo marcado por la recesión económica, con una caída en picado de la producción (el PIB se contrajo un 5%) y las exportaciones, y el rebote del paro. La deuda externa se situaba en los 4.300 millones de dólares y seguía creciendo. La inflación del 75% anual, la penuria energética y la reducción de la oferta pública de empleo fueron contestadas con una campaña de huelgas generales y de manifestaciones a las que Balaguer replicó con mano dura, ordenando abatir a los revoltosos (varios muertos en octubre y noviembre de 1990) a tiro limpio y arrestos masivos. La desesperación empujó a miles de dominicanos a convertirse en boat people para alcanzar las costas del próspero Puerto Rico en un viaje en el que muchos perdían la vida, mientras que los que tenían algún ahorro incrementaron la numerosa colonia de emigrantes en Estados Unidos.

En junio de 1991 el presidente decretó la expulsión inmediata de los inmigrantes indocumentados como colofón a un reguero de denuncias contra el Gobierno por el trato inhumano dispensado a los braceros haitianos. Con respecto a las fortunas del país vecino, Balaguer se mostró hostil a la llegada al poder en Puerto Príncipe del sacerdote izquierdista Jean-Bertrand Arístides; tras su derrocamiento en el golpe de septiembre de 1991, la junta militar del general Raúl Cedras pudo sobrevivir a las sanciones económicas internacionales gracias a la porosidad de la frontera dominicana, de donde obtenía los vitales suministros de petróleo.

Impertérrito, Balaguer sorteó todas las dificultades y creó confusión con amenazas de dimitir y anuncios de no presentarse a las elecciones de 1994, pero para el patriarca de comer frugal y vestir anticuado sólo parecía existir un vicio, cuál era el poder.

Como otro anciano presidente contemporáneo, el autócrata de Cote d’Ivoire Félix Houphouët-Boigny, Balaguer no reparó en gastos a la hora de financiar faraónicas obras públicas de dudosa oportunidad, como la erección del llamado Faro a Colón en la parte oriental de Santo Domingo; un viejo sueño de Trujillo, el imponente monumento fue inaugurado en octubre de 1992 como parte de los fastos del V Centenario de la arribada del descubridor a la isla y sus instalaciones incluían una

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