La Europa de los Carolingios
Enviado por Christopher • 28 de Febrero de 2018 • 4.788 Palabras (20 Páginas) • 311 Visitas
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- Las características distintivas de los reinados de Luis el piadoso, también llamado Ludovico Pío, y de Carlos el Calvo era en primer lugar el ideal cristiano que está siempre presente a lo largo de sus reinados, donde la extraordinaria carga religiosa que va cobrando la concepción del imperio, refleja la celebración de numerosos concilios. El emperador esperaba del clero que fuera transmisor de los designios de la autoridad divina, la Iglesia, como cuando se reúne en Paris en el 829, trata de avanzar la idea de sometimiento del monarca, en tanto que es el rey cristiano. La jerarquía eclesiástica estaba así actuando con la intención de limitar en el poder regio, lo que en estos momentos podía hacer coincidir a los sectores clericales más radicales en el sentido reformista con los intereses de buena parte de la aristocracia laica donde se va a destacar la importancia de la Iglesia, que, aparte de su extraordinario poderío económico, sigue ostentando el monopolio de su vinculación con la divina auctoritas.
Las relaciones con Bernardo, en su condición de rey sometido al emperador, no cambiaron en los primeros años. Así se daba un paso más en la unificación de intereses entre el papado y los carolingios, la coronación refleja los intereses de Ludovico en dignificar su titulación y, por otra parte, el que los romanos juraran fidelidad al emperador revela las pretensiones imperiales en Roma. Allí se reclama el derecho de Ludovico a supervisar la elección canónica del papado, prerrogativa que fue ejercida en el 827, cuando el nuevo papa no fue consagrado hasta que el emperador se cercioró de su correcta elección. En el 817 se elabora la Ordinatio imperii. En ella aparece también el ejemplo de Carlomagno, puesto que se regula un sistema de reyes menores dependientes del emperador-rey principal, papel que habría de ser desempeñado por el primogénito. También dice que la gran aristocracia urgió al emperador a que dividiera el reino según la tradición, pero hay que considerar una decisiva actuación del clero en una interpretación más amplia. Así el concepto de división fue aludido y se elaboró la Ordinatio imperii, en la cual Lotario era el único heredero.
La influencia de los reformistas, la concepción del Imperio y los propios intereses de Luis provocaron una extraordinaria eclosión de novedades en todos los aspectos de la vida clerical. En su época como rey de Aquitania Ludovico había favorecido la reforma monástica, cuyo principal motor fue Benito de Aniano, quien había abandonado una comunidad monástica. Su propósito era seguir con la regla de San Benito con exclusión de otras normas monásticas. Su influencia pronto se extendió a otros monasterios. Con la llegada del poder de Ludovico en el 814 se inicia un proceso de benedictinización. La fuerte convicción del emperador se muestra en la nueva fundación monástica. Se propuso extender la regla benedictina que encontraba ciertos obstáculos para su aceptación, relacionados con tradiciones litúrgicas propias o con prácticas de vida cotidiana diferentes a las expuestas, la regla fueron modificadas y actualizadas; también se precisaron o modificaron aspectos de la vida cotidiana como el número de baños que los monjes podían realizar al año, dos; o se prescribió que, frente a lo sostenido por la regla debía comer siempre en el refectorio con los monjes y no aparte con sus invitados. Estas medidas reformadoras no impidieron la continuidad por parte de Ludovico Pío de concesiones de abadiatos laicos. A pesar de las críticas de los concilios, volvió a utilizar bienes eclesiásticos para premiar a los laicos, se ha insistido en que con esta medida Ludovico conseguía un objetivo reformista: privar a la Iglesia de un exceso de bienes que hubiera puesto en peligro su proyecto de una Iglesia reformada. Además apuntar las dificultades económicas de la monarquía que hacían necesario acudir a los bienes de la Iglesia en un periodo en el que aumentaron las concesiones regias de tierras en plena propiedad. El motivo del recurso a gentes de condición modesta se debe a su preparación, pero también a su fidelidad. Sin embargo, no parece ni que tal tendencia fuera generalizada, ni que haya continuado con los sucesores de Luis.
Sostener la causa principal de los enfrentamientos que van a asolar el reino es la búsqueda por parte de Ludovico de una herencia para Carlos es minimizar otras instancias, especialmente el enfrentamiento de la monarquía con la aristocracia. La guerra civil que se desencadena tampoco ha de considerarse un fenómeno nuevo, sino más bien una agudización de las tensiones y sublevaciones que se habían producido en épocas precedentes. Al tener en cuenta las revueltas que con anterioridad habían protagonizado otros miembros de la familia real carolingia. En las tensiones de estos años, son los propios hijos del monarca los que lideran las facciones aristocráticas, con las cuales los hijos de Ludovico y el propio emperador estaban ligados tanto por intereses como por matrimonio. El hecho de que en algunos momentos se acudiera la defensa del reparto territorial, no debe esconder los verdaderos intereses de la aristocracia frente al poder carolingio. En el 833 se inicia una segunda fase de sublevación en la que los hijos del emperador forman una gran alianza contra él, blandiendo la bandera de los acuerdos del 817. La intervención del papa Gregorio IV ante la jerarquía episcopal del Imperio, visitando al propio Ludovico en las vísperas de su enfrentamiento con sus hijos, tendió a fortalecer los derechos de Lotario, si bien potenciando los suyos propios frente al poder temporal. La asamblea de Compiegne del 833 testimonia la versión de la aristocracia laica y de la jerarquía episcopal contra Ludovico. Los miembros de la jerarquía eclesiástica insistieron en que una nueva penitencia del emperador por sus crímenes-pecados que iban desde el homicidio y el perjurio hasta la quiebra de la paz del reino. Ludovico ha de reconocer sus pecados y pedir perdón a la jerarquía eclesiástica, que es la que tiene poder de atar y desatar. Luis el Piadoso tomo entonces el hábito de penitente, abandonando la vida pública. Es probable que la conciencia de que la protección real era la única salvaguarda posible contra las rapiñas de los laicos pudiera incitar a la jerarquía eclesiástica buscase el apoyo imperial. Tras la revuelta quedaba claro que el poder del rey, a pesar de la unción, no era suficiente para enfrentarse a la jerarquía.
A pesar de las grandes ceremonias, la situación del reino seguía siendo conflictiva. Lotario fortificaba los pasos alpinos ante el anuncio de un viaje del emperador a Italia; tampoco mejoraba la defensa contra las expediciones de saqueo de los Normandos. La consolidación de Carlos en sus territorios se hace también
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