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La batalla de sanjacinto

Enviado por   •  4 de Febrero de 2018  •  2.197 Palabras (9 Páginas)  •  292 Visitas

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El coronel Estrada, haciendo uso de su intuición y experiencia militar, solicitó al mando del “Ejército del Septentrión” refuerzos de tropas, que llegaron el 11 de septiembre, integradas por una compañía de 66 indios flecheros de Matagalpa. Se iniciaron algunos trabajos de preparación del terreno para resistir un ataque de fuerzas mayores, principalmente en la dirección sur de la casa. Estrada organizó sus 160 hombres en tres compañías, con las cuales planificó la organización de dos cercos defensivos: uno interno alrededor de la casa y el otro externo en la línea de los corrales de piedra y madera.

Al mando de las tropas filibusteras de Tipitapa se le había informado que el 1 de septiembre tropas nicaragüenses en los alrededores de la hacienda San Jacinto habían capturado uno de sus soldados y que además ocupaban la casa-hacienda, por lo que el coronel McDonald y el capitán Jarvis, con una tropa de 40 filibusteros, decidieron atacarlos. En las cercanías de la casa-hacienda encontraron una férrea resistencia que después de dos horas de combate los obligaron a retirarse, teniendo como resultado de parte del enemigo filibustero seis hombres muertos, incluyendo al capitán Jarvis, la captura de 14 rifles, 4 espadas y 15 bestias. Los nacionales solamente tuvieron un herido, el oficial Carlos Alegría, y un muerto, el cabo Justo Rocha.

El coronel McDonald informó al Cuartel General de los filibusteros sobre la situación de sus tropas y la necesidad de realizar un ataque con fuerzas mayores. Por ello Walker aprobó la conformación de una columna que incluía en su mayor parte voluntarios de Granada y Masaya, quienes estaban licenciados del ejército filibustero. La columna llegó el 13 de septiembre a Tipitapa, donde se integró el coronel Byron Cole, quien asumió el mando junto a Marshall y O’Neal, y se dispusieron de inmediato a planificar el ataque y a dirigirse hacia su objetivo: la hacienda San Jacinto.

Las tropas de Byron Cole llegaron a San Jacinto el domingo 14 de septiembre a las cinco de la mañana, dividiéndose en tres columnas: la primera bajo las órdenes del teniente Robert Milligan, que atacó el flanco izquierdo del corral de madera; la segunda, al mando del mayor O’Neal, que avanzó por el frente; y la tercera, del capitán Watkins, en la dirección del flanco derecho, donde se unía el corral de madera con el cerco de piedra.

El coronel Estrada, informado del avance de las tropas filibusteras, ordenó abrir fuego hasta que el enemigo estuviera cerca de las fortificaciones. Ejercía su mando desde el centro de la hacienda y había distribuido a sus oficiales y tropas de la siguiente forma: en el flanco derecho las tropas de los tenientes Alejandro Eva, Miguel Vélez y Adán Solís; en el centro, la compañía del capitán Francisco Sacasa; y en el flanco izquierdo, al oficial Ignacio Jarquín, apoyado por los oficiales Salvador Bolaños y Venancio Zaragoza.

El coronel Byron Cole dio la orden de ataque, de tal forma que las tres columnas iniciaron sus acciones al mismo tiempo con el fuego de sus rifles y revólveres, siendo rechazados por el fuego y la valentía de los nicaragüenses, aunque estaban en desventaja ante la superioridad del armamento filibustero. Los nicaragüenses se defendían con rifles de chispa de escasa munición y los filibusteros, en cambio, utilizaban fusiles de repetición y revólveres.

Después de las primeras horas, los combates se hicieron cada vez más fuertes y sangrientos, imponiéndose la lucha cuerpo a cuerpo. Las fuerzas filibusteras lograron romper la defensa del flanco izquierdo, ante lo cual el coronel Estrada maniobró con las tropas y los oficiales Vélez, Eva y Solís para reforzar esta posición. La lucha era tan violenta y a falta de municiones, que muchos siguieron el ejemplo de Andrés Castro, quien derribó a un jefe filibustero de una certera pedrada. Pero la situación era crítica para los nacionales. Las columnas filibusteras iniciaron un reagrupamiento para concentrar sus esfuerzos principales a las 10 de la mañana, cuando habían roto el cerco de defensa para concentrar sus esfuerzos principales en esa dirección. Ante esta situación, Estrada tomó la iniciativa y decidió enviar al capitán Liberato Cisne, al teniente José Siero y al subteniente Juan Fonseca con sus escuadras, quienes atacaron por la retaguardia a los filibusteros gritando ¡Viva Martínez! ¡Viva Nicaragua!, cargaron a la bayoneta con arrojo admirable y les hicieron una descarga de fusilería; el ataque asustó a la yeguada y los potros de la hacienda que estaban en el cerro vecino. Siero dice en su testimonio que el teniente coronel Patricio Centeno y un oficial Flores de Granada arreaban a los caballos. Los filibusteros al creer que llegaban refuerzos huyeron en retirada, con dirección a la hacienda San Ildefonso.

El capitán Bartolo Sandoval y el teniente Miguel Vélez, montados en bestias capturadas, realizaron la persecución junto con otros soldados que iban a pie. Esta acción fue tan violenta que el sargento Francisco Gómez cayó muerto de fatiga. Sin embargo, producto de la persistencia de los nicaragüenses en lograr una contundente victoria, pudieron dar muerte al jefe de la tropa filibustera, Byron Cole.

Los resultados de la batalla de cuatro horas se reflejaron en el parte oficial firmado por el coronel Estrada, teniendo los nicaragüenses 28 bajas entre muertos y heridos; y el ejército filibustero 27 muertos, habiendo capturado 20 bestias, 25 pistolas, 32 rifles Sharp, 47 paradas, chamarras y sombreros.

La Batalla de San Jacinto tuvo una influencia determinante en la conciencia de los patriotas nicaragüenses y centroamericanos. El mérito fue de todos los participantes, de los cuales muchos continuaron hasta la expulsión definitiva del filibusterismo en 1857. El coronel José Dolores Estrada, por sus relevantes méritos y especialmente por las acciones de San Jacinto, fue ascendido el 25 de junio de 1857 al grado de General de Brigada.

Para el humilde patriota, el militar José Dolores Estrada, la Batalla de San Jacinto fue un paso más en el cumplimiento del deber como ciudadano nicaragüense en su lucha de resistencia contra el expansionismo filibustero esclavista en Centroamérica.

III. Conclusión.

Audaces fortuna iuvat, la fortuna favorece a los audaces (Julio César). En la hacienda san Jacinto la fortuna favoreció a los audaces. Favoreció a los valientes, a los que tenían un verdadero motivo para combatir, los que además de con armas, luchaban con el corazón, sin más ambición que la libertad, la independencia y la paz.

En esta lucha los nicaragüenses demostraron la unión la valentía y el deseo de superación

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