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La educación en Colombia finales del siglo XIX e inicios de siglo XX

Enviado por   •  22 de Septiembre de 2018  •  2.097 Palabras (9 Páginas)  •  414 Visitas

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Los gobiernos liberales.

Con el fin de los gobiernos conservadores, la llegada de Enrique Olaya Herrera dio apertura a otra etapa de la educación. Pese a que la Política Educativa continuó casi igual, esta etapa decide centralizar el proceso de la educación a cargo del Gobierno.

Bajo los gobiernos liberales que se inician a partir de 1930, se trató de imprimir a la nación un curso más acorde con el proceso de transformaciones que registraba el período. La llegada al poder del partido liberal coincidió con el debilitamiento de la hegemonía de los sectores agrarios y exportadores tradicionales, y aunque éstos aún determinaban el campo de las transformaciones posibles, paulatinamente se llevó a cabo un desplazamiento del poder hacia los sectores urbanos —industriales, comerciantes, exportadores— que buscará inicialmente apoyo en los sectores populares y de manera especial en el proletariado naciente. El desplazamiento de la hegemonía hacia los grupos exportadores e industriales y la crisis económica de 1929, propiciaron el incremento de las funciones estatales y el impulso de un modelo de desarrollo basado en la industrialización, cuyas limitaciones estructurales se habrían de revelar tempranamente. El primer presidente liberal de más de 40 años de dominio conservador fue Enrique Olaya Herrera, éste subió al poder a nombre del “movimiento de concentración nacional” (1930-1934), dando inicio a una fase de transición de la hegemonía conservadora a la hegemonía liberal. Las reformas educativas siguieron un ritmo lento debido a la recesión económica y al carácter de transición de dicho gobierno; se avanzó en la reglamentación de algunos aspectos de la Ley 56 de 1927, en donde el último gobierno conservador había trazado disposiciones tendientes a propiciar una reforma educativa de carácter nacional. Se unificó la educación rural y urbana, se crearon las Facultades de Educación y se aplicaron en la enseñanza primaria los métodos pedagógicos de la Escuela Activa europea. Es durante el cuatrienio conocido como “la revolución en marcha” (1934-1938), cuando las reformas cobran mayor alcance, colocando de modo decidido la educación al servicio de la integración nacional. Las políticas educativas formuladas por el presidente Alfonso López Pumarejo, hacían parte de un plan global que intentaba dotar al estado de los elementos necesarios para ejercer una mayor intervención económica, política y social. Este plan se consagró a nivel jurídico en el proyecto de reforma constitucional de 1936, en donde se impulsó el cambio de algunos artículos de la Constitución de 1886. Allí se propuso una reforma fiscal que reforzaba la tasa tributaria, así como la prerrogativa del Estado para intervenir en asuntos privados y en los litigios obrero-patronales; además se introdujo la noción de utilidad social que reemplazaría a la de utilidad pública. A nivel de las relaciones Estado-Iglesia el proyecto propuso la renegociación de los términos del Concordato, con el objeto de recuperar para la esfera del Estado, ciertas órbitas de lo social dentro de las que se encontraba la educación. El Acto Legislativo No. 1 de 1936 dio curso a la reforma constitucional y buscó precisar la injerencia estatal en el terreno educativo, pero de igual modo dejó expresas las estrechas dimensiones de este intento. Por un lado, a pesar de las pretensiones discursivas de extender la educación a la mayoría del pueblo colombiano, la reforma no declaró la educación primaria gratuita y obligatoria. Por otra parte, no se redefinieron las relaciones Estado-Iglesia con las consecuentes modificaciones del Concordato, el cual ponía cortapisas en algunos de sus artículos a las aspiraciones de acción estatal en la educación. A pesar de esto, la reforma asignó al Estado la inspección y vigilancia de la educación, al tiempo que declaró la libertad de cultos y de conciencia, lo cual es un indicio que señala la tendencia a delimitar las órbitas de lo civil y religioso en el terreno social y educativo. Entre 1938 y 1942 el gobierno de Eduardo Santos, conocido como “la pausa a la revolución en marcha”, no trajo mayores modificaciones en educación, las políticas se limitaron a reglamentaciones sobre la legislación existente; se impulsó la construcción escolar, se creó el Patronato Escolar para dar impulso a la educación popular y se intentó nacionalizar la educación primaria. Después de “la pausa”, la segunda administración de Alfonso López Pumarejo (1942-1 946) —culminada en su último año por Alberto Lleras Camargo—, evidenció con claridad las inconsistencias de su proyecto, las cuales no se debían al “presunto aplazamiento de las tareas de la revolución en marcha, sino a los límites inherentes a una lógica del desarrollo capitalista”, dentro de las particularidades de la sociedad colombiana, lo cual hizo fracasar el modelo de desarrollo industrial que trató de imponerse en el período y del cual López Pumarejo era su representante. Esta situación llevó a la consolidación en último término de un esquema de desarrollo “liberal-dependiente”, en el que el papel del Estado se vería muy limitado ya que a excepción del esfuerzo por respaldar el consumo industrial de materias primas nacionales, fueron pocos los terrenos en los que pudo operar efectivamente y con carácter autónomo, fenómeno que incidió en los alcances de la reforma educativa que se registró en estas décadas. El período estuvo caracterizado por la riqueza en el debate ideológico y en los intentos por ampliar la cobertura educativa bajo la óptica de la actualización y modernización del aparato educativo; esta necesidad de modernización permitió la formulación de diversos matices respecto al tipo de reforma educativa requerida y puso de presente las pugnas partidistas por los puestos burocráticos —que muchas veces tomaron el ropaje de diferencias ideológicas—, pugnas en las que se expresaba el ambiente de violencia política que se acentuó con mayor fuerza a partir de 1940. Al final del período el entusiasmo expresado por los gobernantes hacia la educación, empezó a declinar y si bien ya no aparece como un objetivo de primer orden para los dirigentes políticos, entre los diversos estamentos educativos sí persistió el interés por dar prioridad a la tarea de modernización educativa. Esto es a grandes rasgos los elementos que caracterizaron la dinámica de la educación a lo largo de estos 16 años. Veamos a continuación algunos aspectos concretos con el fin de precisar mejor lo que fueron los logros alcanzados en los distintos niveles del sistema educativo.

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