Monjes, Clerigos, Mercaderes y Caballeros.

...

Las escuelas clericales: el sistema escolar clerical se organizara en una vasta red, en una serie de instituciones escolares que correspondan a la multiplicidad de funciones y exigencias eclesiásticas.

En el estado clerical la escuela es puramente clerical, solo se interesa por el mundo de los clérigos, cuya función social requiere una formación especial. Persigue un fin esencial, y los únicos laicos que disfrutaran de esta formación serán los que, desando instruirse, no tendrán otro recurso que acudir a las escuelas de la iglesia, o aquellos que renunciaran al estado clerical. Se exige a todos la misma fe, pero la escuela se dirige únicamente a aquellos que están encargados de enseñar fe, de velar por su conservación y su pureza.

Los clérigos son religiosos que están en las ciudades, en las catedrales (evangelizan, catequizan). Están vinculados a los burgos, también a la jerarquía papal, son hombres del siglo que intervienen en los estudios.

Caballeros:

No había muchas formas en que una persona podía convertirse en un caballero, o era hijo de otro caballero, hijo de una familia aristocrática o bien había tenido un acto de valentía y honor en el campo de batalla, pero normalmente era hijo de un caballero o de un noble que desde niño era enviado para que sea preparado en el arte de guerrear. Pasaba mucho tiempo fortaleciendo su cuerpo, practicando lucha libre y montando a caballo. Aprendía a luchar con una lanza y una espada.

Las herramientas que aprendían a utilizar eran: arcos, masa, espada, lanza, catapulta, etc.

Sus mandamientos:

1: Creer en todo lo que la Iglesia enseñe y observar todos sus mandamientos.

2: Proteger la Iglesia.

3: Tendrás respeto por sus débiles, los defenderás.

4: Amaras el país en que naciste.

5: No retrocederás ante el enemigo.

6: Harás a los infieles una guerra sin cuarteles.

7: Cumplirás tus deberes feudales si no contradice la ley de Dios.

8: No mentiras y serás infiel a tu palabra.

9: Serás generoso.

10: Mantendrás el bien frente a la injusticia y el mal.

Mercaderes:

El dominio de la Iglesia sobre la cultura solamente fue total durante la Alta Edad Media. Distinta es la situación a partir de la revolución mercantil y el apogeo de las ciudades. Hay grupos sociales antiguos y nuevos con otras preocupaciones, con sed de conocimientos prácticos o teóricos distintos de los religiosos y que crean instrumentos de saber propios y medios de expresión también propios.

El mercader desempeño un papel capital en el nacimiento y desarrollo de la cultura laica. Para sus negocios precisa conocimientos técnicos, por su mentalidad, se dirige a lo concreto y a lo racional. Gracias a su dinero y a su poder social y político, puede satisfacer sus necesidades y realizar sus aspiraciones.

Los mercaderes obtuvieron el derecho de abrir escuelas, y lo utilizaron. La influencia de la clase mercantil se deja sentir en especial en cuatro campos: la escritura, el cálculo, la geografía y las lenguas vivas.

La escritura: escribirlo todo, escribirlo enseguida y escribirlo bien, era la regla de oro del mercader.

El cálculo: su utilidad para el mercader es todavía más evidente. La enseñanza del cálculo comienza con el empleo de instrumentos prácticos que sirven al escolar, y luego al financista y al comerciante para calcular.

La geografía: geografía práctica, donde se codean los tratados científicos, los relatos de viaje y la cartografía. Para uso del mercader que iba al extranjero había tratados que enseñaban lo que debían saber de otros países.

Las lenguas vulgares: el conocimiento de las lenguas vulgares le es indispensable al mercader para entrar en contacto con sus clientes. Desde muy pronto, los libros y las cuentas se llevan en lengua vulgar, en lengua vulgar se escriben las actas comerciales y a pesar de la existencia de intérpretes en los principales centros de intercambio, se redactan diccionarios de uso mercader. El desarrollo de las lenguas vulgares fue unido al progreso de la clase mercantil y sus actividades.

La historia: les ayuda no solo a glorificar su ciudad y el papel que en ella desempeña su clase, sino también a situar, comprender los acontecimientos que enmarca su actividad y de los cuales son actores.

Todo el bagaje intelectual, todas estas herramientas culturales siguen vías divergentes de la de la Iglesia: conocimientos técnicos profesionales y no teóricos y generales, sentido de la diversidad y no de lo universal, que conduce, por ejemplo, al abandono del latín por las lenguas vulgares; busca de lo concreto, de lo material y mensurable.

Renouard destaco que la cultura mercantil condujo a la laización, a la racionalización de la existencia. Medir el tiempo se convertía en necesidad para el mercantil, y la Iglesia se revelaba inhábil para ello.

Es importante destacar que el “gusto” de la burguesía mercantil no fue siempre original. Al principio, cuando la falta de educación artística obligaba a los nuevos ricos a adoptar el gusto de las clases dominantes tradicionales, y también más tarde, cuando los mercaderes se sintieron cada vez más deseosos de entrar a la nobleza y de borrar las distancias entre la antigua aristocracia y la nueva que ellos querían construir, las tendencias artísticas de la burguesía no se diferenciaron de las de la nobleza y de la Iglesia, para convertirse en noble, el mejor medio era, ante todo, adoptar el “genero de vida” de la nobleza.

Hacia el siglo XII se había introducido la costumbre de formar hermandades compactas que tenían por fin principal preservar los secretos y técnicas de sus respectivos oficios. Los gremios fueron el instrumento que permitió a la Europa medieval conservar sus conocimientos técnicos, y en muchos casos esos mismos gremios asimilaron y experimentaron nuevas ideas. Los estudios gremiales formaron parte de sus sistemas cerrados, y en sus esfuerzos por preservar este rasgo característico los gremios llegaron incluso a fundar sus propias escuelas elementales, destinadas específicamente a los hijos de sus miembros.