PIRANDELLO ANTE LA VIDA.
Enviado por poland6525 • 28 de Febrero de 2018 • 1.645 Palabras (7 Páginas) • 285 Visitas
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“Las barreras, los límites que fijamos a nuestra conciencia, también son ilusiones, condiciones del surgimiento de nuestra individualidad relativa, pero en la realidad esos límites de ningún modo existen. Vivimos en nosotros mismos, no solo tal como somos en la hora presente, sino también como fuimos en tiempos pasados. Vivimos todavía y sentimos con afectos y razonamos con pensamientos que tras un largo olvido están oscurecidos, apagados, cancelados en nuestra conciencia actual, pero que un choque o una agitación repentina del espíritu pueden reavivar, mostrando en nosotros latente otro ser insospechado. Los límites de nuestra memoria personal y consciente no son rígidos. Más allá de esos límites hay otras memorias y percepciones y razonamientos. Lo que conocemos de nosotros mismos no es más que una parte, pequeñísima, acaso de lo que somos. Y muchas, muchísimas son las cosas que en momentos excepcionales sorprendemos en nosotros mismos (...) No hay hombre, observó Pascal, que difiera tanto de otro como cada cual difiere de sí mismo en la sucesión del tiempo.” (Pirandello, pág. 214-216)
Otra teoría que supo evaluar Pirandello fue la de Henri Bergson. En este caso considera que el máximo error de la teoría de este pensador francés consiste en la fijación de lo fluido de la vida, que no puede ser esquematizado bajo ningún concepto, ya que al hacerlo contradice el propio principio. Si bien hay puntos básicamente coincidentes en la teoría de ambos autores, la diferencia esencial radica en que para Pirandello no existe la posibilidad de reconstruir la “unidad” en ningún aspecto, ya que la pluralidad produce la desintegración del ser, como inevitable consecuencia del devenir.
Partiendo de la misma concepción de Heráclito: “nadie se baña dos veces en las mismas aguas del mismo río” y de que el cambio es ley en la naturaleza; Pirandello concluye que nada es estable, todo se transforma, Por lo tanto en sí ya contiene su contrario. La ley del cambio equivale por consiguiente a la ley de los opuestos, donde todo nacimiento es muerte y toda muerte nacimiento. Rechazando el principio de identidad y cambiándolo por el de devenir, debe aceptar finalmente, que tantas facetas del ser determinan el no ser. En este principio de contradicción, el juego dialéctico hace que el cambio sea constante. Esta es la complejidad del ser que se mueve en el tiempo, a través de él. Así llegamos a la relatividad de la realidad, la relatividad del ser y la relatividad del tiempo.
En la obra de Pirandello juegan entonces estos tres elementos. El tiempo, agitado en un permanente e implacable dinamismo vivido por los personajes en sus mínimos instantes, va determinando una realidad cambiante en la que el ser, sujeto de ella, va mostrándose en sus variadas facetas. Esa realidad es la realidad de cada ser y de cada momento. Una realidad que no vive en nosotros sino en quienes nos tratan o nos ven, y para cada uno de ellos nuestra realidad es distinta. No somos la misma realidad para todos, no, somos uno distinto para cada uno; entonces no somos ninguno. Usando las palabras de Pirandello diríamos que somos “uno, ninguno, cien mil”.
Por otra parte, el ser está conmovido por el dinamismo del tiempo que ha roto el estatismo de los personajes y del ambiente de la literatura anterior. Cada ser tiene una personalidad que es una máscara que él mismo se ha forjado. Pero las realidades personales y de la vida le harán cambiar esa máscara de tal manera que su personalidad no podrá encasillarse en un arquetipo porque será tan multifacética que no será nada.
Así, Pirandello destruye la unicidad del yo y se ve obligado a revisar la llamada “personalidad del hombre”, concluyendo que:
“La vida es un continuo fluir que nos empeñamos en detener y que fijamos en formas estables y determinadas, dentro y fuera de nosotros; porque nosotros somos ya formas rígidas, formas que se mueven en medio de otras inmóviles, formas que pueden seguir así el fluir de la vida hasta que, entorpecido gradualmente, el movimiento cesa del todo. Las formas en las que procuramos detener, fijar en nosotros ese continuo fluir de la vida, son los conceptos, los ideales mediante los cuales quisiéramos mantener nuestra íntima coherencia, todas las ficciones que nos creamos, las condiciones y el estado en que queremos establecernos. Pero dentro de nosotros mismos en lo que llamamos alma- y que es la vida, la vida de nosotros- continúa ese fluir, indistinto subterráneo, más allá de los límites que le imponemos y nos forja una conciencia y nos construye una personalidad” (Pirandello, El Humorismo, pág.218.)
Apunte de la cátedra
Bibliografía
DE CASTRIS, L. Storia de Pirandello. Ed. Latarza, 1966.
FERRATER MORA, Diccionario de Filosofía. Ed. Sudamericana. Tomo II.
PIRANDELLO, L., Ensayos. Arte y Ciencia. Ed. Aguilar. Tomo II.
-------------------, El Humorismo. Ed. El Libro, Buenos Aires, 1946.
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