Plaza Miguel Hidalgo de Acaponeta, Nayarit.
Enviado por poland6525 • 2 de Marzo de 2018 • 7.231 Palabras (29 Páginas) • 595 Visitas
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En el año de 178l, 24 años después, el Guardián franciscano del Convento de Acaponeta Fray Francisco de San Juan acompañado de los españoles e indígenas, en ceremonia especial colocó la primera piedra para por fin iniciar la construcción un nuevo Templo, sobre una explanada de 2 metros de altura reforzada y cimentada con piedras y grandes rocas de cantera. Al mismo tiempo, los españoles iniciaron el trazo de calles y solares para nuevamente invitar a los indígenas a que se vinieran instalar ahí sus casas, quienes poco a poco fueron aceptando la propuesta, pues ya se había extendido el uso de las tierras para la agricultura, desarrollándose así esta nueva actividad, aparte de la de la pesca y la caza. Frente al Templo en construcción, se dejó un enorme solar para que ahí fuera la Plaza de la Villa.
Por su parte, los Padres franciscanos continuaron la construcción del Templo hasta que en el año de 1798, las autoridades eclesiásticas los retiraron definitivamente de la región, desapareciendo así los Conventos y Guardianías que hubo por más de 200 años y enviaron en su lugar a Sacerdotes seculares para que se ocuparan a partir de esa fecha de los asuntos eclesiásticos, pasando la Guardianía y Convento de Nuestra Señora de la Asunción, a ser la nueva Parroquia de Acaponeta, como lo sigue siendo hasta el día de hoy. El último Guardián Franciscano que hubo en Acaponeta fue el Padre Fray Vicente Pesquera y el primer Cura Párroco Secular que entró en funciones a partir de 1799, fue el Padre Fray Francisco Roxas, a él le tocó continuar con las obras de construcción del ahora Templo Parroquial.
A partir del año 1800, el Sr. Cura Roxas, con el apoyo de las autoridades civiles y militares españolas, mandó desmontar el enorme solar que había frente al Templo y ahí mandó construir una noria y una pila con un bebedero de animales, pues ahí llegaban muchos viajeros a caballo y en mula, carretas, arriadas y diligencias. Por lo mismo, ese lugar muy pronto se llenó de puestos semi-fijos e infinidad de vendedores ambulantes. Las carretelas (coche de cuatro asientos, con caja poco profunda y cubierta plegadiza) y diligencias dejaban ahí su pasaje y continuaban su viaje hacia el norte o hacia el sur. Por primera vez a partir de ese año, se empezó a tomar en cuenta ese enorme terreno olvidado y enmontado destinado a convertirse en la Plaza de la Villa de Acaponeta.
Muy pronto, los solares trazados y repartidos por las autoridades años atrás, fueron siendo ocupados, formándose así poco a poco la nueva población que empezó en las faldas del cerro de la Glorieta en donde aún existía la vieja capilla franciscana casi en ruinas, que seguía en uso hasta que se terminara la construcción del Templo, hecho que sucedió en junio de 1807, tocando al Padre Don José María González terminarlo, pero fue su sucesor el Padre Don José Lucio de Osorio quien celebró el acontecimiento con Misa Solemne de Acción de Gracias un sábado 15 de agosto de ese año, en honor de la Santa Patrona de Acaponeta. Hubo gran fiesta en el terreno destinado para la Plaza con castillo, torito, fuegos artificiales, vendimias de todo tipo, baile en las tarimas llamadas mariachis en las que los lugareños se subían a bailar y zapatear, acompañados con música de grupos de artistas regionales llamados mariacheros (las tarimas se llamaban así porque se hacían con la madera de un árbol natural de la región llamado mariachi).
Aproximadamente a mediados del siglo XIX, ya consumada la independencia, las autoridades civiles del Partido de Acaponeta, mandaron construir al centro de la recientemente nombrada “Plaza de Armas” al lado de la vieja noria, una explanada redonda de 1.5 mts. de altura por 6 mts. de diámetro, con escalinata para el lado del templo, con piso adoquinado con ladrillos y al centro, un poste con una farola de petróleo para la iluminación nocturna, todo con mano de obra de los presos. Esto se hizo con la idea de más adelante instalar ahí un kiosco. Este hecho, según me lo dijo el Sr. Cura José de Jesús Valencia +, está registrado en los llamados Libros de Gobierno del Archivo Parroquial.
El 7 de octubre de 1887, nuevamente Acaponeta padeció una gran inundación de magnas proporciones, que arrasó con la Plaza y todas las chozas de los acaponetenses, dejando en pie solamente el Templo Parroquial y alrededor de una docena de casas de material construidas al pie del citado cerro de la Glorieta. Un mes después del desastre, las autoridades limpiaron la Plaza, reconstruyeron la explanada redonda esta vez con 4 postes para alumbrado nocturno, limpiaron la noria e hicieron nuevamente la pila y el bebedero de animales. Como ahí siguió siendo la parada o terminal de carretelas y diligencias, nuevamente se volvió a llenar de puestos semi-fijos y vendedores ambulantes (Nota: Según tengo entendido, esa vieja noria sigue existiendo en el interior del kiosco).
El 12 de septiembre de 1893, el Prefecto Político de Acaponeta teniente coronel Don Gonzalo del Valle, instaló nuevas farolas de petróleo en las 4 esquinas de la Plaza y mandó construir l2 sofás de ladrillo y mezcla sobre el piso de tierra que aún existía.
El 25 de febrero de 1897, casi 4 años después, el Prefecto Político de Acaponeta Don Hilarión Aguilar, informó que se procedió al reordenamiento de los puestos ambulantes pasándolos a los lados de las calles, con motivo de la construcción de un banquetón alrededor de la Plaza y pasillos internos adoquinados con ladrillo y por primera vez se acondicionó un jardín, colocando rosales, gardenias y otras plantas. A partir de esa fecha, quedó estrictamente prohibido que los puestos de vendedores se instalaran sobre la Plaza de Armas. Esta fue la primera vez que un gobernante local se ocupaba de darle por fin forma a la Plaza para que dejara definitivamente de ser un enorme terreno baldío con algunos matorrales e invadido de puestos de vendedores ambulantes.
Al ocuparse de la Prefectura de Acaponeta Don Luís Peregrina, un año después el 7 de enero de 1898, mandó que se recubrieran con cemento el banquetón externo y los pasillos internos de la Plaza, mandando también por primera vez, empedrar las calles circundantes, quedando terminados los trabajos en 3 meses con mano de obra de los presos.
Cinco meses después, el 11 de junio de 1898, informó que se compraron las primeras 12 bancas o sofás de bases de fierro vaciado y riostras de madera para ser colocadas en el banquetón exterior de la Plaza y el 18 de julio informó que ya habían llegado otras 12. Por estar ya muy dañados, mandó quitar los sofás de ladrillo y mezcla instalados en 1893 para instalar los nuevos.
El de 5 de febrero de 1903, el Prefecto Político de la Villa de Acaponeta.
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