La relatividad de los saberes y condición humana. Miguel de Montaigne
Enviado por Rimma • 20 de Octubre de 2017 • 1.469 Palabras (6 Páginas) • 786 Visitas
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La existencia y la esencia de dios. San Agustín
San Agustín es un teólogo africano que estudio en Tagaste y posteriormente en Cartago. Entre sus libros mas importantes destacan: las confesiones (400), la ciudad de Dios(413-426). Obras menos difundidas pero de tal importancia son: Los soliloquios, De la trinidad y De la naturaleza del bien. San Agustín muere en el año 430 el cual coincide con la invasión de las provincias romanas del norte de África. El conocimiento según este filósofo, puede dividirse en tres partes fundamentales:
- La existencia del mundo o de la realidad. La existencia de la realidad es un hecho que no se pone en duda.
- Lo interior del alma. En cuanto al alma se refiere, debemos señalar que esta al entrar en contacto con el mundo se pone en actividad, es decir, la tiene la capacidad de reconocer la forma y el movimiento de los cuerpos.
- El principio de toda verdad lo verdadero de los objetos esta en dios, el cual se refleja en el interior del alma. Así, el alma descubre en su seno esas verdades superiores (las formas) que están en dios y que explican el mundo.
El nacimiento de los dioses. María Zambrano
María Zambrano (1907-1991) además de haber sido profesora de prestigiosas universidades de américa, escribió obras como El pensamiento vivo de Seneca, Filosofía y poesía, El sueño creador. El hombre y lo divino, entre otros.
En su texto El hombre y lo divino, de modo inmediato nos encontramos con dos ideas fundamentales: la presencia de lo sagrado y el nacimiento de los dioses. ¿ cual es esa relación originaria, inicial en que los seres humanos se relacionan con sus dioses?. Zambrano señala: la primera relación entre el ser humano y lo divino no se da por la vía de la razón, sino por aquello que ella denomina “delirio” o “delirio de persecución”.
En esta primera relación, que Zambrano denomina “delirio de persecución” “el hombre se siente mirado pero sin ver”, en otras palabras, es un sentirse mirado sin mirarle el rostro a quien nos mira. Ahora imaginémonos la vida humana como un gran teatro, y una vez que se abre la cortina de ese gran escenario, vemos hacerse presentes, cara a cara, a los dioses. La historia en realidad no comienza con el origen del mundo. La historia como tal comienza cuando los dioses tienen su aparición en lo que podemos llamar mundo terrenal o mundo humano. Los dioses entonces no viven únicamente en el olimpo, ahora viven y comparten con los humanos algunas zonas de la tierra.
En que creen los que no creen. Umberto Eco y Carlos María Martini.
Umberto Eco nació en Alejandría en 1932. Profesor de semántica en la universidad de Bolognia. Carlos María Martini nació en Turín en 1927. En 1962 ingreso como catedrico en el pontificio instituto bíblico de roma su obra es extensa y trata en toda ella problemas de índole religiosa, bíblica y espiritual. El texto que comentamos tiene por titulo ¿en que creen los que no creen?. Estos dos intelectuales de amplio reconocimiento fueron convocados por la revista liberal para traer importantes cuestiones que incumben y son de interés colectivo.
Como a Umberto Eco le toca abrir este dialogo, en sus intervenciones plantea a su interlocutor tres ideas importante; que estemos o no de acuerdo con el cardenal Carlos María Martini, seria cuestión de valorarse por cada uno de nosotros como lectores. El cardenal les contesta desde su perspectiva teológica y religiosa.
- Nos estamos acercando – dice Umberto Eco – al final del segundo milenio y esta cercanía no deja de convocarnos la imagen que ha dominado por muchos siglos: el Apocalipsis.
- En el segundo de los temas planteados por Eco, se trata de reflexionar en torno de la vida, frente a un problema debatido por muchos: la interrupción del embarazo.
- Y llego por fin a mi pregunta. No he conseguido encontrar todavía en la doctrina ninguna razón persuasiva por la que las mujeres deban ser excluidas del sacerdocio si fuera mujer y quisiera a toda costa hacerme sacerdotisa, me pasaría el culto de Isis, sin intentar forzar la mano del papa.
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