En septiembre de 1983, un comerciante de arte llamado Gianfranco Becchinase contacto con el Museo Getty de California
Enviado por Sandra75 • 27 de Marzo de 2018 • 1.898 Palabras (8 Páginas) • 409 Visitas
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Para que una relación marital sobreviva la proporción entre emociones positivas y negativos en un enfrentamiento dado tiene que ser al menos de 5 a una.
Todos los matrimonios tienen un patrón característico, una especie de ADN marital que aflora en cualquier tipo de interacción importante.
Para entender lo que Gottman dice sobre los matrimonios se puede recurrir a la analogía de lo que se denomina en Morse « el puño» . El código Morse está formado por puntos y rayas, es como el habla. Cada uno tiene una voz diferente, basta con escuchar unos pocos caracteres para detectar el patrón de una persona en concreto (en este caso los operadores del telegrafo).
Lo que Gottman dice es que la relación entre dos personas tiene también un « puño» , una firma característica que surge de forma natural y automática. Esa es la razón por la que una relación marital puede leerse y descodificarse con tanta facilidad, ya que cierta parte fundamental de la actividad humana —y a se trate de algo tan sencillo como emitir un mensaje en Morse o tan complejo como estar casado con alguien— sigue un patrón identificable e invariable. Predecir el divorcio, como seguir la pista de los operadores del código Morse, es reconocer un patrón.
Según Gottman, en una relación, los miembros están en uno de dos estados. «El primero es el que yo denomino sentimiento positivo anulador, en el que la emoción positiva anula la irritabilidad. Es como un amortiguador. En este segundo estado, los cónyuges extraen conclusiones duraderas sobre el otro. Si el compañero hace algo positivo, se trata de algo positivo que hace una persona egoísta. Es muy difícil cambiar tales estados, y son ellos los que determinan que cuando una de las partes intenta arreglar las cosas, la otra considere esa actitud como tal intento de arreglo o como una manipulación hostil. Gottman, se ha convertido en un experto en extraer conclusiones sobre los matrimonios a partir de la selección de unos cuantos datos significativos.
Gottman ha descubierto que gran parte de la información que necesita saber se la proporcionan las actitudes que él denomina los Cuatro Jinetes: la defensiva, la obstruccionista, la crítica y la desdeñosa. Ahora bien, de los Cuatro Jinetes, la emoción que él considera la más importante de todas es el desdén.
Si Gottman observa que uno o ambos miembros de la pareja muestran desdén hacia el otro, lo considera la señal más importante en sí misma de que el matrimonio está en peligro.
Cuando tomamos una decisión repentina o tenemos un presentimiento, nuestro inconsciente hace lo mismo que John Gottman: criba la situación que tenemos delante, tira todo lo que es irrelevante y nos permite concentrarnos en lo que realmente importa. Y la verdad es que nuestro inconsciente es muy bueno en esto, hasta tal punto que este tipo de deducción a partir de unos cuantos datos significativos suele ofrecer una mejor respuesta que las formas de pensamiento más deliberadas y exhaustivas.
Como ha demostrado el psicólogo Samuel Gosling, juzgar la personalidad de la gente es un excelente ejemplo de la sorprendente eficacia de la selección de unos cuantos datos significativos.
Gosling realizó un estudio completo de personalidad. Para ello utilizó lo que se llama el « Inventario de los cinco grandes factores», un prestigioso cuestionario de respuesta múltiple que mide a las personas teniendo en cuenta cinco dimensiones:
1. Extraversión. ¿Es sociable o retraído? ¿Amante de la diversión o reservado?
2. Amabilidad. ¿Es confiado o desconfiado? ¿Servicial o poco dispuesto a colaborar?
3. Meticulosidad. ¿Es organizado o desorganizado? ¿Autodisciplinado o con escasa fuerza de voluntad?
4. Estabilidad emocional. ¿Es tranquilo o tiende a preocuparse por todo? ¿Seguro o inseguro?
5. Apertura a nuevas experiencias. ¿Es imaginativo o realista? ¿Independiente o conformista?
Gosling sostiene, que en primer lugar están las afirmaciones de la identidad, que son expresiones deliberadas de cómo nos gustaría que nos viera el mundo. Después están los residuos conductuales, que se definen como las pistas que dejamos
involuntariamente en lo que hacemos. Por último, están los reguladores de los pensamientos y sentimientos, que son los cambios que hacemos a nuestros espacios más personales para influir en cómo nos sentimos cuando los habitamos.
Lo que la gente dice de sí misma también puede resultar muy confuso, por la sencilla razón de que en general no somos muy objetivos sobre nosotros mismos. Por eso, cuando medimos la personalidad, no nos limitamos a preguntar a bocajarro a las personas cómo creen que son.
La próxima vez cuando acudas a consulta con el médico, si tienes la sensación de que éste no te escucha, de que se dirige a usted en un tono condescendiente y de que no te trata con respeto, presta oídos a esa sensación. Lo que has hecho es, a partir de una pequeña selección de datos extraídos de la actitud del médico, saca tus propias conclusiones, y te has dado cuenta de que ese doctor deja mucho que desear.
La capacidad para extraer conclusiones a partir de una pequeña selección de datos significativos no es un don exótico. Es una parte central de lo que significa ser humano. Lo hacemos siempre que conocemos a una persona o tenemos que entender algo con rapidez o nos encontramos ante una situación nueva. Lo hacemos porque tenemos que hacerlo, y llegamos a depender de esa capacidad porque hay muchos «puños» de Morse por ahí escondidos, muchas situaciones en las que prestar una atención minuciosa a unos pocos datos reveladores, aunque no sea más que durante uno o dos segundos, puede darnos muchísima información.
En baloncesto, cuando un jugador puede percibir y comprender todo lo que pasa a su alrededor, se dice que tiene « sentido de la pista» . En el ejército, de los generales más brillantes se dice que tienen coup d'oeil —lo que, traducido del francés, significa « golpe de vista» , es decir, capacidad para ver e interpretar de inmediato el campo de batalla.
Somos veteranos en el arte de extraer
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