El joven Raúl Pérez de 20 años de edad se encuentra hospitalizado en el Servicio de Traumatología del Hospital Regional “S.V.P” Cama 12-A por haber sufrido un accidente de tránsito en la Autopista Nagua a san Fco. Cuando acudía a su centro de tr
Enviado por poland6525 • 17 de Diciembre de 2017 • 2.415 Palabras (10 Páginas) • 641 Visitas
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Los cuidados de enfermería inmediatos y prioritarios, en la sala de recuperación, irán encaminado a conseguir o preservar la hemodinámica del paciente, así como a controlar el dolor.
Controles
Control hemodinámico: efectuaremos controles, que se irán espaciando a lo largo de las horas, de tensión arterial y frecuencia cardiaca y observaremos la colocación del a piel y las mucosas. El objetivo es detectar un potencial sangrado y la posible inestabilidad hemodinámica derivada del propio proceso quirúrgico, que puede agravarse según la patología previa del paciente.
Control analítico: puede ser aconsejable un control de hemograma en las primeras horas del posoperatorio para detectar un descenso de hemoglobina y hematocrito por pérdida sanguínea durante la cirugía, principalmente en aquellos pacientes con cifras limite peroperatorias.
Equilibrio hidroelectrolítico: efectuaremos un control de las entrada y salida de líquidos para detectar una posible deshidratación entre ellos.
- Posición:
La posición adecuada del paciente recién amputado es la de decúbito supino. Hay que indicar al enfermo y a su familia la necesidad de mantener esta posición y el riesgo de adoptar otras, como el apoyo del muñón contra la cama.
Sintomatología
- Dolor:
El dolor posquirúrgico va a estar presente casi con total seguridad. En los casos en los que la amputación ha cursado con sección ósea suele ser más intenso que en las desarticulaciones.
Es aconsejable registrar el dolor utilizando una escala normalizada, para evaluar la eficacia del tratamiento analgésico y, en caso necesario, aumentar o disminuirla pauta, hecho este último habitual con el transcurso de los días.
- Nausea y/o vomito:
Esta directamente relacionados con el proceso anestésico. Son mucho más frecuentes en el caso de una anestesia general que en el de una regional. Dado que actualmente la mayoría de las amputaciones se realizan bajo esta.
- Tolerancia de ingesta oral:
El inicio de la tolerancia oral varía en función del procedimiento anestésico. En el caso de una anestesia general suelen transcurrir unas 12 horas. En el caso de una anestesia regional suelen ser 6 horas. Para paliar la sensación de sequedad de boca en estas horas previas al inicio de la ingesta es útil humedecer la boca con gasas empapadas en agua.
La dieta oral debe instaurarse de forma progresiva, empezando con agua en pequeña cantidades. Si no aparecen nausea se puede proseguir con líquidos fácilmente digeribles, como zumos. Posteriormente y siempre en el caso de tolerancia, introduciremos una dieta blanda y progresaremos hasta llegar a la dieta indicada.
En unas 24 horas la mayoría de los pacientes intervenidos bajo anestesia regional suelen tolerar la dieta normal, intervalo que se prolonga hasta 36 horas en el intervenido bajo anestesia general.
- Posoperatorio tardío.
Es el periodo comprendido entre el restablecimiento de la normalidad hemodinámica, cuando se minimizan los riesgo inherente a la intervención, y el alta hospitalaria..
En esta fase se pondrá énfasis en la correcta cicatrización de la herida quirúrgica y en la recuperación de la movilidad del enfermo, esto último bajo la supervisión del equipo de rehabilitación.
- Tratamientos postural y movilidad.
Como hemos comentado anteriormente, el paciente debe permanecer en reposo absoluto en una posición de decúbito supino hasta indicación médica.
Como regla de oro de la movilidad, podríamos decir que hay que empezarla lo antes posibles sin que suponga un riesgo para el paciente.
La etapa rehabilitadora empieza incluso antes de la intervención siempre que sea posible, evitando en gran medida las retracciones articulares, la desmotivación del paciente y el alargamiento innecesario de la estancia hospitalaria.
El primer paso en cuanto a movilidad consiste en la incorporación progresiva del paciente en la cama para evitar la hipotensión ortostatica y el mareo después de varias horas de decúbito supino.
Es pues necesario mantener el miembro amputado en posición horizontal, disminuyendo así la presión interna en el muñón. El tiempo en que el paciente sedesta es progresivo. Los primeros días suelen establecerse en 2 horas o poco más mostrando fatiga si se prolonga. Con el paso de los días la sedestacion debe convertirse en la postura habitual en las hora , evitando el exceso de permanecer en la cama , a fin de evitar problemas de déficit de movilidad, que retrasan el proceso rehabilitador y aumento el riesgo de ulceración.
Al iniciar la sedestacion deben observarse una serie de factores para evitar riesgos innecesarios, como el deslizamiento del paciente del sillón y su posterior caída, que puede ocasionar daños irreparables en el muñón. Debemos evaluar la fuerza u la agilidad del paciente para mantenerse sentado correctamente, pudiendo ejercer fuerza con los brazos, así como con la pierna sana contra el suelo, para mantener la espalda erguida en contacto con el respaldo. Hay que valorar el peso del paciente, si es obeso probablemente sea menos ágil y deba hacer un esfuerzo superior . También hemos de considerar el estado mental y de conciencia.
En caso de considerar un riesgo elevado de deslizamiento y caída hay que tomar las medidas adecuadas. Suele bastar la colocación de una sujeción abdominal al sillón.
Una contusión directa en un muñón en fase de cicatrización puede ocasionar la dehiscencia del mismo y la posible exteriorización ósea y contaminación. La mayoría de los casos en los que se producen estos accidentes suelen acabar en una reamputacion del miembro.
Hay que ser extremadamente cautos en la movilización del enfermo usando la pierna sana, por ejemplo durante las transferencia cama-sillón y viceversa, puesto que existe el riesgo de caída del paciente debido no solo a la disminución de la fuerza en ese miembro, sino también a la presencia de un centro de gravedad alterado y por el síntoma del miembro fantasma.
La movilidad del paciente dependerá en gran medida del nivel de la amputación, pero también de su estado general. Es por tanto importante que el equipo de enfermería realice evaluación continua
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