El método psicoanalítico de Freud.

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Así Freud infirió que las amnesias son el resultado de un proceso que llama Represión y cuyo motivo individualiza en el sentimiento de displacer. En cuanto a las fuerzas psíquicas que han originado esta represión, las registra en la resistencia que se opone a la reproducción.

A las ocurrencias, que se suelen dejar de lado, Freud las considera como retoños de los productos psíquicos reprimidos, desfiguraciones de estos últimos provocados por la resistencia que se opone a su reproducción. Cuanto mayor es la resistencia, tanto más vasta es la desfiguración.

Si uno posee un procedimiento que permita avanzar desde las ocurrencias hasta lo reprimido; desde las desfiguraciones hasta lo desfigurado; puede, sin recurrir a la hipnosis, hacer consciente lo inconsciente.

Arte de la interpretación de Freud. Objeto de este arte no son sólo las ocurrencias, sino también los sueños, las acciones deliberadas como carentes de plan (acciones sintomáticas) y las fallas que comete en las operaciones de su vida cotidiana (trastrabarse al hablar, trastrocar las cosas, confundido, etc). Así se puede avanzar desde este material cuando al paciente no se le ocurre nada.

Tarea de la cura es suprimir la amnesia. Deben deshacerse todas las represiones; hacer consciente lo inconsciente venciendo las resistencias.

Se busca la curación práctica del enfermo, el restablecimiento de su capacidad de rendimiento y de goce. En caso que no se logre la cura completa, se obtiene una importante mejoría.

Indicaciones y contraindicaciones

Los más favorables son los casos crónicos de psiconeurosis con escasos síntomas violentos o peligrosos; diversas variedades de neurosis obsesiva; casos de histeria en que las fobias y las abulias desempeñan el papel principal; pero, además, todas las expresiones somáticas de histeria, siempre que el médico no tenga como tarea preparatoria la rápida eliminación de los síntomas, como sucede en la anorexia.

La persona que se somete a psicoanálisis debe cumplir con varios requisitos.

Tiene que ser capaz de un estado psíquico normal; en épocas de confusión o de depresión melancólica, etc., no se logra nada, ni siquiera en el caso de una histeria.

Corresponde exigirle cierto grado de inteligencia natural y de desarrollo ético.

Debe ser menor a 50 años, pues en tal caso ya no es posible dominar la masa del material psíquicos, el tiempo requerido para la curación se torna demasiado largo, y la capacidad de deshacer procesos psíquicos empieza a desfallecer.