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Freud - Pulsión y destinos de la pulsión.

Enviado por   •  12 de Febrero de 2018  •  4.854 Palabras (20 Páginas)  •  500 Visitas

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Los destinos de la pulsión:

Concepto de Ambivalencia: observación del desarrollo de un opuesto pasivo.

Concepto de Narcisismo: La fase temprana del desarrollo del yo. (Relacionado con la pulsión pasiva)

Etapas: Actividad dirigida a un objeto ajeno (e.g. ver) – Resignación del objeto (e.g. ser mirado) – La inserción de un nuevo sujeto (e.g. mostrarse). [Relacionadas con el ver-ser visto, el sadismo-masoquismo y el amor-odio]

Atendiendo a los motivos (las fuerzas) contrarrestantes de una prosecución directa de las pulsiones, los destinos de pulsión pueden ser presentados también como variedades de la defensa contra las pulsiones.

- El trastorno hacia lo contrario: Trastorno de la meta de la pulsión. Se resuelve en dos procesos diversos:

(1) La vuelta de una pulsión de la actividad a la pasividad. Pares de opuestos como sadismo-masoquismo, ver-exhibición. La meta activa es sustituida por la meta pasiva.

(2) el trastorno en cuanto al contenido. El único caso: la mudanza o trasposición de amor en odio; ambos dirigidos a un mismo objeto, por lo que es un ejemplo significativo de una ambivalencia de sentimientos. En este caso el amar no es susceptible de una sola oposición, sino de tres. Amar-odiar; amar-ser amado (de la actividad a la pasividad, relacionada a la situación básica de amarse a sí mismo – característica narcisista), y amar-odiar tomados en conjunto se contraponen al estado de indiferencia.

- La vuelta hacia la persona propia: Lo esencial en este proceso es entonces el cambio de vía del objeto manteniéndose inalterada la meta. Se hace comprensible si pensamos que el masoquismo es sin duda un sadismo vuelto hacia el yo propio, y la exhibición lleva incluido el mirarse el cuerpo propio. El gozar del dolor sería una meta originariamente masoquista, pero que sólo puede devenir en meta pulsional en quien es originariamente sádico.

“La mudanza pulsional mediante trastorno de la actividad en pasividad y mediante vuelta sobre la persona propia nunca afecta, en verdad, a todo el monto de la moción pulsional. La dirección pulsional más antigua, activa, subsiste en cierta medida junto a la más reciente, pasiva, aunque el proceso de la trasmudación pulsional haya sido muy extenso.”

La vida anímica en general está gobernada por tres polaridades: (1) Sujeto (yo) – Objeto (mundo exterior), (2) Placer – Displacer, (3) Activo – Pasivo.

“El yo se encuentra originariamente, al comienzo de la vida anímica, investido por pulsiones, y es en parte capaz de satisfacer sus pulsiones en sí mismo. Llamamos narcisismo a ese estado, y autoerótica a la posibilidad de satisfacción. El mundo exterior en esa época no está investido con interés y es indiferente para la satisfacción. Por tanto, en ese tiempo el yo-sujeto coincide con lo placentero, y el mundo exterior, con lo indiferente. A partir del yo-realidad inicial, que ha distinguido el adentro y el afuera según una buena marca objetiva, se muda en un yo-placer purificado que pone el carácter del placer por encima de cualquier otro. El mundo exterior se le descompone en una parte de placer que él se ha incorporado y en un resto que le es ajeno. Y del yo propio ha segregado un componente que arroja al mundo exterior y siente como hostil. Después de este reordenamiento, ha quedado restablecida la coincidencia de las dos polaridades: Yo-sujeto (coincide) con placer, y mundo exterior (coincide) con displacer.”

Cuando el objeto es fuente de sensaciones placenteras, se establece una tendencia motriz que quiere acercarlo al yo, incorporarlo a él (interiorización); se puede hablar de atracción que ejerce el objeto dispensador de placer y decimos que “amamos” el objeto. A la inversa, cuando el objeto es fuente de sensaciones de displacer, una tendencia se afana en aumentar la distancia entre él y el yo; se puede hablar de repulsión, y que “odiamos” ese objeto. Por lo tanto, amor y odio no mantienen entre sí una relación simple. No han surgido de la escisión de algo común originario, sino que tienen orígenes diversos, y cada uno ha recorrido su propio desarrollo antes que se constituyeran como opuestos bajo la influencia de la relación placer-displacer.

“El amor proviene de la capacidad del yo para satisfacer de manera autoerótica, por la ganancia de un placer de órgano, una parte de sus mociones pulsionales. Es originariamente narcisista, después pasa a los objetos que se incorporaron al yo ampliado, y expresa el intento motor del yo por alcanzar esos objetos en cuanto fuentes de placer. Se enlaza íntimamente con el quehacer de las posteriores pulsiones sexuales y coincide, cuando la síntesis de ellas se ha cumplido, con la aspiración sexual total. Primera etapa es de incorporar o devorar (oral); supresión de la existencia del objeto como algo separado – ambivalente. Segunda etapa, esfuerzo de apoderamiento (anal), etapa apenas indiferenciable del odio. Finalmente, sólo con la organización genital el amor deviene el opuesto del odio.”

- La represión: [Tratado en su propio apartado]

- La sublimación: [No tratado aquí]

Resumen: Los destinos de pulsión consisten, en lo esencial, en que las mociones pulsionales son sometidas a las influencias de las tres grandes polaridades que gobiernan la vida anímica: De estas tres polaridades, la que media entre:

- Actividad y pasividad puede definirse como biológica

- Yo y mundo exterior puede definirse como la real.

- Placer y displacer puede definirse como la económica.

La represión.

Puede ser el destino de una moción pulsional chocar con resistencias que quieran hacerla inoperante, si se hiciera efectivo entraría entonces en el estado de la represión. La pulsión, al no poder huir, pues el yo no puede escapar de sí mismo, más tarde se encontrará en la desestimación por el juicio (juicio adverso), el cual es un buen recurso contra la moción pulsional. Una etapa intermedia entre dicho juicio y la huida es la represión.

El caso de la represión no está dado cuando la tensión provocada por la insatisfacción de una moción pulsional se hace insoportablemente grande. La satisfacción de la pulsión produciría placer en un lugar y displacer en otro. Se tiene así que la condición para la represión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que el placer de la satisfacción.

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